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domingo, 24 de noviembre de 2024

El mundo farmacéutico del siglo XIX desde una botica francesa (+Fotos)

La directora del Museo Farmacéutico de Matanzas conversa con Cubahora sobre el pasado, presente y futuro de la institución, incluida en la Lista Indicativa por Cuba para Patrimonio Cultural de la Humanidad...

Yirmara Torres Hernández en Exclusivo 14/03/2014
10 comentarios
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La botica conserva una gran cantidad de frascos farmacéuticos. (Yirmara Torres Hernández / Cubahora)

En el centro histórico de la ciudad de Matanzas se encuentra la centenaria Botica Francesa de Ernesto Triolet, legendaria por el tesoro que guarda intacto en alrededor de cinco millones de piezas, donde muestra los secretos de la farmacia de finales del siglo XIX y la primera mitad del XX.

Abierta al público como museo el primero de mayo de 1964, la instalación Monumento Nacional y Premio Nacional de Restauración en 2008, recibe anualmente más de 40 mil visitante que, con solo traspasar el portón, experimentan la sensación de viajar en el tiempo.

La iluminación tenue de las lámparas deja señorear a la luz natural, que penetra por los coloridos vitrales, y un olor suave, proveniente de la mezcla de viejas esencias, junto al aroma del cedro de la estantería, envuelven el aire fresco y húmedo, dándole un halo mágico al lugar.

La primera planta mantiene intacta la botica, con sus estantes majestuosos, los gaveteros y el mostrador, como si aún vendieran allí medicamentos; la rebotica, con la mesa dispensarial, los equipos para preparar pastillas u óvulos vaginales, y el libro enorme de registrar las recetas; los almacenes, repletos de frascos y cortezas; el patio, donde se guardan aún pomos recién lavados, y más atrás, el laboratorio, con las máquinas que parecen listas para ser usadas.

Subiendo por la escalera de mármol, en el piso intermedio izquierdo, está el taller de vitrales de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, y en la segunda planta —no siempre incluida en el recorrido de las visitas-, intactos, los espacios y muebles de los dueños de la botica. Allí mismo, una pequeña sala con piano, para conciertos, recitales y presentaciones de grupos teatrales.

En el “interpiso” de la derecha, adonde se accede con dificultad subiendo por la escalera de servicio, se ubica la pequeña oficina de quien ha sido por 32 años directora del Museo Farmacéutico. Marcia Brito Hernández, de baja estatura, piel muy blanca y mirada sincera, es difícil de encontrar allí porque siempre está guiando a una visita, quitando polvo o cuidando que no se toquen las piezas. Pero esta vez nos recibe y accede a conversar con Cubahora.

—¿Cómo nace la Botica Francesa de Matanzas?

—De la unión entre la familia cubana Figueroa y la francesa Triolet. Juan Fermín Figueroa, quien era conocido como “rey de boticas de Cuba”, porque tenía establecimientos en La Habana, Cienfuegos y todos los municipios de Matanzas, viaja a Francia y conoce allí a Ernesto Triolet Lelievre, a quien invita a venir a Cuba. Ernesto se enamora de su hermana, Justa de Figueroa, se casa con ella y juntos fundan esta botica.

"En realidad, la primera botica francesa de Triolet estuvo en Sagua La Grande, Villa Clara, pero pronto la cierran y trasladan a Matanzas, para este mismo lugar. La fundan el primero de enero de 1882, pero poco después, Justa muere y Ernesto se casa de nuevo, esta vez con la hija de Juan Fermín, la primera mujer farmacéutica de Cuba, María Dolores de Figueroa, quien se había graduado de Farmacia en Nueva York. "

—¿Qué relevancia tuvo esta botica  en la Cuba del siglo XIX y principios del XX?

—Era muy reconocida en Cuba por la seriedad en la preparación de los medicamentos y la presentación del producto. Sus remedios se comercializaban no solo en Cuba, sino en otros países. Mientras funcionó mantuvo un comercio muy activo con Francia, aunque venían productos de Alemania, de Italia, China y otros lugares.

