Besos, abrazos, sentimientos….se abren paso con la nueva Ley de Emigración

Cuando Indira supo que su papá se había “quedado”, anotó la fecha en un papel y comenzó a contar las horas, los días y los meses que estarían sin verse.

No lo juzgué, me dice. “Él tuvo sus motivos y yo no debo cuestionárselos pero lo que sí lamento es que no podamos vernos, sentarnos a hablar de mis estudios, de mis cosas, como hacíamos antes. Éramos muy unidos, yo lo extraño mucho…”.

Indira esperaba la llamada telefónica del sábado, esa que cada 15 días la despertaba para darle los buenos días y preguntarle qué haría el fin de semana. “Y cuando el timbre del teléfono se demoraba en sonar, tal vez porque le costaba comunicar con Cuba o porque tuvo algún problema, me impacientaba y pensaba que algo malo le había pasado”.

Ella había crecido con toda su familia cerca. La casa es grande y sus abuelos maternos, su tía y su prima conviven con ella y la familia paterna vive a dos cuadras… “Toda la gente que quiero siempre ha estado cerca de mí y cuando mi papá no regresó, tuve que aprender a vivir sin él. No está muerto, claro que no, pero las cosas con Estados Unidos siempre han sido muy difíciles y como es médico, ya sabía yo que tendríamos que esperar mucho tiempo”.

Seis años han pasado. Indira tenía 20 años y estudiaba en la Facultad de Lenguas Extranjeras. Ahora trabaja y su desempeño ha sido muy bueno en estos años de Servicio Social, ya cumplido. Sin embargo, ni su título de oro ni sus resultados en el trabajo han sido su mayor alegría.

“El momento más importante de mi vida hasta hoy fue el día que supe que los cubanos podíamos viajar al exterior sin necesidad de tener una carta de invitación o inventar contratos de trabajo como hace mucha gente, o ganarse una beca de estudio o un viaje por el trabajo. Mi mamá no entendía por qué yo saltaba tanto y cuando empecé a llorar, se preocupó. No entendió que las lágrimas eran de alegría porque ahora, ¡ahora yo puedo ver a mi papá!”.

“No pienso en viajar para hacer turismo. Sé que también conoceré lugares, gente, costumbres, porque nunca he viajado al exterior pero en realidad, me da igual el destino. No será Estados Unidos, porque no necesitamos más obstáculos… mi papá y yo nos encontraremos en México, en Puerto Rico, en Haití, donde sea, donde él quiera y pueda. El lugar no es lo principal, sino que nos veremos sin trabas. Si él todavía no puede venir a mí, yo sí puedo ir a él”.

Y como el cuento de Mahoma y la montaña, también pensó Dailyn que ella sería ahora la que diera el gran paso.

“Jan Luis y yo tenemos una relación hace cinco años. Nos conocimos por chat, y estamos juntos cuando él viene a Cuba que, por suerte, han sido bastantes veces en el año. Pero cuando hacíamos el procedimiento por la carta de invitación, para que yo fuera en las vacaciones y pudiéramos estar más tiempo juntos, siempre recibía la respuesta negativa.

“Quise terminar mis estudios en la Universidad y sabíamos que después la relación podía lastimarse porque debía cumplir con mi Servicio Social. La última vez que nos presentamos, ya yo trabajando, volvieron a decirme que no. Jan Luis me propuso casarnos y yo emigrar definitivamente para estar juntos, pero eso nunca me agradó. Ahora, con la nueva Ley de Emigración, pensamos de otra manera. Yo puedo viajar sin esperar tantos permisos y nuestra relación tomará otro giro”, asegura Dailyn.

Y otro giro, casi de 360 grados, tomará la vida de Reynaldo, me confiesa. No solo la de él, sino también la de su pequeña Viviana y la de su madre. Hace tres años su amigo Raúl Alejandro “se fue” y después le propuso encontrarse allá en Brasil para que trabajara con él y pudiera “hacer dinero”.

“Mi familia y yo tenemos necesidades como todos tienen y la casa es grande y vieja, hay que repararla casi completa. Mi madre y yo nos ocupamos de Viviana porque su mamá la dejó con nosotros y se fue. Ella hace sus costuras y yo soy custodio en las noches, así vamos viviendo.

“Cuando supe de la nueva ley y Raúl se enteró, pensamos lo mismo. Si yo trabajo fuera durante dos años, sin estar esperando permisos ni cartas de invitación, puedo ahorrar dinero para arreglar la casa y comprarle las cosas a Viviana, a quien me duele no complacer casi nunca. Y lo más importante, sigo siendo tan cubano como cuando nací y regreso a mi casa, a mi familia sin ningún problema”, afirmó.

Indira, Dailyn y Reynaldo son algunos de los tantos cubanos que se sienten beneficiados con la actualización de la política migratoria de nuestro país. La reunificación familiar, un mayor disfrute de pareja y la mejora económica son sus motivaciones fundamentales y otros, tendrán otras. Lo cierto es que, a partir del pasado 14 de enero, en Cuba se eliminaron una serie de procesos burocráticos, papeles y limitaciones. Queda en manos de otros gobiernos entonces la posibilidad para que se abran paso los sentimientos, los besos, los abrazos.