domingo, 29 de septiembre de 2024

Nada mejor que volver a casa

Regresan como héroes una parte de los cooperantes cubanos que daban batalla al Ébola...

Leticia Martínez Hernández en Exclusivo 24/03/2015
3 comentarios

Los vi aquellas dos noches de octubre, cuando en fila subían a un avión que los pondría justo en el centro de una epidemia voraz. Les adiviné el nerviosismo, el temor, el no saber qué decir, qué hacer, qué mensaje dejar. Abrazaban a Raúl; se paraban en firme frente a él; algunos hacía el saludo militar; otros le daban la mano, fuerte; y a más de uno vi llorar cuando escaleras arribas se voltearon para el último adiós.

Desde entonces, 256 médicos y enfermeros se colaron de un tirón en las familias cubanas, de pronto todos teníamos a un montón de buenos hombres sanando en nombre de Cuba, robándole sin compasión vidas al Ébola. Y comenzaron a formar parte de nuestras conversaciones, preocupaciones y orgullos. Mientras tanto, medio mundo empezó a hablar de esta Isla gracias a ellos.   

Seis meses después, el periódico anuncia en una escueta nota que “a la 1: 06 horas de este lunes arribaron a la Patria 150 colaboradores de la Salud, 98 de ellos provenientes de Sierra Leona y 52 de Liberia”. Entonces volvieron rápidas las imágenes, aquellos recuerdos que sacudieron al país. De nuevo los vimos saliendo de sus hogares, desde el más recóndito paraje, con maleta en mano, abrazando a sus hijos, sus esposas, sus madres, sus padres… Allí estaban otra vez “disfrazados” de blanco, ensayando la “danza de la vida” para quitarse el overol de los hombros sin tocarlo, en aquel hospital de campaña montado en los jardines del IPK, donde aprendieron a salvarse ellos también. De nuevo los vimos reverenciados por mandatarios del ALBA que con carácter urgente se reunieron por esos días en La Habana para cercar la epidemia.

Nadie de este lado del mar podrá olvidar la nefasta mañana en que supimos de nuestro primer colaborador muerto. Entonces muchos caímos en cuenta, de verdad y sin anestesias, en la posibilidad real de trágicos finales. Nos aprendimos de golpe y porrazo el nombre de Jorge Juan Guerra Rodríguez, supimos que había muerto de paludismo, que por ser Económico de la Brigada nunca estuvo en contacto con enfermos de Ébola y que no fueron suficientes cuatro días de cuidados intensivos para salvarlo. Poco después, la muerte de nuevo se agazapó y se llevó consigo a Reinaldo Villafranca Antigua, el enfermero Coqui, como todos le llamaban. Esta vez la malaria, otra tragedia silenciada en África, acortaba los días al pinareño de ojos inmenso, siempre sonriente en su única foto de Facebook que pude ver.

Y entre los que ahora vuelven, está Félix Báez Sarría, el hombre que nos puso a todos en la cabecera de su cama, el único cubano que enfermó de Ébola, que fue trasladado al Hospital Universitario de Ginebra y recibió el mejor tratamiento posible, aquel padre que una mañana recibió el más poderoso aliento de Alejandro, el muchacho que lo puso a llorar en aquella sala de ciencia ficción: “Papá, sé fuerte, todo va a estar bien, aquí está toda Cuba esperando por ti”. Entonces a muchos les pareció una locura que quisiera volver a Sierra Leona luego de haberse dado el alta médica. Pues resulta que regresó a África y volvió esta madrugada a la Isla, con la satisfacción de haber cumplido bien.

Ahora estarán varios días bajo un riguroso proceso de vigilancia epidemiológica. Hasta entonces estarán postergados los abrazos, los besos, los apretones de manos, los reconocimientos. Hasta entonces esta Isla se guarda la alegría de verlos caminar por sus calles, curar en sus hospitales, bailar en sus fiestas, gritar en sus estadios, comprar en sus agromercados... Mientras tanto, estemos alertas que otros estarán volviendo pronto, justo cuando la primavera vuelve. Regresan como héroes, así de duros y valientes; héroes reales que, detrás de la hazaña, saben que no hay nada mejor que volver a casa.


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Leticia Martínez Hernández

Madre y periodista, ambas profesiones a tiempo completo...

Se han publicado 3 comentarios


Rodolfo
 25/3/15 11:44

Muchas gracias por emocionarme con su relato. Tuve la oportunidad de leerlo porque me lo envio mi hija, que sabe cuanto bien me hace encontrarme con palabras tan justas del quehacer de esos heroes, porque si son heroes.Hace unos dias escribi sobre un comentario que hizo un periodista, que ni su nombre recuerdo sobre lo ocurrido a Reinaldo Villafranca Antigua, el enfermero Coqui, comentario que lo considere insultante , humillante y falta de la mas minima sensibilidad humana, porque  cada cooperante cubano que ha dejado atras, familia, comodidades y todo lo que nos rodea en nuestra cotidianidad, hasta nuestras carencias, merecen nuestra admiracion y respeto.Nuevamente les doy las gracias por hacerme sentir orgulloso de ser CUBANO.  

Rosy
 25/3/15 9:26

Colega! Me encantó tu relato. Como tú, madre y periodista a tiempo completo. Con la sensibilidad a flor de piel... De veras que como cuentas, sentimos cada jornada intensa de estos gigantes de blanco... Gracias otra vez por este texto... Cuídate mucho!

mayda
 24/3/15 22:12

Honor a quien honor merece,nuestros colegas,heroes de batas blancas que con su valentia y altruismo pusieron bien en alto el humanismo de nuestra medicina,muchos sufrimos sus angustias,y preocupaciones,todos nos hicimos uno pidiendo que regresaran sanos y salvos con el deber cumplidos,nos hicimos amigos,hermanos,familia,y estamos felices de su regreso victorioso a la patria y con sus seres queridos,un abrazo desde Brasil a los que ya estan en casa y los que falta aun por regresar,la patria los recibira orgullosa.

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