"Pero lo que le dio notabilidad fue la participación en la Exposición Universal de París, en 1900. El doctor Triolet llevó 11 productos patentados por él y obtuvo una Medalla de Bronce, que forma parte de las piezas del museo. Entre esos productos se encontraba el Jarabe Café Compuesto para el asma y la tos, píldoras febrículas, un remedio para la caída del cabello y otro para los cayos."

"Sin embargo, ese viaje llevó a Ernesto Triolet Lelievre a la muerte. En París contrae pulmonía y muere. A solicitud suya su cuerpo es enterrado en Matanzas, en el cementerio de San Carlos. Entonces, su esposa, María Dolores Figueroa, se hace cargo de la botica hasta 1914, cuando su hijo Ernesto Triolet Figueroa regresa a casa, graduado como doctor en Farmacia en la Universidad de La Habana."

"Por la continuidad que hubo en esta familia de farmacéuticos, yo siempre sostengo la teoría de que aquí se da el nacimiento de la botica cubana. Aquí convergen las escuelas de farmacia más importantes del mundo del siglo XIX: Triolet, de París; Juan Fermín, de Madrid, y María Dolores, de la escuela de Nueva York. Ellos tienen que adecuar todos esos conocimientos a un entorno completamente diferente, donde estaba la influencia de la medicina que traían los negros africanos y los chinos emigrantes, con el uso de la medicina natural y tradicional."

"Todos esos conocimientos los fueron adecuando a la realidad en la que se desarrollaban y tuvieron como colofón que uno de los tres hijos del matrimonio, Ernesto Triolet Figueroa, que es el último farmacéutico de la botica, estudia Farmacia y se gradúa en Cuba."

—¿Cómo se logró mantener la Botica Francesa o Farmacia Triolet casi intacta hasta la actualidad?

—En primer lugar, ello se debe a los propios dueños, los Triolet-Figueroa. La botica, como otros negocios en Cuba, fue nacionalizada a finales de 1963. El 16 de enero de 1964 se prepara la última receta y su dueño decide entregarla a Patrimonio. Ese es un momento trascendental. La humanidad debe estar eternamente en deuda con Ernesto Triolet, por su grado de desprendimiento. Hay que entender que se nacionalizaba el negocio, pero los bienes eran propiedad del dueño; sin embargo lo dejó todo a la posteridad.

"Así abre, el primero de mayo, el Museo Farmacéutico, primero de su tipo fundado en Latinoamérica. Cuentan que el 30 de abril se hizo el acto inaugural y el doctor Triolet hizo la primera visita. Una de las leyendas que acompaña a la botica, y es totalmente cierta, es que su último dueño trabajó en el museo hasta 1979 y murió en los altos, donde tenía su vivienda."

—¿Qué intervenciones se han hecho en el Museo para conservarlo?

—Cuando llegué a trabajar aquí, en 1982, se celebraba el centenario y se había realizado una pequeña reparación, con los recursos posibles en aquel momento, pero solo se dio un pequeño mantenimiento al edificio.

"La primera reparación capital se hizo de 2005 a 2008 y obtuvo el Premio Nacional de Restauración, del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. La hicieron Sergio Roque Ruano y el grupo Atenar."

—¿Cómo lograron realizar la restauración con tantas piezas?

—Yo luché porque se reparara durante 20 años, pero temía que se rompieran las cosas, porque aquí todo es de cristal o porcelana, y también que se perdiera la atmósfera del lugar y de pronto pareciera una tienda luminosa, nueva, que ya no fuera la botica, sino otra cosa. Eso no sucedió.

"Lo excepcional de ese proceso de restauración fue que no se sacó una pieza del museo y no se rompió nada. Trabajamos con todo aquí dentro. Movíamos las piezas nosotros mismos, nos daban las cinco de la madrugada trasladando todo cuando se iba a comenzar una nueva habitación, porque a las ocho de la mañana llegaban los restauradores y el lugar tenía que estar en condiciones para que pudieran trabajar."

"El museo se mantuvo dando servicios con la restauración y la gente venía a ver el proceso. Muchos se preguntaban cómo podíamos, pero fue muy interesante."

