¡Miren a Cuba!

¿Qué habrá pasado con Sahar Gul? Me hice la pregunta hace unos días, cuando supe que desde el 2012 se celebra el 11 de octubre el Día Internacional de la Niña.

Precisamente el año pasado la muchacha de 15 años –casi una niña- llegó a un hospital de Kabul, luego de permanecer seis meses encerrada, con las uñas arrancadas, quemaduras por todo el cuerpo y moretones como prueba de repetidas palizas que su esposo le propinaba. Su cuerpo, con el tiempo, sanaría, aunque su estado era muy grave; pero su corazón y su mente quedarían marcadas para siempre con la triste realidad que aqueja y ¿enfrentan? las mujeres en Afganistán.

Su “delito”, entre otros, fue negarse a tener relaciones sexuales con amigos de la familia de su esposo, miembro del Ejército, con quien se casó poco más de un año antes y quien le duplica la edad.

Fue muy triste ver la foto que la agencia EFE publicó de su estancia en el hospital y lo fue también comprender que, a pesar de que en el 2009 el Gobierno de ese país aprobó la ley de Eliminación de la Violencia contra las Mujeres para penalizar actos como el matrimonio infantil o forzado y la violación, las féminas allí, desde que son pequeñas, padecen humillaciones, golpes, violaciones, amenazas y todo tipo de violencia.

Es la tradición cultural y el poco –o nulo- quehacer de las instituciones lo que permite que se reproduzca en otras lo que le sucedió a Sahar. Quizás sean las mismas causas que inciden en que en otras partes del mundo tener una hija sea casi un castigo y que cambiarla por dinero, unos cuantos animales o una choza se considere la mejor inversión, mientras que en otras latitudes sea mejor porque mientras más mujeres en la familia, a más toca repartir el trabajo que los hombres, privilegiados, no hacen.

¿Juegos? ¿Estudios? ¿Independencia? Eso les está vedado a muchas…32 millones de pequeñas no asisten a la escuela y con apenas 13 o 14 años serán “desposadas”, sin que su inmadurez y las necesidades psico-biológicas sean tenidas en cuenta. Sin contar a aquellas que son sometidas desde su menarquía a la ablación de su clítoris o a las que les obligan a cargar la leña o el agua para la subsistencia de la familia.

La situación de las niñas a nivel mundial instó entonces a la Asamblea General de las Naciones Unidas a instituir el 11 de octubre como una fecha para convidar a todos los Estados Miembros, las organizaciones competentes del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, así como a la sociedad civil, a HACER algo.

¡Miren a Cuba!, puedo gritarles desde mi portal.

Yo soy mujer y siendo niña, como la pequeña María José que vive en mi edificio, jugué a las casitas, disfruté en un parque de diversiones y conocí los animales del Zoológico y los peces del Acuario. A mi hermano siempre le inculcaron que me cuidara y las maestras enseñaron a mis compañeritos de aula a ser caballerosos con las niñas.

Transité por mi adolescencia con los imperativos propios de esa etapa de la vida, me enamoré de quien quise y continué mis estudios de manera natural, tal como se ve todo aquí, donde ser hombre o mujer no determina fortaleza, mandato u obediencia.

Lo mejor es que cuando hablo del gran proyecto de ser mamá pienso en que mi bebé será saludable y si es hembra o si es varón, no modificará mi felicidad. Es que cuando se vive en un país en el que se aprende siempre que los niños nacen para ser felices, no es posible negarle la felicidad a quien se la merece.