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viernes, 4 de octubre de 2024

Se permuta la soledad

Cuando hablo de la soledad, recuerdo al viejo Alfredo, quien sostenía la tesis de vivir eternamente joven...

Raúl San Miguel en ACN 11/04/2016
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He visto clasificados donde se permuta la soledad. Pueden observarse en rostros cargados de una supuesta alegría, pero bajo la tristeza frustrante del abandono. Sumergidos en la incomunicación, personas víctimas de la violencia psicológica, marcadas por el estigma maligno importado a sus historias de vida.

Me refiero a personas que, muchas veces, fueron (siguen) mutiladas, ocultas tras el silencio, definitivamente sepultadas en el olvido por quienes determinaron condicionar las circunstancias de sus existencias en dirección contraria a las manecillas del reloj.

Cuando hablo de la soledad, recuerdo al viejo Alfredo, quien sostenía la tesis de vivir eternamente joven y su referencia al rostro lozano del personaje del personaje principal, en el filme, el Retrato de Dorian Gray, porque no envejecería nunca en franca demostración de su narcisismo. Aseguraba que, mientras el cerebro funcionara correctamente, el cuerpo respondería con todos los medicamentos necesarios en forma natural.

“Contra el olvido –provocado por el desgaste de la memoria- se puede con los ejercicios físicos”; pero nada se puede hacer cuando “te sepultan en vida si ya no resultas necesario”. Entonces daba una vuelta a su tabaco y sentenciaba: “Debemos sembrar la educación desde los primeros instantes de la vida, de esa manera podremos obtener lo necesario de un árbol con frutos sabrosos. Así deben ser los hijos, cuando somos referentes de ejemplo. Es el mejor antídoto contra la soledad…

Sostuvo en sus manos el puro y observó el nombre en el anillo del cilindro con la marca Romeo y Julieta. Había pensado un modo para quemar el tiempo y esparcir las cenizas. Desde la noche anterior la cuartilla vacía le reprochaba su mudez y acentuaba el presagio de una jornada intensa al estilo del mitológico Sísifo, castigado por los dioses a llevar una roca hasta la cima de una montaña, una y otra vez.

“Es lo que necesitas –le aseguró la soledad y, ante la mirada dubitativa, preguntó: ¿Puedes hacerlo…?”

Volvió a detenerse en el nombre grabado en el sello y la hermosa textura del habano como una obra de arte destinada a la cuchilla y el fuego. “No. No puedo”, se respondió a sí mismo. Llevó el tabaco a su estuche y evocó su infancia, construyendo sus juguetes con las cajas de tabacos, la olorosa y frágil madera de los estuches, la estampida de las lagartijas y gorriones, el regreso de las mariposas…


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Raúl San Miguel

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Mirror
 11/4/16 15:22

"SIEMBRA ÁRBOLES Y RECOGERÁS FRUTOS" ESA ES LA CLAVE.

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