"Cuando se entra a la botica da la sensación de que está “viva”. ¿Cuál es el secreto para mantenerla así?
El museo siempre ha sido excepcional, por una característica distintiva. No es un museo montado. Es una botica convertida en museo y eso lo hace diferente. Tiene todo en el mismo sitio en que se encontraba cuando sus dueños la manejaban."

"El secreto para mantenerla así es trabajar mucho. Es una entrega extraordinaria. Todo el mundo en función de que aquello no se puede caer, de que hay que limpiar y es muy difícil mantener tantas piezas limpias. Aquí no hay vitrinas selladas, que tú limpias cada dos o tres meses y ya. Todo está en estantes o a la mano, y la protección y conservación debe ser muy cuidadosa; la hacemos nosotros mismos."

"Tenemos 19 trabajadores; cuatro son museólogos y varios técnicos de museo que hacen funciones de auxiliares generales, atendiendo la conservación y la animación. La limpieza se incluye dentro de la conservación y para limpiar no hay hora, porque a las diez de la mañana todo está impecable y a las dos de la tarde todo está lleno de polvo otra vez."
 
"Además, aquí cada visitante tiene una visita dirigida, adecuada a los intereses de la persona o del grupo, porque no hay pie de exponente, no hay nada que explique; si no se les dirige, lo pueden ver bonito, pero no entienden nada. Cada trabajador está preparado para esa función, desde el “sereno” (cuidador nocturno) hasta el museólogo más preparado."

—¿Qué valor tienen las piezas que guarda el museo?

—Son de mucho valor. Toda la porcelana es de Sevres; todas son piezas muy antiguas, algunas decoradas con polvos de oro y a mano; son únicas y propias. Hay más de 800 mil etiquetas, cientos de miles de frascos de cristal mandados a hacer para este lugar. Están los frontones, dos frascos inmensos, con función ornamental, de cristal de Bohemia; ambos piezas únicas, pues sus dueños compraron la exclusividad del diseño. En el mundo existen solo esas dos.

"En los planes para la evacuación del museo en casos de desastres me dicen, por ejemplo, que debo priorizar cien piezas y yo les digo que aquí todo es valioso: los albareros todos son distintos, las etiquetas son invaluables y la biblioteca es una joya, ahí hay libros de todo el mundo que no existen en otra parte; hay una farmacopea de Bélgica, del año 1845, que no existe ni en ese país."

—¿Cómo son las relaciones con la comunidad y el mundo farmacéutico actual?

—Hemos logrado un fuerte vínculo con la comunidad cubana e internacional. El reconocimiento que tiene en el público internacional es grande. Hay muchas personas que vienen a otro lugar de Cuba y se trasladan a Matanzas, nada más a ver la botica. En cuanto a los niños y jóvenes cubanos, mantenemos vínculos con todos los niveles de enseñanza, desde los círculos infantiles hasta la Universidad, especialmente con la Facultad de Ciencias Médicas. El Museo es sede de la Filial de la Sociedad Farmacológica de Cuba en Matanzas.

"Desarrollamos investigaciones dirigidas fundamentalmente al estudio de sus colecciones, que son amplias. Actualmente se trabaja en el estudio de productos medicamentosos que están en el museo desde la fundación de la botica, sobre la base de que hay fórmulas de 1882 que se pueden hacer aquí, porque están todos sus componentes. Eso lleva un trabajo exhaustivo, con los libros de asentamiento para determinar las fórmulas y con los fondos que hay en salas y en almacén."

"El proceso de digitalización de los 55 tomos de los Libros de asentamiento de recetas de la botica, concluido en 2013, fue otro paso importante, que favorecerá que toda esa información pueda ser utilizada por los investigadores de las especialidades vinculadas a la farmacia en el mundo. Próximamente va a haber una publicación de todas esas formulaciones para que la gente las use y este año continuará otra fase del proyecto, que incluye un catálogo digital de todos los bienes del museo."

—¿Han pensado en brindar otros servicios en el museo, como la venta de remedios o esencias?

