Yuri Levitán era, según Hitler, el segundo hombre, después de Stalin, más odiado por él. En cierta ocasión dijo que a la entrada de las tropas nazis a Moscú, el primer hombre en ser ahorcado sería el famoso locutor. Y hasta le puso precio a su cabeza: más de un millón de dólares al cambio actual.
Levitán tenía una voz poderosa y fue el encargado de anunciar a todos los soviéticos y soviéticas la amarga noticia acerca de la violación por las tropas fascistas de la frontera estatal el 22 de junio de 1941 y su rápido avance por el suelo patrio. También fue el encargado de trasmitir los partes de guerra diarios durante la resistencia en Brest y el bloqueo de Leningrado y Moscú. Más tarde daría también la noticia de la derrota del ejército alemán en Stalingrado, el avance en el Arco de Kursk, la liberación de Kiev, Odessa, Minsk y de otras grandes e importantes ciudades. El día de la capitulación del ejército nazi y durante el Desfile de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú, el 24 de junio de 1945, la voz de Levitán se escuchó también.
El Estado soviético tuvo que a la carrera reacondicionar su economía de tiempos de paz a una economía para tiempos de guerra. El desmantelamiento de fábricas e inmensas industrias se hacía de manera ordenada pero veloz. Partían en largos convoyes de hasta más de 120 vagones los trenes hacia las zonas más allá de los montes Urales, a la profunda retaguardia. Apenas llegados al lugar de destino, sin levantar chozas ni lugares donde descansar o comer, lo primero que hacían era colocar los tornos, las inmensas máquinas herramientas, las grúas y comenzar la producción. Los proyectistas e ingenieros dedicaban horas interminables al diseño y puesta a punto de nuevos modelos de aviones, tanques, cañones y obuses. Solo así, con un esfuerzo sobrehumano, pudo el pueblo soviético lograr un viraje en la dramática situación bélica en que se encontraba en enero de 1943 luego de la batalla de Stalingrado. Ya habían sido expulsadas a principios de 1942 las divisiones fascistas que acordonaban Moscú, frustrando el sueño de Hitler de desfilar por la Plaza Roja, pero seguía el bloqueo a Leningrado, ciudad situada al norte, a ambas orillas del río Nevá, y que concluiría en enero de 1944.
Detalles sobre estas grandes ciudades sitiadas conoceremos en el próximo trabajo. Una cosa quiero hacerles llegar ahorita, y es que la Gran Guerra Patria demostró que en tiempos de guerra y también en situaciones difíciles los medios de comunicación y radiodifusión son importantes para mantener en alto el espíritu, la unidad del pueblo, la moral combativa, la fe, la esperanza, la seguridad de que nadie será abandonado aún en las situaciones más difíciles. Ejemplos hay muchos, incluso en nuestras luchas latinoamericanas, que remarcan esta aseveración. No pocas veces el Comandante Carlos Fonseca utilizó diferentes vías de comunicación para hacer llegar a todos su alerta revolucionaria, como el Mensaje al Pueblo de Nicaragua, difundido tras ser liberado en Costa Rica, y también muchos recordarán la famosa Radio Rebelde desde la Sierra Maestra, en Cuba, trasmitiendo los partes de la guerra libertaria.
El próximo 9 de mayo, a 70 años de distancia, estoy seguro, de nuevo se escuchará en la Plaza Roja “Vnimánie, gavarít Maskvá”.
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