//

jueves, 31 de octubre de 2024

La disyuntiva de entonces y el combate de ahora

Sin las bondades del socialismo, con sus imperfecciones y desaciertos, no habría sido posible la existencia de una nación que sobresale en muchos de los indicadores del desarrollo social...

Frank Agüero Gómez en Exclusivo 18/04/2014
1 comentarios
Playa Girón
En Girón nuestro pueblo patriota y heroico, sin temor ni vacilación combatió por el socialismo.

La declaración de aquel 16 de abril de 1961 no sorprendió a  la mayoría de los que la escucharon: la lucha de clases que se vivía en el país había ido deslindando los campos.

El verbo enérgico y persuasivo de Fidel, Che, Raúl y otros dirigentes de la Revolución destruía cada día siglos de mentiras y engaños que adormecieron la conciencia popular. La acción transformadora del Estado revolucionario, por primera vez al servicio de las capas más humildes de la sociedad, hacía el resto.

Se veía que la inmensa mayoría del pueblo comenzaba a dejar atrás décadas de oscurantismo, prejuicios de todo tipo y temores. Eso, a pesar de que la gran cruzada de la alfabetización, estaba solo recién comenzando.

“Esta alternativa entre el pasado y el futuro, la reacción o el progreso, la traición o la lealtad a los principios, el capitalismo o el socialismo, el dominio imperialista o la liberación, fue lo que se decidió en Girón aquel 19 de abril de 1961. Tres días antes, frente a las tumbas de los primeros mártires de la brutal agresión, el pueblo proclamó el carácter socialista de nuestra Revolución, y los hombres y mujeres de nuestra patria se dispusieron a morir por ella”, escribía el principal dirigente de la epopeya, cinco décadas después.

Aquel domingo 16 de abril de 1961, horas antes de que se produjese el desembarco mercenario, el Comandante en Jefe explicó las razones de la oleada de violencia contrarrevolucionaria arreciada con sabotajes como los del barco La Coubre (un año antes), la quema de la tienda El Encanto, la organización de  bandas armadas y el traicionero ataque a los aeródromos de Ciudad Libertad, San Antonio y Santiago de Cuba.

Era una furia de rencores contra el naciente poder revolucionario, que estimuló el gobierno de Estados Unidos, país al que habían emigrado criminales de la dictadura con delitos pendientes, politiqueros y propietarios pertenecientes a la burguesía dependiente, aliados allí con traidores que enmascaraban sus egoístas intereses de clase con la careta del anticomunismo.          

Presagiando que sobre los defensores de la Patria se venía una prueba decisiva, que de triunfar la contrarrevolución (y el imperio que la armó) trataría de vengar con sangre de pueblo el poder que le había sido arrebatado, Fidel aprovechó la ocasión para declarar públicamente lo que no pocos presagiaban: Cuba había escogido el socialismo

“Era necesario y era posible. Lo hicimos en el momento histórico exacto y preciso, ni un minuto antes ni un minuto después, y fuimos lo suficientemente audaces para intentarlo”, advirtió el líder de la Revolución.

No había por qué engañar al pueblo que se iba a enfrentar pocas horas después a una invasión de mercenarios, que contaría con el apoyo de la aviación, la marina y la logística de las fuerzas armadas norteamericanas, como efectivamente se demostró posteriormente, y tenía antecedentes en similares pronunciamientos contra varias naciones del continente que culminaron con la imposición de las fuerzas contrarrevolucionarias.

Decía Fidel en el escrito de marras con motivo del aniversario 50 de la victoria de Playa Girón:

“En Girón nuestro pueblo patriota y heroico, que había madurado extraordinariamente en apenas dos años de enfrentamiento al poderoso imperio, sin temor ni vacilación alguna combatió por el socialismo.

“Atrás quedó aplastada para siempre la peregrina idea de que los sufrimientos soportados, la sangre y las lágrimas derramadas durante casi cien años de lucha por la independencia y la justicia contra el colonialismo español y su modelo esclavista de explotación, y más tarde contra el dominio imperialista y los gobiernos corruptos y sanguinarios impuestos a Cuba por Estados Unidos, eran para reconstruir una sociedad neocolonialista, capitalista y burguesa. Se hizo indispensable la búsqueda de objetivos mucho más elevados en el desarrollo político y social de Cuba”.

