martes, 24 de septiembre de 2024

Las diez cosas que más me gustan de ti (+Video)

Como dama seductora, La Habana cautiva a sus amantes por infinitos motivos y cada cual pudiera enumerar irrepetibles razones para rendirse a sus encantos...

Eileen Sosin Martínez en Exclusivo 01/08/2013
3 comentarios
Pescadores en la Punta
Me gusta la danza de las cañas de pescar, en el Malecón, al caer el sol. (Ariel Fernández Santos / Cubahora)

En La Habana no hay estaciones. El supuesto invierno viene así, como quien no quiere la cosa, sopla y se va. Mientras, los jardines florecen y los parques se llenan de hojas secas cada vez que les da la gana. Y nadie habla del verano, porque es tan permanente que ya casi se vuelve invisible.

Me gusta mirar la ciudad de noche. Mirar, por ejemplo, desde un noveno piso, y preguntarme, como Sábato, por el misterio de aquella lucecita. “¿Será una mujer que está por tener un hijo? ¿Alguien que muere? O a lo mejor es un estudiante pobre que lee a Marx”.

Si uno se fija bien, el monumento a José Miguel Gómez (el primero bajando por la calle G) parece un templo griego, con sus columnas blancas y sus jardines.

Me gustan, sobre todo, las casas de mis amigos, incluso, las más remotas, sumidas en cualquier barrio anónimo. También la casa de mi abuela, sede oficial de los cumpleaños familiares y, por tanto, el lugar donde más he comido cake en mi vida.

Me gusta la Virgen del Camino, que no tiene iglesia, pero la gente va a ponerle flores y pedirle milagros. Me gusta imaginar que voy en chivichana o en patines por La Rampa hacia abajo y no paro hasta el malecón.

Me encanta el malecón, por supuesto, aunque sea un lugar común, el más común de los lugares, incluso. Ahí han quedado tantos suspiros, promesas, parrandas, besos y deseos, que sería demasiada infamia no mencionarlo. Conste que para muchos esa fue nuestra primera salida de adolescentes, luego de tomar helado en Coppelia.

La rotonda de la Ciudad Deportiva, con su tráfico frenético, siempre me ha parecido un eterno tiovivo gigante. Lo mejor es que desde hace un tiempo la Fuente Luminosa tiene agua corriente y la gente aprovecha los atardeceres para sentarse a romancear, y los niños se mojan y corren en derredor.

Cuando hace mucho viento, la fuente se convierte en un surtidor loco. Quien pase a gran velocidad en una guagua cualquiera puede salpicarse con ese rocío a destiempo y observar maravillado un arcoiris fugaz. 

Me gusta la Alameda de Paula, añosa y melancólica, con su expresión de quien guarda muchos secretos y conoce otras tantas historias. Pero La Habana Vieja me agrede un poco. Sus violentos contrastes… no sé. Aunque vuelvo inevitablemente, seducida, fatal, a veces siento que no está hecha —o rehecha— para mí.

En una de las calles más calientes de Centro Habana, la populosa Galiano, apenas se nota la iglesia de Monserrate. Esta capilla discreta, donde una virgen negra sostiene un niño Jesús negro, acogió —hace más de 100 años— el apoteósico velorio de Alberto Yarini.

Los huecos del Vedado (F y 19, 25 y K…) hacen pensar que esta ciudad es como un dulce mordido. Si dicen que Nueva York es una manzana, La Habana bien podría ser un pudín o algo así.

Me gustan los portales y los balcones, donde se juega al dominó, se hacen la fiesta, los tragos, las conversaciones, los gritos, el café, los sillones… Me gustan especialmente ciertos parques y esquinas.

Vista desde el embarcadero de Regla, la bahía es como una aparición, un paisaje urbano puesto al revés, recién estrenado, otro. La Plaza de la Revolución me recuerda un poco quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí, y la escalinata de la Universidad me invita, me saluda cada vez que paso.


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Eileen Sosin Martínez

Se han publicado 3 comentarios


Lilian
 1/8/13 20:39

La Habana Vieja y sus desentrañables misterios nunca pasa de largo a quienes le temen, quienes la odian y quienes la aman como yo...

Janet
 1/8/13 11:23

bello!!! a mi me gusta mirar la habana desde la loma en que vivo, en Guanabacoa, se ve completa y me gusta intentar identificar cada edificio!! y me gusta ir al latino y sentir vibrar las gradas con la algarabía que provoca la pasión de los cubanos!! y me encanta el Paseo del Prado con sus leones :D

gorrion
 1/8/13 8:08

bello articulo, me encanta la habana sobre todo de noche, tiene una magia especial, y lugares lindos en la habana hay muchisimos, el parque de H y 21 con esa glorieta refugio de amantes, algunos que ni imaginamos porque no son recorrido habitual de cada dia. yo vivo en santa fe no hace mucho tiempo, justo frente al mar, y es un momento unico ver caer la tarde desde la costa o desde mi balcon, y la playita de la puntilla tambien es linda, es una pena que despues del Wilma nadie se haya preocupado ni ocupado por arreglarla para que vuelva a verse asi, antes del wilma habia un pino que le daba un toque especial, y si sigues caminando y llegas a lo que le llaman el casino, ni te imaginas la vista, se ve todo el canal, todo el fondo de la Marina Hemingway y el mar en toda su inmensidad, lindo de veraz, felicidades eileen,

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