lunes, 23 de septiembre de 2024

Prensa postcongreso: el desafío ya cuenta

Que el periodismo nacional se erija con mayor credibilidad, como un acompañante imprescindible de los procesos de transformación que vive el país, implica retos y reconfiguraciones...

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández en Exclusivo 18/07/2013
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Prensa escrita
Por la confianza que se tiene en el periodismo cubano, urge revolucionar concepciones.

Las intensidades del IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), evento que puso sobre el "tapete" las inquietudes asociadas a la práctica de una profesión imprescindible en el acompañamiento de las transformaciones socioeconómicas del país, se viven por estos días de vuelta a las  redacciones, en ese espacio que es caldo de cultivo y centro de convergencia de rutinas, agendas y encargos sociales orientados a satisfacer las necesidades informativas de los más diversos públicos, y donde ahora toca proyectarnos.   

Se asistió pues, a un cónclave marcado por el ejercicio desprejuiciado de la palabra, el acento crítico, la profusión de argumentaciones y razonamientos compartidos en alta voz y el tono comprometido, de principio a fin, con el futuro de un proyecto sociopolítico desde el cual se enrumba un socialismo que no tiene moldes ni gestiones preestablecidas a la usanza de otras experiencias históricas; pero que, si bien destaca por su carácter atípico, también demanda un modelo comunicacional que haga sustentable, creíble y aportativo el curso de los principios y aspiraciones de la Cuba actual.

Y si algo me contenta, y nos contenta a muchos colegas, es que se tuvo meridiana certeza, —aun cuando el público no lo entienda de la misma manera—, de que muchos de los escollos que tiene por delante hoy la prensa nuestra no solo atañen al reportero por su rol social,  sino que son también responsabilidad de factores externos, como bien reconoció al término de la cita el miembro del Buró Político del Partido y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien acompañó a los delegados en las dos sesiones plenarias finales.

Justamente, del grado de claridad con que se entienda ese criterio, medular para la evolución y el cambio de todo cuanto entorpece la práctica, tanto desde el propio gremio, como desde "afuera", tomando en cuenta las influencias externas que sobre él se ejercen, dependerá en buena medida que el periodismo cubano se desprovenga paulatinamente de la apatía, la autocensura excesiva, el desestímulo, los enfoques simplistas y la existencia de trabajos que no tienen un objetivo periodístico, sino propagandístico, lo cual  aleja la posibilidad de contribuir de manera directa a la construcción de los procesos, a la impostergable necesidad de interpretar la sociedad como un todo armónico y en movimiento, capaz de corregirse y ensancharse al tiempo que se construye.

Pienso que si no se gana, a todos los niveles, completa visión de la importancia de hacer periodismo, verdadero periodismo, periodismo en esencia, no redacciones edulcoradas o meros calcos de intereses institucionales, como muchas veces sucede;  se seguirá dejando correr uno de los mayores aportes que se pueden brindar desde el ámbito de la comunicación pública a la configuración del modelo socialista cubano, pues la prensa, por su naturaleza examinadora, inquisitiva, polémica y constructora de sentidos,  es capaz de auscultar fenómenos, identificarlos, alertar, proponer y conducir.

Recuerdo a un estudioso y teórico del periodismo chileno, Juan Jorge Faundes Meriño, quien decía que no se debía hablar de un periodismo, sino de varios modelos de periodismo, ya que cada relato guarda estrecha relación con la situación comunicativa y las condiciones en que se origina el mensaje, así como el entorno en que se recepciona.

En tal sentido, para que la prensa nacional y sus múltiples tipologías y posibilidades expresivas se erija  con mayor prestigio entre los públicos, como una acompañante imprescindible de los procesos de transformación que vive el país, se hace necesario asumir perspectivas de trabajo más problematizadoras, adentrarnos en áreas de apremiantes análisis interpretativos y multicausales, y proponernos no trillar los mismos temas, para buscar lo novedoso como principio de cabecera.

Hay confianza en los periodistas cubanos, decía Diaz-Canel. Y precisamente, por esa confianza que se tiene en el gremio, urge, con todas las voluntades ya conocidas, revolucionar concepciones temáticas,  procederes editoriales  y formas al decir.  No es un secreto para nadie que aun cuando se vislumbra una fuerza joven en el sector que viene con ideas vigorosas y muy rebeldes,  todavía se nos hace densa y ocre nuestra prensa.

De algún modo, todo ello se conecta también con lo que no puede faltar nunca en nuestros círculos profesionales: la superación, la avidez por estar constantemente mejor preparados, la necesidad de manifestarnos con entusiasmo hacia el conocimiento. De ahí la virtud como herencia socrática para un ejercicio que requiere sangre caliente,  nervios de punta, corazón de ritmo acelerado y neuronas bien activas y claras.  

Preguntándonos entonces cómo asumir esa cultura del trabajo creativo  y de propuestas de interés que nos lleve por cauces creíbles, con una proyección que sea cada vez más próxima a la realidad, y a sabiendas de que el cambio no es de uno, es de muchos a la vez;  la gente espera el salto, y ansía no una prensa varada en viejos esquemas, sino un modelo renovador en intercambios, en movimiento, como ocurre en las mayoría de las estructuras socioeconómicas del país, en nuestra sociedad, en Cuba toda.


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Yoelvis Lázaro Moreno Fernández

Joven periodista que disfruta el estudio del español como su lengua materna y se interesa por el mundo del periodismo digital y las nuevas tecnologías...


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