El heroísmo desplegado, tanto en los escenarios de combate como en la retaguardia, demostró la madurez alcanzada por todos los sectores de la población, en especial los trabajadores, campesinos  y los jóvenes estudiantes. En forma masiva engrosaron las milicias, convirtieron los centros de trabajo y estudio  en locales de reclutamiento y almacenes de logística para los frentes de combate en Girón y las montañas del Escambray, donde fueron a parar  después de la victoria algunos mercenarios escapados.

Como la vida misma demostró durante las siguientes décadas de poder revolucionario, solo el socialismo podía garantizar al pueblo cubano la posibilidad de remontar los estrechos caminos que la república neocolonial impuso a la nación.

Pese a la continua política de agresiones imperiales, que obligaron a vivir más de un peligro de guerra y a constantes (y en ocasiones masivas) costosas movilizaciones e inversiones para garantizar la defensa del país, la Revolución pudo pasar de la primera fase democrática-popular a erigir las bases de un modelo económico, social, cultural y político de contenido socialista.

SOCIALISMO: CREACIÓN COLECTIVA

El país avanzó lo más lejos que pudo en las circunstancias de las cuales partió, basándose en la experiencia y el apoyo internacional del modelo principal (básicamente la del socialismo en la URSS) y el desconocimiento que sobre el tema admiten autocríticamente los principales dirigentes de la Revolución. Mucho se hizo posible gracias al heroísmo del pueblo y a la firmeza de principios de la dirección partidista y estatal, encabezada por el Comandante en Jefe.

Sin las bondades del socialismo, pese a los errores y desviaciones, contra los cuales se ha venido luchando sistemáticamente, no habría sido posible la existencia de una nación que sobresale en muchos de los indicadores del desarrollo social  y muestra al mundo el surgimiento de un ser superior en sus capacidades, sensibilidad y calidades humanas.

Como toda obra colectiva, el socialismo cubano es perfectible y convoca en su fomento a la creación y al pensamiento no dogmático con el objetivo añadido de hacerlo próspero y sostenible. Más aún cuando otros modelos que le sirvieron de soporte han fracasado en su propósito de   generalizar un mundo de igualdad, solidaridad y justicia social, o han sido vencidos en desiguales competiciones globales..   

Por lo mismo que las administraciones de Estados Unidos no vacilaron en organizar y apoyar la invasión mercenaria de 1961, tampoco han desistido desde entonces en su intención de cambiar por la fuerza el régimen socialista, e imponerle al país un modelo neoliberal dependiente. Con ello justifican  el mantenimiento del aborrecido internacionalmente bloqueo y la continuidad de las políticas de injerencias en los asuntos internos de la sociedad caribeña..

Al socialismo cubano no le han faltado detractores, apóstatas y mercenarios que durante décadas tratan de hacer valederas sus ilusiones  neocoloniales argumentándolas en  las actitudes inconsecuentes y los desaciertos del quehacer revolucionario.

No han cesado de criticar lo humano y lo divino, buscando inconformidades para sembrar desalientos adentro y en los simpatizantes de afuera, o de levantar consignas con manidos pretextos sobre  libertades humanas, y creando falsas murallas generacionales para dividir la nación y devorarla a pedazos.

Se romperán las narices una vez más, porque la mayoría del pueblo cubano (y su juventud)  tiene conciencia de su presente y confía el destino a la propia capacidad creadora  y a la conducción del Partido marxista-leninista y  martiano que nació sembrando ejemplo de combatiente en el campo de batalla y de las ideas aquel abril de 1961.. 

Como bien señaló el Comandante en Jefe en el trigésimo aniversario de la proclamación del socialismo, rememorando un momento tan duro  para la Revolución como la invasión mercenaria, ayer como ahora  “hay que combatir duro en el terreno de las ideas, hay que estar decididos y preparados más que nunca para combatir al enemigo en ese terreno defendiendo nuestras ideas, las más justas, las más hermosas, las más nobles frente al que se deja confundir, al que vacila, al que no entiende.”


Compartir

Frank Agüero Gómez

Se han publicado 1 comentarios


Amador Rivas
 19/4/14 14:27

Es verdad el socialismo cubano fue lo mejor que pudo a ocurrirle al pueblo de Cuba,que con sus errores, sus aciertos y sus rectificaciones ha llevado a la victoria a un pueblo y a sus dirigentes que juntos han hecho un sacrificio colosal para estar donde esta ese nuestro maravilloso y heroico pueblo y su revolución. Gracias a la dirección certera y a la guía del partido comunista de Cuba y a las brillantes ideas de nuestro comandante en jefe Fidel Castro primero y ahora las del general de ejército Raúl Castro.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos