El reciente anuncio del Departamento norteamericano de Estado de que a partir de este 19 de marzo se implementará parcialmente la posibilidad de demandas de ciudadanos gringos contra empresas cubanas a partir de la ley Helms Burton, indica claramente que la administración de Donald Trump insiste en su política agresiva a escala regional, y en especial contra nuestro país.
Así, las tensiones se incrementan en el caso de Venezuela contra la cual los altos cargos de Washington, incluido el díscolo presidente, dicen tener sobre la mesa “todas las opciones”, a la vez que instrumentan planes similares contra Cuba y Nicaragua en su obsesión de “liquidar el socialismo en América Latina.”
Y dentro del abanico de opciones, la mafia que secuestra la política exterior de la primera potencia capitalista ha decidido activar en parte el Título III de la pirata ley Helms Burton, por la cual ciudadanos y entidades estadounidenses pueden demandar al gobierno de Cuba o a quienes negocian con la Isla por el “usufructo” de propiedades confiscadas en la mayor de las Antillas luego del triunfo revolucionario de enero de 1959.
El acápite, desactivado desde el mismo año 1966 en que se aprobó el citado legajo, se ha convertido ahora en una de las armas de Trump en su propósito de enrarecer el máximo los vínculos con uno de sus más inmediatos vecinos geográficos, verdadera espina socialista en el gaznate imperial en los últimos seis decenios.
Hay que recordar que numerosos países con relaciones económicas con Cuba no solo condenaron de inmediato una medida que viola toda legislación internacional, sino que aprobaron incluso sus propias “leyes antídoto”, destinadas a conjurar las amenazas de la Helms Burton.
No obstante, y como parte del coro ultraconservador y prepotente aposentado en la Casa Blanca, el señor Mike Pompeo, jefe de la diplomacia imperial, ha dado un primer paso en la “ruptura del dique”, al indicar que la Helms Burton podrá aplicarse en breve contra empresas y entidades cubanas “relacionadas con los sectores de seguridad y defensa”, a partir de una lista de “enemigos comerciales de la Isla” elaborada previamente por el Departamento de Estado.
Una relación que incluye ministerios cubanos como el MINFAR y el MININT, firmas comerciales, establecimientos hoteleros y corporaciones, algunos de ellos ligados a inversiones extranjeras, especialmente en el mercado turístico.
Por demás, Pompeo precisó que por el momento se “evaluará” esta primera decisión, con la idea de seguir abriendo el abanico contra otras firmas y negocios en la Mayor de las Antillas.
Todo indica que Washington, conocedor de la temprana reticencia internacional a semejante desmadre y su rechazo entre no pocos socios internacionales de los Estados Unidos, ha preferido no lanzarse de panza e ir horadando poco a poco el muro de contención vigente desde mediados de la década de los noventa del pasado siglo.
Y sin negar que es muy posible que algún trasnochado intente aprovechar el lance para pretender sacar lascas de este inminente proceso, lo cierto que el absoluto y violatorio carácter extraterritorial de esta decisión puede crear enormes inconvenientes legales al sistema judicial norteamericano, amén de regenerar represalias y serias tensiones con la mayor parte de quienes mantienen un provechoso vínculo comercial con La Habana.
Vale indicar que si existen personas y empresas norteamericanas que no fueron indemnizadas por nuestro país, es sencillamente porque nunca prestaron oídos a las propuestas cubanas para avanzar en ese espacio, justo como consecuencia de la cerril y prolongada hostilidad de Washington hacia Cuba.
Por demás, si hablamos de indemnizaciones y resarcimiento, la Oficina Oval tendrá entonces que ver que hará frente a la cifra de miles de millones de dólares que adeuda a La Habana por los efectos nocivos del prolongado e irracional bloqueo económico y comercial a la Isla, así como por las cuantiosas pérdidas materiales y los más de dos millares de muertos y tres mil y tantos mutilados que sus acciones terroristas han causado entre nuestro pueblo.
Digan ustedes entonces, míster Pompeo y comparsa.
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