Unidos geográficamente por el mar, Cuba y los estados que conforman la Comunidad del Caribe (CARICOM) comparten una cultura muy similar, que tiene expresión en la voluntad política ratificada por lazos que cumplen 40 años.
El 8 de diciembre de 1972, Barbados, Guyana, Jamaica y Trinidad y Tobago establecieron simultáneamente relaciones diplomáticas plenas con Cuba, abriendo una profunda grieta en el muro que Estados Unidos levantó alrededor de la Isla.
La Guerra Fría estaba en uno de sus momentos más calientes con la administración Nixon empeñada en aislar a Cuba, considerada en ese momento como “la apestada” del hemisferio.
La decisión de aquellos cuatro estados, recién llegados a la independencia, fue un acto de valentía política, e incluso de desafío, que ratificó su soberanía y rompió el dique de los caribeños para acercarse a la mayor Isla de las Antillas.
En la medida en que iban obteniendo la independencia política, los demás estados anglófonos del Caribe siguieron los pasos de aquel cuarteto de adelantados y establecieron nexos con La Habana.
A partir de ahí, la cooperación bilateral se desarrolló establemente y se incrementó en la década de los 90, cuando tras la desaparición del campo socialista europeo, Cuba se convirtió en miembro fundador de la Asociación de Estados del Caribe.
La relación bilateral se ha materializado en el apoyo permanente del CARICOM a Cuba en Naciones Unidas y otros foros internacionales para rechazar la hostilidad de Washington hacia La Habana.
Cuba, por su parte, ha ofrecido a sus vecinos cooperación fundamentalmente en salud, educación y deporte, entre otras áreas, de unas sólidas relaciones que también incluyen la formación gratuita de jóvenes profesionales.
Precisamente, para celebrar los primeros 30 años de relaciones con el Caribe, fue convocada la Primera Cumbre Cuba-CARICOM, que tuvo lugar en La Habana el 8 de diciembre del 2002.
Tres años después, también un 8 de diciembre, declarado ya como Día Cuba-CARICOM, sesionó en Bridgetown, la capital de Barbados, la Segunda Cumbre bilateral.
Esa reunión, de la que salió la aún vigente Declaración de Bridgetown, confirmó que la integración es una necesidad de esos pequeños estados insulares que tienen que enfrentar en bloque complicados procesos de negociación en la arena internacional.
No por gusto, el entonces presidente Fidel Castro criticó en esa cumbre a los países desarrollados que emplean un discurso hipócrita de liberalización del comercio, mientras cierran sus mercados a las naciones del Tercer Mundo.
Fidel llamó entonces a responder a esas prácticas con la unidad y la globalización de la solidaridad.
Por eso, el primer tema de análisis de la Tercera Cumbre Cuba-CARICOM, que sesionó en diciembre de 2008 en Santiago de Cuba, fue el impacto de la crisis en esas naciones, además de concertar posiciones de cara a la Cumbre de América Latina y el Caribe, que se realizó ese mismo mes en Salvador de Bahía, Brasil.
Para cerrar, se analizó la situación actual y las perspectivas de la cooperación entre Cuba y sus vecinos, un asunto de particular relevancia por las implicaciones prácticas que tiene para esos pequeños estados.
La Cuarta Cumbre tuvo como escenario a la ciudad de Puerto España, la capital de Trinidad y Tobago, adonde acudió el pasado año el General de Ejército Raúl Castro, quien junto a sus colegas se congratuló por la creación en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) decidida una semana antes en Caracas.
La Declaración de Puerto España expresó la certeza de que, con la nueva institución, los pueblos de la región “están debidamente representados en el proceso para avanzar”.
Las cumbres, que como se ve, tienen una periodicidad trienal, constituyen hoy un importante mecanismo de concertación entre vecinos unidos por lazos históricos y culturales, pero sobre todo, por un profundo mar azul.
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