La última de las absurdas y nada comprobadas “posibilidades” para encontrar respuesta, “pruebas” de algo que nunca ocurrió, es la declaración a la revista National Defense de James Giordano, cuyo pedigrí es ser experto en neurotecnología y su uso en el campo militar —los verdaderos médicos y expertos en salud desistieron de tanta incertidumbre—, aludiendo a que se trata de “neuro-armas probablemente de tipo biológicas, químicas que dirigen la energía”.
Algunos medios de Estados Unidos se hicieron eco de tal enajenación: ni una sola prueba, como es obvio.
Los medios estadounidenses retoman viejos pretextos y hacen referencia a nuevos testigos –sin nombres ni rostros– y hechos que no se sustentan.
Pero comencemos por el principio.
El jueves pasado, un día antes de este nuevo capítulo, en una audiencia en el Congreso, funcionarios del Departamento de Estado afirmaron que el gobierno aún no sabía cómo se llevaron a cabo ni quién estaba detrás de los dichosos “ataques” contra los empleados de su embajada en La Habana y algunos familiares.
Más allá de la falta de rigor científico, por lo cual el tema ya ha sido cerrado hasta por el Buró de Investigaciones Federales de ese país, hay varios argumentos que es preciso nuevamente dejar en claro.
Primero: Cuba no ha practicado jamás el acoso ni el asesinato de diplomáticos. En cambio, ha sufrido por parte de terroristas aupados por el gobierno de los EE.UU. Recordemos a Adriana Corcho Callejas y Efrén Monteagudo Rodríguez, asesinados en un atentado dinamitero a la embajada cubana en Portugal; Crescencio Galañena junto a su compañero Jesús Cejas, sacrificados por la dictadura militar de Argentina; Félix García Rodríguez, ultimado en plena calle de New York, por solo citar algunos.
Segundo: Somos un país del llamado Tercer Mundo, víctima de un arma genocida letal denominado bloqueo económico, comercial y financiero desde hace casi 60 años, cuyos daños a generaciones de cubanos son incalculables. Un país que por falta de liquidez en divisa a causa del tal bloqueo y la persecución del gobierno de EE.UU. a los bancos y empresas internacionales que comercien con este pequeño territorio de apenas 11 millones de habitantes, sortea vicisitudes para obtener financiamientos externos para su desarrollo. Cuba adquiere productos en el mercado mundial a precios muy superiores en comparación con los que pudiera pagar si hubiera un comercio natural con EE.UU.
De ahí otra conclusión: el sistema de defensa nacional cubano es de todo el pueblo y emplea, por tanto, táctica defensiva, o sea, no “fabrica” enemigos, no busca un adversario, solo impide la intervención de una potencia extranjera y preserva a su población de la destrucción y la muerte.
Tercero: El desarrollo científico cubano en el campo de las neurociencias y su aplicación para la mejora de la calidad de vida de personas con padecimientos cerebrales, a pesar de las carencias materiales, ha sido reconocido por prestigiosas instituciones internacionales. Es válido recordar que el eminente neurólogo y neurofisiólogo cubano Calixto Machado, obtuvo en el 2011 el Premio al Investigador del Año por la Obra de su Vida por parte de la Academia Internacional para el Desarrollo del Cerebro del Niño, una institución científica de Filadelfia, y ese mismo año en la ciudad de Orlando, Florida, recibió el Premio a la Investigación del Mejoramiento Neurológico Funcional del Cerebro Humano, de parte de la International Association of Functional Neurology and Rehabilitation.
Este mismo año, a propósito de realizarse el XIII Taller teórico- práctico sobre Avances en Neurointervencionismo Vascular, el profesor Leopoldo Guimaraens, de España, especializado en neurointervencionismo, elogió en La Habana el alto nivel científico de los profesionales cubanos y en especial en esa disciplina médica.
El Centro de Neurociencias de Cuba se dedica a la investigación, producción y comercialización de tecnologías avanzadas para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades del cerebro. Esa institución conduce la red nacional de neurofisiología clínica, así como los programas de salud o educación relacionados con las neurociencias.
Entre los principales logros que exhibe está la introducción, junto a otros centros, de la tecnología del implante coclear en Cuba para restituir la audición a sordos y, más recientemente, a sordo-ciegos; así como el desarrollo de estudios epidemiológicos y nuevos métodos de detección temprana relacionados con las demencias y la enfermedad de Alzheimer.
Cuarto: ¿Existe la neuro-arma? Según los llamados expertos de EE.UU. son “armas de energía dirigida, destinadas a causar disrupción o dañar el cerebro de las víctima”. Pero, ¿cómo y quiénes han experimentado con las neurociencias para fines bélicos?
En un estudio del 2013 titulado “Uso bélico de la neurociencia y el rol de los derechos humanos”, Gonzalo Cuba Yaranga explica: “La historia nos muestra los conflictos entre Estados poderosos y su obsesión por tener un ejército cada vez más eficiente. Para ello han recurrido a diversos métodos, tales como los entrenamientos desde edad infantil, la insensibilización al terror o la promoción de la crueldad en grupos de élite de varias culturas. En el tiempo que nos ha tocado vivir, este interés del mejoramiento militar ya no se fija exclusivamente en el uso de la fuerza física o de armas cinéticas. El avance de las ciencias ha revolucionado de forma rápida el paisaje social en todas sus manifestaciones, obviamente estas se producen en países industrializados con la capacidad tecnológica y económica”.
En otro momento, el propio estudio apuntaba: “En los últimos años, la desclasificación del Proyecto 112 (De Martos, 2012), muestra las pruebas que se hacían en soldados con el incapacitante BZ o el alucinógeno LSD, así como otros compuestos químicos para probar antídotos, medir su potencial destructivo y determinar si era posible controlar el cerebro humano, todo ello orquestado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Ejército de Estados Unidos, comprometiéndose a varios científicos de la Universidad de Oklahoma (Bonete 2010)”.
Colofón
Entonces, ¿en qué mente enajenada es posible elucubrar y qué lacayos se permiten amplificar una idea como la de las neuro-armas? Si no fuera porque las experiencias recientes demuestran que historias tan absurdas y mal contadas han llevado a la invasión de estados soberanos y al genocidio de pueblos enteros, podría clasificar como un mal chiste.
Para terminar, con respecto a los supuestos incidentes sónicos, qué interesante sería si definitivamente nuestros médicos y científicos pudieran acceder a todos los expedientes sobre el caso, entrevistarse y examinar clínicamente a los diplomáticos que alegan estar afectados. Entonces, como diríamos en buen cubano, otro gallo cantaría.
José Manuel
10/9/18 16:54
Muy interesante lo del Proyecto 112 no sabía nada de él.¿por qué no hemos hablado más sobre esto? Estas son las cosas que tenemos que contar.
Roberto
10/9/18 16:43
Buen análisis.Resume los principales argumentos que un cubano tiene que tener. Vi esta entrevista que no la conocía.
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