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viernes, 1 de noviembre de 2024

Una sonrisa coronada de flores (+Fotos)

En toda Cuba las manos amanecen hoy bañadas de rocío, aún cuando la mayoría ni siquiera nacía en los días terrenales de Camilo...

Dilbert Reyes Rodríguez en Exclusivo 28/10/2014
11 comentarios
Camilo homenaje 05
Cada año, miles de pioneros y cubanos regalan una flor a Camilo. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

Ni Natura se permitirá llorar tantas flores desprendidas de sus tallos, porque la manta de pétalos sobre cada espejo de agua de este archipiélago será también una ofrenda a ella misma, que abrigó en sus secretos naturales la existencia del héroe.

En toda Cuba las manos amanecen hoy bañadas de rocío, aún cuando la mayoría ni siquiera nacía en los días terrenales de Camilo. Pero la sonrisa amplia de auténtico cubano todavía se advierte a la sombra de un sombrero y se escucha desde una de las mil anécdotas contadas, que es como único puede narrarse su historia de desenfado y bravura.

Camilo nunca podrá ser un mito, porque sólo lo es quien con su vida trasciende en todos los límites de los comunes, y el mérito de él fue alinearse, desde su altura, al carácter y al ímpetu de un pueblo de millones, que entonces lo convirtió en su retrato.

La vida se refundaba donde estuviera Camilo, porque la jovialidad, la buena cara, el ánimo imperturbable ante la angustia o la pesadumbre, eran cualidades que lo vestían de la cabeza a los pies, lo precedían hasta en el más grave de sus actos y contagiaban de una manera inédita que a todos propulsaba, alentaba, disponía de un modo que solo pueden las esencias vitales.

Curtido el carácter por la cuna humilde de la barriada populosa de Lawton, toda su corta vida fue expresión de la honradez que aprendió allí en los primeros años, de la virtud proletaria de luchar sin cansancio, del afán por sobreponerse a cada dificultad, que a la vuelta de los 20 ya habían hecho del muchacho un ser derecho y maduro.

Del Granma a la Sierra, Camilo fue, entre varios combatientes, ejemplo de temeridad; pero pronto hubo acciones que lo distinguieron e hicieron merecer la confianza del mando.

Fue un león en toda empresa encargada a la pericia y valor del capitán, y cuando la Maestra necesitó desbordar al llano la epopeya guerrillera, Fidel no dudó en encomendarlo para un ataque arriesgado en la ciudad de Bayamo. Fue un espasmo la acción, una bofetada que ningún enemigo creyó posible hasta que tronó la Thompson en medio de la noche y la ciudad.

Mereció de Fidel el grado de Comandante, mientras sonaba su nombre en la planicie del Cauto, conquistando a su gente sobre todo, que lo quiso con un cariño profundo que no logra la fuerza de las balas.

Nada menos que 19 campamentos plantó en la zona, y sorteó graves peligros que nunca le parecieron suficientes. No renunció jamás ante el tamaño del riesgo, porque las agallas llevaban el complemento de la inteligencia, y de ellas se sirvió, incluso, para llegarse al descampado peligroso de Dos Ríos, a rendirle un tributo al Maestro.   

Fidel lo procuró de vuelta a la cordillera para apoyar la defensa en la Ofensiva Final, y otra vez lo envió al llano cuando la Sierra se hizo bastión inexpugnable, y la guerra tenía que extenderse a Occidente.

Fue la Columna Dos su más grande epopeya, al mando de hombres sagaces que lo siguieron incluso en los límites mortales que vivieron al paso por el sur del Camagüey, hasta los días de la batalla larga y triunfal de Yaguajay, expresión épica y suprema de su ingenio y valor.

Con la victoria de enero Cuba entera lo conoció mejor, lo aprehendió bien y lo heredó en poco tiempo, el poco tiempo que le permitió el destino tenerlo entre sus manos. No había dudas, era su imagen más fiel, porque aquella sonrisa abierta y franca, el trato campechano y el arrojo incomparable, no podían ser otra cosa si no la condensación de un pueblo convertido en hombre.

Por eso en la mañana de cada octubre 28 un mar de cubanos desemboca en flores al mar natural.

Por eso el pequeñín del grado preescolar lleva una en su manita: “para el señor de La Vanguardia, que dijo ayer la maestra y que mi papá me habló, aunque todavía no sé dónde es ese pueblito”; pero que los niños grandes, ya con pañoletas, sí conocen bien por las hazañas y jaranas a su hermano el Che.

Por eso también la madre y el padre fueron con sus flores hasta el puente del pueblo, porque allí no hay costas, “pero todos los ríos van al mar, y lo importante es recordar al hombre que nunca estuvo en el bando equivocado, ¡ni siquiera en la pelota!”

Y por eso es que en el mundo de esta Isla nadie es ajeno al recuerdo de esa sonrisa feliz. Feliz aunque su historia de guerrero -bajo cien fuegos de metralla- fue más larga que la etapa del triunfo, feliz aunque su vida fue espolear a la muerte, feliz por ser amor de pueblo y porque… ¿quién no lo es si le regalan flores?


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Dilbert Reyes Rodríguez

Se han publicado 11 comentarios


Rosy
 31/10/14 11:08

Como escribio nuestro apostol "Los niños son la esperanza del futuro" y para nuestra Cuba eso es lo primero nuestro niños.

Bertha Seida Charon Tabares desde FB
 28/10/14 16:00

 Que lindos a mi mucho me gustaba ese dia besos

El Cubaniche desde FB
 28/10/14 15:59

 Una flor para Camilo
Lindos recuerdos!

Francisco Iván Arellano Mella desde FB
 28/10/14 15:54

Grande Cuba, grande La Habana,,,, saludos desde CHILE,,,!!!

Sabina Fitze desde FB
 28/10/14 15:53

grande cuba grande su revoluciona grande su pueblo que viva cuba ejemplo para el mundo

Magdalena Salgado Avila desde FB
 28/10/14 15:53

 felices mis PIONEROS GRACIAS A LA REVOLUCION !!VIVA FIDEL Y RAUL CASTRO¡¡

Tania Diaz Batista desde FB
 28/10/14 15:49

Recuerdos entrañables. ..flores al comandante Camilo Cienfuegos

Randy Medina desde FB
 28/10/14 15:48

 K recuerdos mas lindo cuando llegava este dia en la escuela

Nancy Ponz desde FB
 28/10/14 15:47

Hermosos nuestros pionero van seguro a sus escuelas sin miendo a que se aparesca un loco tirando tiros bellos

Lourdes Aguabella Valdes desde FB
 28/10/14 15:47

 Eso si tiene Cuba ,los niños son lo primero.

Aroldo Romero desde FB
 28/10/14 15:46

El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices.

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