sábado, 28 de septiembre de 2024

Cuba espera, pero ¿hasta cuándo?

El envejecimiento poblacional, la baja natalidad, la infertilidad, los procesos migratorios: factores todos que imponen crecientes desafíos al país...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 11/07/2014
4 comentarios

Determinadas fechas en el almanaque nos “arrancan” de la cotidianidad y nos despiertan alegrías, tristezas y la mayoría de las veces, reflexiones. Sucede así hoy, porque serán pocos los que no dediquen unos minutos de la jornada para pensarse a sí mismos como habitantes de un país que será (y es ya) uno de los más envejecidos del planeta y ante lo que no habrá una solución inmediata.

Seguramente mi vecina Raiza no se ha detenido a pensar en ello, pero yo veo en su hogar el reflejo del país. Conviven con ella sus padres, de 83 y 85 años y su hija de 32 años, a quien todavía no le interesa planificar su descendencia. Ella, con 56 años, combina sus tareas profesionales con el cuidado de sus progenitores y estimula, de cierta forma, el crecimiento de su hija en el ámbito laboral “porque para los hijos hay tiempo.”… Lo que sucede es que no se sabe bien cuánto.

Pienso entonces que sí, que muchos son los problemas que se desgajan de un crecimiento demográfico intenso, como puede haberlo en naciones que padecen índices de pobreza elevados y poca disponibilidad de recursos básicos para la subsistencia, y también abundan los factores climatológicos y económicos de impacto medioambiental que disparan las alertas a nivel mundial.

Sin embargo, en nuestro caso, en el que le concierne a esta tierra donde vive Raiza y su familia y en la que, al término del Censo de Población y Viviendas realizado el pasado año contaba con 11 167 325 habitantes, los desafíos demográficos también son preocupantes.

¿Cómo enfrentar el futuro de un país en el que su población es cada vez más anciana y no hay índices de natalidad que puedan contrarrestar esa realidad?

En la actualidad, el 18,3 por ciento de los cubanos tiene 60 años o más y en 16 años esa cifra ascenderá a 30. Mucho se ha hablado ya de nuestro envejecimiento poblacional, reflejado en cifras como estas, que coloca sobre la mesa preocupaciones de índole familiar, social, económica, política y de seguridad social.

Es un logro feliz que nuestra esperanza de vida sea elevada y que la calidad de la existencia de los cubanos y las cubanas sea cada vez mejor, pero sin dudas, el relevo de la fuerza de trabajo no estará garantizado con cifras como las aportadas en el Censo, en las que se refleja que en el 2021, la diferencia entre los que salen del sistema de trabajo y los que entran ascenderá a más de 5 700.

Medidas deben tomarse. Las especialidades médicas de Geriatría y Gerontología deberán tener cada vez más adeptos, y la mejora de las condiciones en las casas de abuelos y hogares de ancianos debe ser una prioridad mantenida en el tiempo.

La garantía de prótesis, bastones, sillones de ruedas, andadores, collarines, culeros desechables y otros implementos necesarios para la salud y el bienestar de la población de la tercera edad comienza desde ya a figurar en los problemas a resolver en corto plazo, junto a otras estrategias integrales que emergerán de la labor de la Comisión Gubernamental creada con ese fin, con la anuencia de todas las instituciones y organismos.

Desde el punto de vista educativo, la familia debe ser el centro generador de la sensibilidad que rodee a los adultos mayores, pues en la mayoría de los hogares las relaciones de convivencia intergeneracional deberán manejarse con tino, y no serán pocas las cuidadoras y cuidadores hacia los que también habrá que dirigir políticas específicas.

La comunidad y la escuela son ejes esenciales también de ese componente educativo, pues en todos los espacios se deben crear las condiciones para impulsar afectos, comprensiones y apoyos, en la medida en la que los más jóvenes debemos aprender a tratar a los ancianos, respetarlos, atenderlos y hacerles gratas sus vivencias.

VEJEZ ¿IRREMPLAZABLE?

Convivir con longevos es una exclusividad, de la que nos sentimos orgullosos y a la que habrá que aprender a manejar. Pero a la par, habrá que incentivar con creces la natalidad que muestra comportamientos similares a la de países desarrollados.

Hace más de tres décadas, según advierten los especialistas, no se cubre en el país la tasa de reemplazo poblacional, con la descendencia de al menos una hija por mujer, y los niveles de fecundidad se mantienen bajos. No solo el elemento económico está condicionando esa decisión, pues también el momento para procrear se posterga cada vez más, y no solo es un riesgo para la salud de la mujer concebir después de los 35 años, sino que la cantidad de hijos, por lo general, se verá reducida a uno.

También es un logro feliz que la mujer cubana desarrolle su vida profesional como no podía hacerlo antes, y que sea un derecho respetado su tenencia o no de hijos, el momento para ello y la cantidad.

Pero el país pide a gritos un boom demográfico, como el que tuvo en los años 60, y de no suceder, recaerá en los hombros de ¿quién? nuestro futuro. Un futuro en el que inciden también los procesos migratorios, pues por lo general son los jóvenes y en especial, las féminas, los que deciden vivir fuera de Cuba, restándole al país las posibilidades de reproducción que necesita.

Lo preocupante es que no solo se trata de decisiones marcadas por incertidumbres económicas o profesionales, sino también de realidades biológicas que deben ser atendidas. Tal es el caso de la infertilidad femenina, fenómeno creciente que tiene en el aborto y las infecciones de transmisión sexual sus principales causas.

La atención a las parejas infértiles es, por tanto, una prioridad en el sistema de salud cubano hacia la que se destinan tecnologías de avanzada, pero estamos conscientes de que no será en ellas donde el país encontrará las cifras elevadas de nacimientos que necesita.

Y se hace lo que se puede. El año pasado se incluyó en el Plan de la Economía un monto financiero de 58 millones de pesos para respaldar 30 medidas dirigidas a atender a los adultos mayores y a estimular la natalidad. No será cuestión de coser y cantar, lo sabemos, pero los desafíos están ahí, a la vuelta de la esquina, y las maneras de asumirlos no pueden agotarse.

Raiza seguirá cuidando a sus padres mayores y en unos años le tocará a ella ser cuidada. Su hija, planificando su doctorado en el exterior, ahora mismo no piensa en tener hijos y cuando así lo quiera, no sabremos cuántos tendrá. “No hay apuro”, oímos decir y por eso Cuba espera.


Compartir

Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".

Se han publicado 4 comentarios


Jesse
 21/8/14 9:42

OTRO RESULTADO DEL EXPERIMENTO.

IVETTE
 13/7/14 12:08

Hay que cuidar a esa poblaciòn que ya dio su legado a estas generaciones y  que se  merece ser atendida, debemos crear  motivaciones y cumplir sus sueños de vivir  con calidad!!

nancy
 12/7/14 4:11

Excelente comentario que aborda un tema de imporancia  humana y econónica. Me gusaría que el CENESEX centrara más su actividad  en la educación sexual  de las adolescentes ,y de los jóvenes en general, relacionadas con la reproducción y la necesidad de que crezca la población cubana . Es una necesidad vital para nuestro país.

cubanita soy
 11/7/14 16:36

Lo más importante es perseverar en las transformaciones con animo de que todo irá cambiando...

Deja tu comentario

Condición de protección de datos