Hubo, a fines del pasado siglo, quien vaticinó -y hasta deseó- un final abrupto para una entidad que desde su fundación en 1961 resultó sumamente incómoda para los segmentos imperiales a escala global.
Algunos se escudaron en aquello de que, una vez terminada la pugna entre las dos grandes superpotencias de la época por la disolución de una de ellas, la Unión Soviética, ya no había espacio ni contenido para una agrupación fundada por naciones tercermundistas que se sentían ajenas a los contrapuestos bloques militares vigentes hasta entonces: la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, y el Pacto de Varsovia.
En realidad se frotaban las manos a la espera del desmembramiento y desmovilización de un frente internacional que en su desarrollo se convirtió en pieza clave en la lucha contra los vestigios del colonialismo, que no dudó en proclamar y defender el derecho de los pueblos a la independencia y la autodeterminación, que rechazó no pocas aventuras expansionistas imperiales, y que hizo frente común con las causas más positivas del género humano, aún en medio de la heterogeneidad de sus muchos miembros.
Porque NOAL no se contó nunca entre los preferidos de los grupos reaccionarios de poder…todo lo contrario.
Y justo esa lapidaria verdad permitió que, luego de la disolución de la Unión Soviética y del campo socialista europeo, el Movimiento de Países No Alineados no perdiese el rumbo o llegase a disminuir su papel. Para muchos de sus integrantes, la humanidad se adentraba quizás en una etapa más riesgosa y difícil.
“Así, envalentonados por su proclamada victoria sobre el eje del mal -escribía recientemente un colega- los círculos norteamericanos de poder apuntaron de inmediato al surgimiento de un mundo unipolar, donde la hegemonía de Washington sería total e indiscutible, y donde no sería permisible bajo ningún concepto el surgimiento o la reestructuración de nuevas potencias. En cuanto al universo subdesarrollado, quedaba reducido a coto de caza del imperio y de sus intereses monopolistas y militaristas.”
De manera que en tan peliagudo escenario, hubiese sido de irresponsables e ingenuos la disolución de los NOAL y la pérdida de un instrumento internacional de concertación que suma a estas alturas una larga lista de trascendentes logros históricos.
Y, ciertamente, la Décimo sexta Cumbre de los NOAL, en Teherán, debe seguir esa ruta.
Según se ha informado, en especial hará énfasis en intentar frenar los planes expansionista de Washington, sus restantes aliados de la OTAN, y el sionismo israelí, en áreas geográficas tan sensibles y explosivas como Oriente Medio y Asia Central.
A la vez, por realizarse en Irán, país que presidirá en lo adelante el Movimiento, considerará el cónclave la necesidad de respetar el derecho de cada nación al libre uso de la energía atómica con fines pacíficos, una prerrogativa que los Estados Unidos y el resto del occidente imperial pretenden negar a la nación persa bajo los más absurdos pretextos.
En consecuencia, el Movimiento No Alineado seguirá teniendo por delante renovadas y trascendentes tareas globales, en la misma medida en que las amenazas de los poderosos no cedan terreno, y la violencia, la imposición y la desigualdad resulten artilugios preferentes de quienes se estiman patronos universales.
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