Todo el mundo recuerda qué estaba haciendo exactamente aquel 17 de diciembre en el que los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y Estados Unidos, Barack Obama, anunciaban el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países. Sin embargo, apenas tres años después pareciera que aquel histórico suceso fue hace demasiado tiempo, cuando un nuevo inquilino en la Casa Blanca se ha empeñado en desandar los pasos encaminados a una comunión de respeto y convivencia.
No faltaron quienes encontraron cábalas en el suceso, acontecido en una fecha en la que se celebra en Cuba el Día de San Lázaro, deidad sincrética del panteón yoruba idealizado como un viejo con muletas acompañado por perros que lamen sus llagas de leproso. El santo tiene fama de milagroso y ese día en las celebraciones que se le consagran, que incluye procesiones, altares con ofrendas de dulces, prendas y promesas, hubo velas y oraciones de agradecimiento por su intervención en estos asuntos tan mundanos.
Durante un corto período de tiempo el mundo encontró sentido al optimismo. En poco más de dos años se reabrieron las embajadas de ambos países, se firmaron 22 acuerdos en disímiles sectores y más de medio millón de estadounidenses viajaron a Cuba. Quedaron pendientes temas como el levantamiento del bloqueo y la devolución del territorio que ocupa ilegalmente la base naval de Guantánamo, pero el propio Obama reconoció que era necesario un cambio en la política hacia la Mayor de las Antillas luego de años infructuosos desde una posición de agresión.
Obama, ideólogo del llamado “poder inteligente” no renunciaba a derrocar la Revolución Cubana, pero proponía métodos más discretos. Con Trump, para muchos un elefante en una cristalería dentro de la tradición política norteamericana, volvió casi de inmediato a la bravuconería y la atmósfera de la Guerra Fría.
Ya el tres de febrero de 2017 el entonces portavoz de la Casa Blanca, Sean Spice, anunciaba que Washington revisaría todas las políticas hacia Cuba con un “enfoque en los derechos humanos, como parte de un compromiso con los ciudadanos de todo el mundo”. A partir de ese momento comenzaría a entretejerse una historia sacada de una novela de conspiraciones.
Mientras de forma secreta el Departamento de Estado y el Ministerio de Relaciones Exteriores comienzan un diálogo sobre presuntos ataques sónicos a funcionarios y familiares de la embajada norteamericana en La Habana, Donald Trump hace más abiertos sus coqueteos con el ala más reaccionaria de la migración cubana asentada en Miami: primero desde su plataforma preferida para la diplomacia (su cuenta en Twitter) y luego con la firma de una orden presidencial en el teatro Manuel Artime, con la que dijo cancelaba todo el acuerdo bilateral del último gobierno (una de sus obsesiones ha sido borrar el legado de Obama).
Posteriormente se harían públicos los incidentes sónicos y sin evidencias el gobierno norteamericano acusaría al cubano de ser culpable o cómplice, en un hecho que venía como anillo al dedo para profundizar las contradicciones. Las dos embajadas quedarían limitadas en sus funciones por la retirada del personal y los departamentos de Estado, Comercio y Tesoro dieron a conocer la adopción de “acciones coordinadas” para implementar el documento firmado por el presidente en junio de 2017.
Si no pudo con el Obamacare ni destruir los acuerdos de las conversaciones nucleares con Irán, al menos Trump ha sido más efectivo en el desmantelamiento de las políticas de acercamiento de Estados Unidos hacia Cuba. De la normalización se esperaban beneficios a ambos lados del estrecho de la Florida. Varias organizaciones hablaban de la posibilidad de crear cientos de miles de empleos y generar millones en productos y servicios. ¿Por qué entonces esta actitud de Trump, un presidente que dijo llegó a la Casa Blanca a crear trabajo y riqueza?
Habría que preguntarle al senador y ex contendiente presidencial Marco Rubio qué le prometió a Trump para que cumpliera al pie de la letra sus intereses. Cualquiera que advierta una relación entre esta actitud del ejecutivo y la posición de Rubio para conducir por caminos menos comprometedores las investigaciones sobre la injerencia rusa en los resultados electorales presidenciales, no es pura coincidencia.
Otro “peligro” se cernía sobre estos hechos. Los intercambios pueblo a pueblo autorizados por Washington para flexibilizar las medidas que permitieran viajar a sus ciudadanos a Cuba, fueron concebidos para exportar el modo de vida yanqui y dar un conteo de protección al proyecto cubano; sin embargo, el cambio de actitud se dio en sentido contrario y las miles de horas de bombardeo mediático contrarrevolucionario fueron inútiles para cambiar las impresiones que se llevaron los visitantes norteamericanos luego de recorrer las calles de La Habana o cualquier otra ciudad.
