sábado, 21 de septiembre de 2024

Mamá, papá, ¿cómo habla su hijo?

Los trastornos del habla identificados en niños pueden erradicarse con rehabilitación logopédica, pero esta puede evitarse si los padres dedican más tiempo a sus hijo...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 10/12/2012
3 comentarios
trastorno del habla
Disímiles son las causas que pueden provocar algún trastorno del habla en los infantes.

- Mamá, papá, agua, pipi, papa….

Son estos algunos de los vocablos que los niños dicen en sus primeros intentos por comenzar a hablar. La familia, feliz por el acontecimiento, aplaude y elogia continuamente estos progresos y se mantiene al tanto de su evolución. ¡Ya el niño habla –dicen- y apenas tiene dos años! Cuando llega el tercer cumpleaños y el cuarto, los familiares se sienten orgullosos de que el niño no pare de hablar…

Sin embargo, cuando el pequeño arriba a esa edad sin hablar mucho o cuando lo hace de manera inentendible, trastocando letras o rápido, la familia se preocupa. Toma conciencia del “problema” y tratan de corregir al pequeño sin saber si emplean los mejores métodos para ello.

Muchos son los trastornos del habla que un niño puede presentar, como dislalias, referidas al trastorno en la articulación de los fonemas, por ausencia o alteración de algunos sonidos concretos o por la sustitución de éstos por otros de forma improcedente; disartrias, relacionadas con un trastorno de la expresión verbal causado por una alteración en el control muscular de los mecanismos del habla; disglosias, debido a anomalías congénitas; tartamudeo...

No obstante,  la evolución normal del desarrollo de un niño está caracterizada por etapas por las que la acción de hablar también debe transitar, explica Irina Acosta Cabrera, licenciada en Defectología, quien labora actualmente en la escuela primaria Ejército Rebelde, del municipio de Plaza de la Revolución, en la capital cubana.

“La explosión del lenguaje se produce, por lo general, entre los dos y tres años de vida. Algunos padres manifiestan que su hijo es gago, que no se le entiende lo que habla y esa percepción es normal, porque en esa etapa se produce un tartaleo fisiológico, identificado por ese hablar tropeloso y poco comprensible, que luego desaparece.

“En ese momento, es muy importante que no se interrumpa al pequeño cuando esté hablando; que no se le terminen las frases como muestra de la ansiedad que a veces sienten los adultos por que el niño termine; que no se le apure y, sobre todo, que no se le someta a situaciones de estrés, como incitarlo a hablar, a bailar o a hacer cualquier otra cosa en público si él no quiere”.

En ese lapso, dice, la mala pronunciación no puede verse como un trastorno, porque estamos en presencia de un proceso de aprendizaje que es paulatino.

“Sin embargo, los padres y los adultos que rodean a un niño sí deben tener cuidado con la manera como se dirigen a él. Los cubanos, todos, hablamos muy rápido, y los niños imitan lo que escuchan. En esa etapa, cuando se presenta ese tartaleo fisiológico, es importante que se le hable despacio, con una correcta articulación y pronunciación de los vocablos”.

Refiere Acosta Cabrera que pueden darse casos de niños que con dos, tres años, aún no hayan comenzado a manifestarse así, pero ese retardo del lenguaje puede tener sus causas en rasgos de la personalidad del pequeño, o en problemas auditivos, pues los niños comienzan a hablar imitando los sonidos que escuchan a su alrededor.

“Esas situaciones pueden estudiarse, pero los padres no tienen por qué alarmarse sin razón en un inicio, como sucede cuando realizan comparaciones entre niñas y niños, a pesar de que está comprobado que, generalmente, las hembras comienzan a hablar antes que los varones, pues ellos son más mecánicos en su actuar, lo que se comprueba también cuando son ellos los que comienzan a caminar más rápido que ellas”, aclaró la especialista.

MÁS CRECIDITOS…EN LA ESCUELA

Cuando los niños arriban al preescolar, y luego a otros grados, ya pueden ser sometidos a una exploración logopédica por el especialista que labore en el centro, según está establecido. En ese momento es importante conocer su historia de vida, su entorno familiar y comunitario, así como los aspectos relacionados con su forma de comunicarse, de manera oral y escrita; sus motivaciones, potencialidades y las características de su aprovechamiento escolar.

“Debemos observar cómo el niño respira, comprobar sus reflejos y su capacidad auditiva, observar su odontología, corroborar si padece de anomalías anatómicas o de alguna incapacidad funcional, para saber con certeza qué influye directamente en su expresión y si puede ser corregido o no por nuestra especialidad.

“Un niño con problemas en la implantación dentaria o que no haya sido operado de adenoides no podrá pronunciar los vocablos correctamente, como otros niños, o tendrá voz nasal. Un niño que tenga labio leporino, paladar hendido o problemas de audición tampoco lo hará, y esas son cuestiones que se nos escapan de las manos si de rehabilitación logopédica se trata. Son otros especialistas, como los estomatólogos o los otorrinolaringólogos, los que deben hacer su trabajo primero”, explicó Acosta Cabrera.

Pueden encontrarse en un pequeño, detalla la especialista, elementos de una dislalia por distorsión, comúnmente relacionada con la R, muchas veces mal instaurada, con una pronunciación en la que la “arrastran”. Inmediatamente los padres piensan que el niño tiene problemas con el frenillo y que debe ser operado, cuando en realidad puede obtenerse un resultado positivo, en algunos casos, solo con nuestro tratamiento. También podemos encontrar dislalias por omisión, cuando los niños suprimen una letra de los vocablos, o por sustitución, cuando trastocan los sonidos y cambian la C por la T, por ejemplo.