—Hemos tenido ese proyecto siempre, no aquí en el museo, porque los bienes son patrimoniales, sino en un espacio al lado, que hemos estado solicitando al gobierno de Matanzas desde hace años. Hoy lo ocupa una inmobiliaria para las construcciones turísticas y una oficina de Infotur. Cuando ocurrió la nacionalización esa construcción era propiedad del doctor Triolet. Quisiéramos habilitarla para vender cocimientos o cremas. El proyecto existe, lo único que se necesita es la buena voluntad de quienes deben decidir.
 
—¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta hoy el Museo Farmacéutico?

—Aunque su estado de conservación es bueno, tenemos dificultades constructivas en el inmueble que se deben atajar a tiempo. Lo principal son filtraciones graves en la cubierta, porque la manta impermeabilizante ya cumplió 16 años y su vencimiento fue a los diez. Después de la cubierta hay que hacer otros arreglos.

"También nos ha causado daños el cierre del Hotel Louvre, que por la derecha con la botica y un deterioro acelerado. Estamos, además, en un lugar inhóspito, pues por la parte de atrás tenemos al antiguo Club 66, la Bodega El Águila y lo que fue una sucursal bancaria, todo en estado deplorable."

"En cuanto a la cubierta, ya está aprobado para este año un proyecto para restaurar la manta. Nos han dado otras soluciones, pero implican sellar y eso no es bueno para un lugar como este, donde lo ideal es que el revestimiento transpire. Soy del criterio de que las acciones de restauración, cuando no son adecuadas, hacen más daño que esperar un poco a que se logre lo que realmente debe hacerse."

—Además de los planes inmediatos de reparación, ¿qué otros proyectos tienen?

—El más importante, y que quisiera lograr antes de morirme, es lograr que el museo sea declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Estamos en la Lista Indicativa por Cuba, reunimos todos los requisitos, pero no depende solo de eso, tiene que haber una voluntad muy fuerte en las personas que gobiernan en la localidad para que realmente se logre y no hemos contado con ese apoyo.

"Matanzas está en una situación difícil. Aun cuando fue declarada Monumento Nacional en 2013, la situación de conservación del centro histórico de la ciudad es muy compleja y eso también lo valora la UNESCO."

El razonamiento de Marcia, lleno de toda lógica, es un llamado de atención a quienes tienen la responsabilidad de salvar, como se ha salvado la botica, otros sitios patrimoniales de Matanzas. Pero el museo y ella misma, con su energía, me hacen creer que tal vez la UNESCO falle a favor de declarar esta joya de la farmacéutica mundial, que tiene el doble mérito de haberse mantenido en medio de un entorno tan agresivo, como Patrimonio de la Humanidad.

Mientras bajamos por la estrecha escalera de madera, Marcia insiste en reservarme una visita dirigida para contarme, paso a paso, los secretos de los frascos, las etiquetas y los libros donde se escribían las recetas.
Aprovecha y me cuenta del encuentro previsto con los descendientes de la familia Triolet, de las muestras especiales en la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas, de la medalla conmemorativa que instituirán por los 50 años, de un gran concierto y de la segunda edición en diciembre del Evento de Medicina Natural Tradicional Triolet 2014, al final del año.

Le hago la pregunta trillada de “qué ha significado el museo para ti” y no duda en contestar: “Esta es mi casa, el lugar al cual he entregado lo mejor de mi vida. La gente se ríe porque yo digo que esta es mi botica y ha habido funcionarios que me han llamado la loca que se cree dueña del museo”.

No digo más, solo asiento. Pero quisiera explicarle que sí es su museo, que ser o estar loca no es tan malo cuando se logran obras como esta y que muchas personas en Matanzas aseguran que la Botica Francesa y la humanidad le deberán siempre a la familia Triolet, pero también, y aunque su modestia no le deje aceptarlo, a Marcia Brito Hernández.


