lunes, 23 de septiembre de 2024

Los hombres que marcharon con el sol

Maceo y Che, a tantísimos años que vieran la luz y la oscuridad del mundo, son jinetes galopantes de la Historia en busca de una Cuba digna, próspera, culta, y por encima de todo, en constante marcha junto al sol...

Alejandro Ulloa García en Exclusivo 14/06/2013
3 comentarios
El che en los jóvenes
Muchos llevan al Ché en su pecho.

El mulato oriental, el argentino indisciplinado, la misma patria que redimir. Quizá la historia esconda los hilos perdidos del destino; quizá, y en un alarde panglosiano, en ella estén escritas desde siempre las huellas coincidentes de los hombres en el mejor de los mundos posibles. Sea como sea, Antonio y Ernesto, Maceo y Che, desde las luces de un 14 de junio, tuvieron la misma estrella por camino.

Comandantes ambos de sendas invasiones al occidente cubano, con brazos firmes y severidad de gigantes, tienen hoy en Cuba, en los jóvenes principalmente un legado inmerecido.

Un aula cualquiera de enseñanza primaria, o secundaria, o preuniversitaria. La encomienda es simple: “valore a Maceo”. Y el grafito solo atina a mencionar batallas, heridas de balas, memorable protesta, invasiones, un epíteto broncíneo, no más.

Una foto y un nombre se reducen a la mínima expresión caricaturizada; el hombre genial que Martí vio, tenía un pensamiento que si “[…] no va a la pluma, sino al aire, es porque no gusta de manos, sino de alas”.

Cerca, siempre cerca, una aguja termina de “picar” la piel. El último trazo está completo. Tinta y hombro se han unido en la antológica imagen de Korda, que llevará, orgulloso –eso sí–, por el resto de su vida. El Che, sin dudas, ha sido más que un hombre, y así ha de tenerse.

Pero el mito no es el hombre, ni los pulóveres, ni los llaveros, ni si quiera un San Ernesto de la Higuera. El hombre es su pensamiento, su legado, su obra. Varias decenas de horas de videos del Che duermen en los archivos el sueño del olvido… y cómo alertó el Che de cuanto hoy a muchos pueda parecerles nuevo.

Las imágenes, los símbolos, tienen ese raro poder de reducir conceptos, ideas. Y los jóvenes cubanos, por mucho que hoy conozcan “la” imagen –del Che, de Maceo– han perdido mucho del pensamiento que ambos estrategas legaron a la nación. Maceo: un profundo hombre de república. El Che, un comunista crítico y decididamente contrario a los “manuales” soviéticos que tanto modificaron a Cuba.

CHE

Sé que el Che nunca hubiera cumplido vivo sus 85. De eso estoy seguro. Quienes nacen bajo la espada de la libertad les cuesta trabajo quedarse a observar; ellos construyen y legan, y vuelan otra vez a desbrozar nuevos cielos.

Pocas veces comprendido fuera de Cuba, demasiadas veces desconocido dentro de la isla –más allá de las imágenes que bellamente lo inmortalizan– el Che fue uno de los mejores pensadores de la Revolución Cubana, y ello lo atestiguan su labor al frente del Ministerio de Industrias –con la creación del equipo de Industriales incluido–, al frente del Banco Nacional, y aún más los análisis críticos de la Economía Política soviética; el avanzado pensamiento económico guevariano iba mucho más allá.

Yo conocí al Che como se conoce a los grandes hombres, subiendo montañas, con el dolor físico que compartido, en el aislamiento de la escasa movilidad; y viví cada uno de sus días en Bolivia con su misma incertidumbre. Pero de esto poco dicen los tatuajes, una imagen gigantesca en el medio de La Habana, una mala copia de Korda en un muro blanco, frío. Poco dicen muchos.

Pero de pronto la red se inunda de historias. El Centro de Estudios Che Guevara lanza una nueva revista. La blogosfera cubana se construye como una buena guerrilla –y si el Che viviera yo seguiría su blog– saliendo de las redes a tomar espacios físicos, a debatir, a poner sobre el tapete la única regla de una revolución: revolucionar.

Y un sinnúmero de jóvenes comienzan a leer, a entender que no es el Che un tipo de paños tibios, ni de oídos endulzados, y que un fusil o un marcador de colores sobre un libro eran iguales armas para él. Y me pongo a buscar, a encontrar sus lecturas, a acaparar sus discursos en video, a creer en su sentencia de “que no se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada”.

El Che, con su halo divino sobre Cuba y el mundo, es folkloree ideología, es mito y motivo de amor y odio, es el argentino más cubano que muchos cubanos, es una saeta que cruza la historia vaticinando el futuro, es, como el híbrido tatuaje de un amigo, la estrella que sobresale de su boina para iluminar con fuerza su brazo izquierdo.

Maceo y Che, a tantísimos años que vieran la luz y la oscuridad del mundo, son jinetes galopantes de la Historia en busca de una Cuba digna, próspera, culta, y por encima de todo, en constante marcha junto al sol.


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Alejandro Ulloa García

Se han publicado 3 comentarios


Doris
 15/6/13 9:03

Qué bien por este artículo. Algo contemporáneo, que nos enrola con nuestros grandes héroes y que no sólo lo conozcamos en los libros de historia.

Adriano
 14/6/13 19:38

Me ha sacado las lágrimas este artículo, felicidades al periodista por las conmovedoras letras, graciassss Cubahora, realmente sentí que el Che estaba vivo más que nunca cuando la muerte de Hugo Chávez, cuánto los extraña la América a los dos...

NUREYA
 14/6/13 13:15

Excelente y conmovedor artículo. Tadavía hay que aprender mucho del pensamiento economico e integral del Che y de la intransigencia de Maceo.

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