“En ocasiones, las dislalias que presenta un niño, como las presenta un adulto, son las llamadas culturales. Aprende a hablar como los que le rodean, y aspira las S, o las R, típico de los habaneros, o cambia la R por la L, o también omite las B y las G en sílabas intermedias con L o R, cuando decimos, por ejemplo, Problema o Programa, y la B y la G ni siquiera se mencionaron”.

El tartamudeo es otro de los trastornos del habla que pueden presentarse en pequeños y mantenerse en la edad adulta, y su tratamiento es mucho más complejo.

“La tartamudez, caracterizada por repeticiones y prolongaciones tensas de los sonidos, los bloqueos completos, la aspiración en el hablar, entre otros aspectos, tiene un componente emocional muy fuerte.

Aunque puede tener su causa en conductas aprendidas o en alteraciones orgánicas, la mayoría de las veces se debe a crisis de ansiedad muy profundas.

“Debemos diferenciar entre el tartaleador y el tartamudo. El primero tartamudea pero no siente pena de hacerlo y, por lo tanto, puede desenvolverse sin problemas de índole psicológica, digamos. En cambio, el tartamudo sí se siente apenado por ello y aunque este trastorno no se erradica, sí debe compensarse, para evitar su aislamiento o rechazo social”.

Aplicar técnicas de respiración y de control, memorizar las frases, comenzar desde el inicio las ideas cuantas veces sea necesario, son algunos de los mecanismos que, como parte del tratamiento logopédico, pueden trabajarse con los tartamudos, aunque lo mejor es el conocimiento que se tengan ellos de ellos mismos y de lo que les resulta factible.

“En estos casos, y en todos, el logopeda puede trabajar con el niño, pero sin duda el medio familiar es el que apoya su trabajo o, por el contrario, lo echa por tierra. Trabajamos con ellos en ejercicios de respiración, de relajación, de movilidad articulatoria, de masticación sonora, de vibración bilabial, del barrido del cielo de la boca con la lengua…les instauramos las letras que no hayan aprendido, generalmente la K, la G, la J, pero no sirve de nada que trabajemos con el pequeño, le enseñemos los ejercicios y luego, en la casa, los padres no presten atención a su realización sistemática y a sus avances.

“El tratamiento con los padres resulta ser más complejo que con los niños, no solo por la atención que deben prestarle a la realización de los ejercicios recomendados y a su correcta expresión y pronunciación, pues son los espejos en los que se miran sus hijos, sino también porque deben evitar prácticas muy comunes en estos tiempos.

“Por lo general, los padres no les dedican el tiempo suficiente a la interacción con sus hijos, a hablarles correctamente o leerles, a enriquecer su vocabulario enseñándoles lo que es una fruta, un vegetal, una herramienta. Prefieren tenerlos horas y horas frente a un televisor o una computadora viendo dibujos animados, series, videojuegos, etc. Les fascina, más que a los propios niños, los discos de películas y muñequitos de Dora, Diego, Mickey Mouse y otros, porque así ellos se entretienen y están tranquilos.

“Cuando el pequeño acuña frases en su expresión extraídas de esos materiales audiovisuales y con entonaciones falsas te dicen ¡Muy bien!, ¡Genial!, ¡Bien por ti!, los padres sonríen y no se percatan de que eso no forma parte del aprendizaje normal de su desarrollo, como tampoco lo es que te hablen de toboganes o monopatines, en vez de hacerlo de canales y carriolas, que son los vocablos propios de nuestra norma lingüística”.

El consumo audiovisual debe ser controlado y comentado. El niño puede ver películas, videojuegos y seriales de animados, pero debe también hablar sobre ello, contar lo que vio y aprendió, porque eso, además del tiempo compartido con sus padres, estimula su expresión y pronunciación correctas y la aprehensión de un vocabulario cada vez más enriquecido, lo que alejará a sus progenitores de preocupaciones en torno a su lenguaje, y al pequeño de una atención logopédica que no necesitará, concluye la licenciada Acosta Cabrera.


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".

Se han publicado 3 comentarios


katy
 15/8/19 14:39

Mi niño tiene 2 años y cuatro meses pero aún no habla, sólo dice en ocasiones tata, papa, tete y pronunciaciones incoherentes pero estoy muy preocupada porque le enseño mis labios para que mire cómo pronuncio: mamá, papá, nené y lo que hace es darme con su mano en la boca y no me presta atención, al igual le enseño los sonidos de los animales pero tampoco logro resultado, me atiende pero no quiere pronunciar nada. Estoy bastante preocupada al respecto. Éste actuar de él será normal?

Horten
 11/12/12 16:21

Es verdad que en esa primera etapa, cambian las letras, sobre todo hablan con la T, super gracioso, pero a su vez siempre traté de que él me mirara los movimientos de los labios para enseñarle a decir una palabra y me daba resultado, pero esto es con calma y paciencia.

Janet
 10/12/12 9:11

Mi mamá me cuenta que me enseñaba el biberón de leche y no me lo daba hasta que no dijera la palabra bien clarita, yo claro... no me acuerdo, pero estoy convencida de q en esos momentos sentía gran estrés, intentaré no hacerle lo mismo a mis hijos...

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