Vista del Frente del Museo Farmaceútico de Matanza. (Foto: Yirmara Torres / Cubahora)


Tarja de los fundadores de la botica. (Foto: Yirmara Torres / Cubahora)


Algunos de los pomos de la colección de la botica.
(Foto: Yirmara Torres / Cubahora)


Antiguas etiquetas de los pomos que se conservan en la botica.
(Foto: Yirmara Torres / Cubahora)

Instrumentos utilizados antiguamente en la farmaceutica. (Foto: Yirmara Torres / Cubahora)


Libro donde se anotaban las ventas.
(Foto: Yirmara Torres / Cubahora)

Marcia Brito explica cómo es el proceso de conservación en el museo. (Foto: Yirmara Torres / Cubahora)

Frascos en forma rectangular donde se conservan algunos medicamentos.(Foto: Yirmara Torres / Cubahora)


Mostrador donde se atendían a los clientes.
(Foto: Yirmara Torres / Cubahora)



Otra de las reliquias farmaceuticas conservadas en el museo.
(Foto: Yirmara Torres / Cubahora)


Uno de los mostradores principales de la botica.
(Foto: Yirmara Torres / Cubahora)


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Yirmara Torres Hernández

Se han publicado 10 comentarios


BARBARA VIGNOLI
 3/6/14 10:23

Ho visitato questa farmacia a fine aprile scorso e sono rimasta incantata. In precedenza, avevo visto altre farmacie storiche ma mai mai mai così integre e con tutto il materiale originale come questa. Spero proprio si faccia tutto il possibile per permettere che si possa visitare per tanti altri anni, riparando le parti danneggiate di questo palazzo.

Marina 9:16 am / 26/03/2014
 26/3/14 9:32

Es un maravilloso regalo donde se aprecia la obra de sus conservadores y la de todas las personas que lo han hecho posible "solo el amor engendra la maravilla". preservar para el bien común y la historia. Es algo que debemos rescatar en las farmacias del país, por sus fórmulas de alto valor probado y que hoy la medicina natural nos la regala. Me llena de admiración y respeto el buen gusto , saber apreciar lo bueno. Una maravilosa reliquia de valor incalculable, Gracias Marcia y colaboradores.Gracias Yirmara por presentar nuestras riquezas.

Barbara
 23/3/14 18:52

Marcia Brito es la loca más cuerda que conozco!! su pasión por preservar para el futuro esta joya, en un entorno hóstil es admirable. Gracias Yirmara por compartir

yirmara
 21/3/14 15:53

Gracias a todos por sus comentarios... pero lo que describo no es ni la mitad de lo que es esa Botica... es una maravilla. Lo mejor es el mundo de sensaciones que provoca en quienes la visitamos, es el clima, los olores, la iluminación... son la gente que trabaja allí... es de esos lugares donde parece que la magia es posible... A tí Dilbert... Matanzas está "al cantío de un gallo"...

Dilbert
 14/3/14 15:11

Estos paseos entrañables que el periodismo permite regalarnos, al llevarnos mediante letras, imágenes y sentimientos por lugares únicos y majestuosos de nuestra amada Cuba, saldan deudas que a veces uno mismo no ha podido pagar con viajes ni vacaciones; mientras internet y la propia TV nos inundan a diario de paisajes extranjeros que también deseamos, pero que no siempre guardan tanta maravilla como aquellos tesoros que tenemos allí mismo, en nuestra propia calle, al doblar de la esquina. Gracias Yirmara. Casi cuatro años después he tenido la oportunidad de agradecerte con otro, el comentario que me regalaste mediante un post de mi blog Saeta Cubana, cuando el triste accidente aéreo de Sancti Spíritus.

zaidagraciela
 14/3/14 14:40

Tambien lamento, no haber visitado este interesante sitio, cuando estuve en Cuba en Enero 2014. Seguro lo iré a conocer en mi próximo viaje, segguuuro!

Carlos
 14/3/14 13:30

No sólo es alucinante el estado del mobiliario y los elementos que se exhiben, si no también el grado de limpieza: no se ve un grano de polvo!! Qué lástima no haber visitado este lugar en mi querido viaje a Cuba.

Paloma Figueroa Lopez desde FB
 14/3/14 11:33

La boticaaaa !!

Livia
 14/3/14 11:18

Matanzas, mi querida tierra cuna.

Mercy
 14/3/14 10:59

Excelente. He disfrutado mucho sobre todo las fotografías. Uno sabe que esa farmacia está ahí pero no conoce detalles sorprendentes. Qué bueno preservar lugares así.

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