Es clásico ya el absoluto rechazo a Cuba en el sector que acapara hoy el gobierno de los Estados Unidos.De manera que no resulta extraña la sarta de insultos que algunos de sus más “selectos funcionarios” han dedicado a la consulta popular del pasado 24 de febrero, en que la mayoría de los cubanos aprobaron el texto de una nueva Constitución.
Desde luego, que en la Casa Blanca o en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) por intermedio de su jefe de turno, el sinuoso Luís Almagro, se infame de lo ocurrido en la Mayor de las Antillas con relación a la próximamente vigente Carta Magna, no es para la mayoría de nuestra gente ningún motivo de preocupación o alarma. A muy pocos interesa en este país que la Oficina Oval o Almagro hayan decidido “no reconocer”, ni la realización, ni los resultados de la consulta popular.Es más, lo que sí resultaría tal vez preocupante es que los elogiaran, los ensalzaran, los festejaran y los aplaudiesen…entonces si había que preguntarse si andamos por lo cierto, lo lógico, lo correcto y lo justo.
Pero el barullo no solo implica machacar en una tirantez enfermiza que ya ha llevado al régimen de Donald Trump (porque ciertamente le cabe el apelativo a la manera que el señor magnate inmobiliario deshace la política) a reducir a la mínima expresión los vínculos con La Habana recreados por la administración de Barack Obama en sus postrimerías, sino que además comporta una burda e inaceptable injerencia en nuestros asuntos políticos internos que, quiéranlo o no en las orillas del Potomac y los círculos reaccionarios de la Florida, son de la más absoluta y única incumbencia de los cubanos.
Es evidente que la nueva paranoia de Trump relativa a su “misión histórica” de borrar el socialismo en el Hemisferio americano, ha añadido nuevos y absurdos tintes a la visión y el devenir de los chapuceros en cuyas manos colocó las riendas de la política exterior estadounidense.Contra el referendo constitucional se pronunciaron por tanto el señor Mike Pompeo desde su Secretaría de Estado, y el flamante terro-guerrerista John Bolton, no menos “rutilante” asesor de Seguridad Nacional. Gente “brillante” sin dudas, con un radicalismo de derecha sin tacha ni mancha, y “geniales” estrategas del “cambio” regional y global a lo Made in USA.
Promotores a estas alturas, por ejemplo, del episodio Juan Guaidó contra Venezuela, que muy lejos de cumplir el designio de derrocar a la Revolución Bolivariana, si ha enterrado por completo las ya raídas máscaras demagógicas de la oposición venezolana al proyectarla abiertamente como neta comparsa de apátridas, de esos que –parafraseando a nuestro José Martí- no dudan en apelar a los ejércitos del Norte para matar a sus propios pueblos.
Y mientras, tranquilos nosotros. Haciendo, aportando, aplaudiendo o enfrentando, rechazando y criticando, por propia iniciativa y voluntad, cuanto se haga mal y contribuya a la irritación, el reclamo, o lo peor, a la desidia y la indiferencia popular con relación a la marcha de una patria que necesariamente tiene que ser cada vez más inclusiva, próspera y democrática como garantía de supervivencia, resistencia, y salto al futuro.
Elia Sánhez Batista
28/2/19 10:09
Eso no falla, el mentiroso piensa que todo el que lo rodea dice mentiras también y claro está que EU tiene el sistema electoral más desmoralizado y fraudulento del mundo y no solo porque desde su propio nacimiento como ley lo es, sino cuando la aplican le suman fraudes y hacen lo que el más poderoso pague. Yo nací con la Revolución pero mis padres y abuelos me cuentan de cómo eran las eleciones en Cuba, antes de 1959 y son al estilo de las que hoy vemos en el mundo por lo que ni siquiera vale una comparción con la nuestra. En este caso nuestra Constitución se aprobó con ese alto porciento porque así el pueblo lo quiso, sin campañas, ni sobornos, ni obligaciones de ninguna índole, solo el deseo de un pueblo a su dignidad, a su progreso, a su derecho a vivir en un sistema que escogió porque es el mejor y por recordar que nuetro padre es Carlos M. de Céspedes, nuestra madre Mariana Grajales, nuestro líder invicto Fidel Castro Ruz, nuestros guías actuales Raúl Castro Ruz y Miguel Díaz Canel y demás direigentes del Partido y Gobierno que amamos y respetamos.
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