¡Matanceriles!

Así titulaba una columna fija, en el entonces diario Girón, entre los años 80 y 90 el experimentado periodista y profesor Celestino García Franco, en la cual reflejaba la cotidianeidad de Matanzas, esa ciudad mágica bañada por las aguas de los ríos y asentada a la orilla de la honda bahía.

En sus crónicas el Cele, lo mismo hablaba de una película de moda, una obra de arte expuesta en la galería, que de los trabajadores de la fábrica textil Eddio Teijeiro, la termoeléctrica Antonio Guiteras, la base de supertanqueros, producción de henequén o la céntrica calle de Medio, esa a donde Carilda prefería “comprarse una ilusión”.

Y es que de Matanzas mucho puede escribirse y hablarse. Fue por excelencia la urbe mejor proyectada arquitectónicamente, según afirman especialistas, con sus calles empinadas, parques delineados y construcciones patrimoniales. También cuna de numerosos artistas que quedaron en los anales por obras inolvidables como el Danzón, devenido baile nacional de Cuba.

Conocida por sus puentes centenarios que unen las barriadas de Versalles y Pueblo Nuevo con el centro, por su teatro Sauto, Monumento Nacional, por cuyos escenarios desfiló una pléyade de virtuosos de la música, el canto, el teatro o la poesía; por la editorial Vigía, única en manufacturar, iluminar y enumerar todos sus textos, la ciudad, tal vez, abandonada debido a tiempos de escases, necesita hoy un impulso para que vuelva a florecer.

Las autoridades gubernamentales diseñaron un proyecto con vistas a celebrar en 2018 los 325 años de la Gentil Yucayo, que de respetarse el cronograma de inversiones, contará la ciudad con el teatro restaurado totalmente, al cual volverán presentaciones exclusivas para despertar las noches. En la ribera del San Juan un paseo cultural se extenderá por toda la calle de Narváez y proliferarán allí sitios para la cultura y el esparcimiento.

El hotel Louvre, prácticamente en ruinas, recuperará el esplendor que iluminó tertulias frente al céntrico Parque de La Libertad, y la recientemente inaugurada Sala de Conciertos José White, sede de la Orquesta Sinfónica de Matanzas, ya ofrece una programación estable capaz de atraer a los amantes de la buena música.

Inconcebible es que en el pedestal donde se alza el monumento a José Martí, uno de los primeros que se erigió en la Isla al Apóstol, persistan indisciplinas sociales y las personas vayan allí a sentarse para conectarse a la red wi-fi, mientras en las madrugadas inescrupulosos ciudadanos rayen o pinten y monten patines en lugar respetable.

Falta todavía el detalle de la higiene en céntricas esquinas, disciplina vial en las principales arterias de la llamada Atenas de Cuba y la conclusión de la restauración de la Biblioteca Gener y del Monte, segunda instituida en el país, edificio que fue sede del Casino Español y desde donde partía cada ocho de diciembre la Fiesta de la Colla hasta la Ermita de Monserrate, en las alturas de Simpson.

Requiere a prisa poner en práctica proyectos concebidos por expertos de la aún joven oficina del Conservador de la Ciudad y la restauración del local que hoy ocupa, en aras de consolidar el anhelo añejo de atraer a un turismo sostenible.

Por su ubicación geográfica, valores tangibles e intangibles, historia y naturaleza, la también llamada Venecia de América, deberá vestirse de gala para sus 325, mientras voluntades se aúnan en pos de cumplir con fechas pactadas, y todavía algunos lectores del actual semanario Girón añoren la legendaria columna Matanceriles…