El Estado soy yo

Escribió José Martí en 1881, en la Opinión Nacional, de Caracas, que “solo gobierna a los pueblos quien los refleja”, y los tres días de trabajo de los diputados cubanos dejaron en evidencia a una nación que ha decidido emprender su desarrollo desde un enfoque humanista, en el que el progreso económico  no socave las conquistas sociales a las que tienen pleno acceso todas las personas.

Son estos debates parlamentarios que tienen lugar a pocos días de la apertura de la Embajada de Cuba en Estados Unidos, como parte del proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambas naciones, las cuales entran ahora en una fase de normalización. Al mismo tiempo, el XI Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba acordó convocar a su VII Congreso, para el 16 de abril del 2016, lo que supondrá un acucioso proceso de debate político en todas las instancias.

La sociedad cubana continúa envuelta en dinámicas económicas, culturales y demográficas, como por ejemplo, la aparición de  nuevas formas de gestión de la propiedad, el envejecimiento poblacional y la informatización de la sociedad. Urge, en este contexto, una mirada reflexiva y alejada de maniqueísmos hacia nuestras instituciones y fortalecer el sistema de valores sobre los que se asienta la identidad nacional.

Los debates del Parlamento, que afortunadamente este año tuvieron una mayor cobertura televisiva, recogen muchos de los planteamientos e inquietudes surgidos durante el proceso de rendición de cuentas del delegado a sus electores. Esta práctica de la democracia socialista cubana evidenció en su más reciente edición varias vulnerabilidades, sin embargo, la coincidencia entre la agenda parlamentaria y los reclamos de la población la revalorizan  como uno de los espacios más importantes para que el pueblo participe activamente en el ejercicio del poder.

La producción y comercialización de materiales de la construcción, los problemas con la vivienda y el otorgamiento de subsidios y créditos bancarios,  los servicios jurídicos, la informatización de la sociedad cubana, la política cultural en los espacios públicos, no son solo temas de conversación en el ágora popular, sino también líneas estratégicas de trabajo para los funcionarios e instituciones encargados de administrar los recursos del Estado.

Aunque, como le corresponde, la Asamblea tamiza su mirada a los procesos, con un enfoque económico, que no economicista, el máximo órgano de gobernanza en Cuba incorpora a los análisis una visión cultural y científica. De esta forma se convierte al ser humano, en toda su complejidad, en el principio, el medio y el fin, del ejercicio de la política.

Fue más evidente esta característica en las comisiones dedicadas a abordar  los temas educativos, culturales y sociales; pero también estuvieron presentes en las discusiones de asuntos como la corrupción, la sostenibilidad económica,  la protección al medio ambiente y el ahorro de recursos naturales como el agua. Esperemos que este ejercicio serio se traduzca en leyes y estrategias que cada día se alejen más del voluntarismo y la improvisación.

Una de las más reiteradas preocupaciones de muchos de los foristas de  Cubahora, ha sido el seguimiento que se le dará a todas las cuestiones abordadas en el Parlamento, para que no se conviertan en letra muerta. Sin  embargo, en Cuba, el ejercicio del poder político o administrativo no recae únicamente en  las instituciones estatales. La propiedad social sobre los medios garantiza su uso universal por todos los ciudadanos, pero también la responsabilidad por protegerla y administrarla.

Aunque hayan concluido en sus sesiones formales, las sesiones parlamentarias en Cuba deben continuar allí donde el ejercicio del gobierno ha de ser más transparente y realista, en la vida cotidiana y con la participación de todos los ciudadanos. Cuando se asume esta responsabilidad social, pierde toda su carga negativa, aquella frase atribuida al rey francés Luis XIV:  “El Estado soy yo”.