miércoles, 25 de septiembre de 2024

No importó la edad, sentí lo mismo

Cuando me enteré que en el Parque Vidal hubo hasta 1959 zonas de paseo exclusivas en las cuales no podían estar “los de color”, volví a sentir lo mismo que en mi infancia, pero la discriminación racial es parte del pasado en Cuba...

Félix Arturo Chang León en Exclusivo 09/12/2013
13 comentarios
Racialidad y derechos humanos
José Martí dijo: "Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro"

Entonces no había películas de kun fu, pues abundaban en Cuba los western norteamericanos y las mexicanas de música y tiroteos, por eso la inspiración infantil para endurecer el canto de mis manos surgió de verlo hacer a mi tío en el barrio chino habanero.

Para el entrenamiento improvisé un gimnasio entre las mercancías cuya venta estaban previstas para las navidades del año 1957, en la bodega de mi familia en el centro sureño puerto villareño de Casilda, cerca de Trinidad.

No creo haber golpeado más de 10 veces contra el duro y pulido mostrador de madera cuando mi madre, una china llegada de Cantón, me llevó apresuradamente hacia la parte trasera, al almacén de la tienda de víveres y licores.

En un dialecto cantonés dijo que nadie debía saber nada sobre las actividades de la familia, por lo que desde ese día, los sacos de arroz y frijoles, los armarios y paredes formaron parte de la zona secreta del aprendizaje de cómo defenderme.

Años después, también la mecanografía debí ejercitarla en la trastienda, lejos de la vista de todos, aunque el ruido cada vez más parejo y rápido sobre las teclas motivó preguntas por parte de los clientes a quienes nunca se les dio explicaciones.

Por supuesto, no podía enseñar el significado de ninguna palabra china a nadie, pues también mi padre, otro inmigrante cantonés consideraba adverso todo lo que estuviera del lado de allá de las paredes de la vivienda, y de la otra parte del mostrador.

Para mí, que había nacido unos 6 años antes y había crecido saltando aquel mostrador para entrar y salir, no sólo era la meseta donde colocar las mercancías durante la venta, sino además la frontera divisoria de dos mundos.

La adversidad más recodada fue llegar a la sociedad de recreo exclusiva para blancos, a la cual iba frecuentemente sin dificultades, hasta el día en que el portero me cerró el paso indicándome que yo debía ir a “la de color”.

A unos 300 metros estaba la de los negros, pero allí tampoco me permitieron entrar, reforzándome la idea de que mi mundo estaba detrás del mostrador de la bodega, donde hablaba en chino con mis padres y vivía según hábitos y costumbres asiáticas.

Aquellos malos recuerdos iban languideciendo según crecía, pero en una tarde de 1962, al quedarme solo corrí hacia mis compañeritos de juego, pero la potente voz de un pastor de una iglesia protestante dijo alto y claro: “Yo no sé si los padres de ustedes los dejen jugar con él, porque él es chino”.

Ya en edad cincuentenaria, en los años 90 del siglo pasado, en Santa Clara, cuando me enteré que en el Parque Vidal hubo hasta 1959 zonas de paseo exclusivas en las cuales no podían estar “los de color”, los de color negro, volví a sentir lo mismo que en mi infancia.


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Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.

Se han publicado 13 comentarios


betty
 30/5/15 9:14

Amigo, que malo es el racismo, no se  los motivos, que a esta altura de los siglos se condenen a los negros en algunas regiones, fundamentalmente en países sonde el estado  hace caso omiso a esta situación-. En Cuba el gobierno barrió con todas las estructuras que dañaran a los negros, pero lamentablemente en la psiquis de algunos se ha quedado la diferencia. Por ejemplo  cuando se daban artícu.los materiales, al mismo negro que le decían tienes tremenda obra, de ahí que  fuistes seleccionado para tal trabajo voluntario o tal curso de postgrado, cuando llegaban los carros,  por mérito le decían que no cumplía los requisitos. Es como para reirse, este racismo solpado en mi criterio es peor. Yo invito a los investigadores que por ejemplo en provincias como Villa Clara, hagan un censo sobre :?Cuantos negros adquirieron carros cuando se otorgaban por méritos?. Deben excluir a los médicos pues tenían derecho todos los que iban a Angola. Gracias Chang, buen artículo.

Arturo Chang
 20/12/13 10:18

Norberto: te agradezco el comentario. Tienes razón al señalar el aspecto discriminatorio en razón de la cantidad de dinero que se tiene. Se trata de un rezago, pero debemos estar alertas para que no reaparezca durante el actual proceso de modernización de la sociedad cubana que construye el socialismo de una manera más actualizada.

norberto
 19/12/13 9:44

Chang, tratas un tema de mucha sensibilidad. Aquello sí era discriminación. Y mientras más dinero, mayor racismo. Recuerdo que entre los pobres, quienes malamente teníamos para una magra comida al día, y algunos ni eso, no había distinciones. Yo, que paso por blanco, nací con la ayuda de una partera negra, a quien quise como a una madre y nunca olvidaré. Así es la vida: las necesidades, la carencia une. Entonces, si solo tenías un boniato lo compartías con el vecino fuese su piel de uno u otro color. Por eso aprendimos a venerar mucho a nuestros mambises, la mayoría negros y mulatos. Hoy, ciertamente, la Revolución nos ha hecho (a todos) más humanos y solidarios. Orgullosos de la sangre que corre por nuestras venas. A no dudarlo, seguiremos ganando terreno en este campo y cada día serán menos los prejuicios. Y todo ello gracias a la inmensa obra de la Revolución, que lo hace todo por la dignidad del hombre. Te reitero las gracias Chang por introducir el tema.