Quizás fue demasiado peligroso que Cuba no fuera la bestia negra que se pinta y aumentaran las simpatías en una opinión pública que en más de un 50 por ciento considera que deben darse pasos positivos hacia la normalización de relaciones entre las dos naciones.
Tres años después expertos coinciden en que no habrá avances en el “deshielo” pero tampoco se espera un cambio demasiado brusco en los principios establecidos por el gobierno de Obama, a pesar de los gritos de guerra de la administración Trump.
Este 17 de diciembre otra vez miles de cubanos peregrinarán hasta la iglesia de El Rincón para cumplir sus promesas de San Lázaro. En casa y cabildos habrá ceremonias con toque de tambores y ritos venidos hace siglos de África. Habrá quienes le pedirán por asuntos más íntimos como la sanación o el camino despejado para proyectos personales y profesionales. Pero quizás tampoco falte la vela para que el también llamado Babalú Ayé intervenga en estos asuntos de hombres y ayude a reconstruir los puentes caídos o provea de fuerza y carácter para no renunciar y resistir.
JORGE
18/12/17 16:26
La proliferacion de la Santeria ,nos esta sumiendo en un atraso social que lo abarca todo, es lamentable y peligroso para las generaciones futuras.
ANGEL
22/12/17 7:36
JORGE, UD. ESTA EN TODO SU DERECHO SI NO LE GUSTAN LAS CREENCIAS RELIGIOSAS QUE TRAJERON AQUELLAS PERSONAS QUE FUERON ARRANCADAS DEL LUGAR DONDE VIVIAN Y ESCLAVIZADAS BRUTALMENTE, Y EN LO PERSONAL, CREO QUE LLAMARLAS: ¨SANTERIA¨ ES UNA VULGARIDAD.
PERO, LA ESENCIA DE MI COMENTARIO ES QUE UD. AFIRMA QUE: ¨nos esta sumiendo en un atraso social que lo abarca todo, es lamentable y peligroso para las generaciones futuras.¨.
¿SERIA TAN AMABLE DE EJEMPLIFICAR ESE ATRASO EN QUE CONSISTE Y EN QUE RADICA LO PELIGROSO PARA LAS FUTURAS GENERACIONES? DISCULPE, PERO NO LE COMPRENDO, YA QUE PERSONALIDADES CIENTIFICAS, DE LA CULTURA Y DEL DEPORTE DE NUESTRO PAIS PROFESAN ESAS CREENCIAS Y NO CREO JUSTAMENTE QUE ELLOS NOS LLEVEN AL ATRASO, NI QUE SEAN PERSONAS ¨PELIGROSAS¨.
POR CIERTO, DEBE SABER QUE SI UD Y TODOS SUS ANCESTROS SON RUBIOS Y DE OJOS AZULES, SON ANTE TODO PERSONAS CON LOS MISMOS DEBERES Y DERECHOS QUE AQUELLOS QUE PRACTICAN ESAS RELIGIONES Y LAS OTRAS QUE UD. NO HA MENCIONADO Y ESPERO QUE NO PIENSE QUE LOS CATOLICOS, BAUTISTAS, ANGLICANOS Y HASTA LOS MASONES, PARA CITAR UN EJEMPLO, SON MAS CULTOS POR NO PROFESAR UN CREDO ORIUNDO DE AFRICA.
EL PUEBLO CUBANO RELIGIOSO O NO, BLANCO, NEGRO, O CHINO, ES UNO SOLO Y COMENTARIOS COMO EL SUYO SOLO LLAMAN A LA DESUNION EN MOMENTOS EN QUE TENEMOS QUE ESTAR MAS UNIDOS QUE NUNCA POR LOS ACTUALES PRONUNCIAMIENTOS DEL VECINO DE ENFRENTE.
senelio ceballos
18/12/17 2:33
Cont..II Parte...Estimado autor...Quieran muchas personas o NO!!...Existen dos mundos paralelos en cada individuo...UN MUNDO MATERIAL-FISICO......Casas, carros, trabajos, dinero, fiestas, sexo.. etc.Que cada individuo puede crear / formar/comprar en fin.........Existe otro mundo mucho mas sutil-intrinseco...Que ud no puede comprar, ni con mucha plata...Amor, verguenza, idealismo, entre ellas esta la religion...ESO HAY QUE RESPETARLO....Yo creo que si muchos cubanos ..INTERELACIONAN....El 17D como dia sagrado por las religones cristianas y africanas.....WELCOME!! A BIEN SEA!!! Gracias
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