Arturo Chang
 9/12/13 15:51

Paloma: Muchas gracias por compartir su experiencia. Imagino cómo se habrá sentido usted en el Casino Español, pues eso mismo fue lo que me sucedió. Por suerte... estos son tiempos de Revolución, de revolución a la cubana

Arturo Chang
 9/12/13 15:49

Yanelis López Gómez: Tiene usted razón, hubo racismo en toda Cuba, no solo en Santa Clara. Ahora mismo estoy en el Joven Club numero 2 de Trininidad, y aquí me cuentan que la discriminación llegó al punto de que habia dos cementerios: uno para pobres y otro para ricos. Gracias por su comentario.

Arturo Chang
 9/12/13 15:46

Patricia Quintero-Cabrales: tiene usted toda la razon, lo que sea diversidad, multiplicidad, nos enriquece. Gracias por su mensaje

Arturo Chang
 9/12/13 15:45

Teresa Santos Rodríquez: Efectivamente, al triunfar la Revolución, desaparecieron las zonas exclusivas para personas de acuerdo con su color, pero es cierto lo que afirma Aristides, todavía quedan rezagos. Gracias, Teresa, por su comentario.

Arturo Chang
 9/12/13 15:43

Arístides: Comparto su opinión de que "en nuestra sociedad se ha eliminado la discriminación por razas, pero "alguito", lamentablemente, queda en las mentes de muchos de nuestros compatriotas." Y lo afirmo con las experiencias que yo mismo he tenido. Gracias por compartir los hechos que usted cuenta.

Paloma
 9/12/13 12:00

Ud. me ha hecho recordar anécdotas de mi infancia, como aquella matiné bailable que se daba en el Casino Español de mi pueblo y que mi maestra de sexto grado nos transmitía la invitación y que yo ni corta ni peresoza me fui pensando que era una matiné filmica y que mi abuela no sin recelos me deja ir y cuando llego me encuentro que era un baile de gente de clase media y que los únicos negros eran los músicos, y que en las grandes puertas del local, detrás de las barandas, miraban como báilabamos, entre ellos yo con un blanquito que iba a la primaria que estaba en la cuadra siguiente de la mía. Yo no me percaté de lo que pasaba hasta años después lo que significaba la exclusión social: soy mestiza. Saludos para todos

Yanelis López Gómez desde FB
 9/12/13 11:44

Eso no so lo pasó en Santa Clara, sino en toda Cuba, pero que quede claro, con el triunfo de 1959, todo de ser blanco y negro.....ahora hay muchos matices de grisesssssssss

Patricia Quintero-Cabrales desde FB
 9/12/13 11:43

La multiculturalidad nos debe enriquecer.

Teresa Santos Rodríquez desde FB
 9/12/13 11:41

Cuando era niña en mi pueblo se manifestaba también la discriminación racial, existía un salón de fiesta para blancos y otro para los negros,pero llegó la Revolución y dejó uno solo, por supuesto el de los blancos que tenía mejores condiciones, lo que desde entonces negros y blancos comparten el mismo espacio.

Arístides
 9/12/13 10:46

Admirado periodista, es cierto que al menos en nuestra sociedad se ha eliminado la discriminación por razas, pero "alguito", lamentablemente, queda en las mentes de muchos de nuestros compatriotas. Eso no es tan fácil de eliminar. En mi pueblo ¡chiquito de los chiquitos! hubo en épocas “pretéritas anteriores”, tres sociedades de aquellas de las catalogadas como “de instrucción y recreo”. Dos exclusivas (¿) para blancos: Liceo y Casino Español, y una para negros: Antonio Maceo. Y paradójicamente a que el nombre de la tal sociedad era el de un mulato, Héroe Nacional, los mestizos y jabados no eran admitidos. ¿Increíble? ¡Pero muy cierto! No lo vi personalmente, pero sí escuché la historia de que en el parque celebraron un gran baile, y colocaron una soga para dividir las áreas donde pudieran estar los de una u otra raza. Y de chinos pudo haber existido una sociedad “de instrucción y recreo”, porque en mi pueblo eran muchos, muy respetados y muy trabajadores: bodegueros, dulceros, fonderos, cultivadores de hortalizas, lavanderos (entre los que había uno con su mismo apellido y de nombre “cubano”, Alfonso, muy amigo y hermano Mazón de mi padre). De entre ellos, chinos madrugueros, se honró nuestro país con tener una de las voces masculinas más privilegiadas: Jesús Lee. Y le puse un signo de interrogación después de la palabra “exclusivas” anteriormente, porque no eran tan exclusivas para blancos como pretendían. El Liceo tuvo un presidente que dicen, a mí no me lo crea, no era tan blanco como pretendía, y en una ocasión le negó la entrada a un baile a las hijas (bellísimas todas) de uno de los socios, herrero de profesión, porque la madre era mulata. Imagine el bateo que se armó. Quedó para la historia local.

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