Escuchando Caimitillo y marañón por la orquesta Aragón recordamos que en El marañón, “la fruta de la memoria” se afirma que posee excelentes propiedades medicinales y nutricionales… pero en El marañón en la desmemoria dijimos: Aunque el marañón tiene propiedades que benefician la memoria, la paulatina extinción de los árboles que producen esa fruta, podrían hacer algún día hasta no recordar la frase “aprieta la boca”...
Hace ya un quinquenio en este espacio de los viernes expusimos ejemplos de cómo marchábamos hacia la extinción de los árboles que producen esa fruta, pero no hicimos referencia a que en 2013 hubo un estudio titulado “Zonificación de las áreas de marañón (Anacardium occidentale) en el norte y centro de la provincia de Las Tunas”.
La autora de esa investigación afirmó: “muy pocos ejemplares sobreviven en la zona de Río Blanco, Becerra y el Mango, donde eran muy abundantes y productivos, y ahora, el marañón es una fruta casi desconocida para las nuevas generaciones”.
Lo mismo sucedió con los que había al noroeste de la provincia de Villa Clara y en el centro sur de Sancti Spíritus, y seguramente en todos los lugares de Cuba donde hubo alguna vez plantaciones de estas especies.
Es la misma triste historia del ya muy poco recordado níspero que en la localidad villaclareña de Remedios había tal cantidad de esa fruta que sus habitantes eran apodados “sopa de níspero”.
Estas y otras muchas razones, avalan el Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional para reducir la importación de alimentos al mismo tiempo que obtener los que la población requiere.
Un objetivo de ese propósito es potenciar los sistemas alimentarios locales, porque es en las comunidades donde se logra una verdadera diversificación de la producción ajustada a las características de las tierras y las condiciones existentes, así como la participación de todos.
Pero… siempre hay un pero. De nada valdría producir hasta los desaparecidos caimitillos, marañones y nísperos, distribuirlos en un impecable mecanismos de acopio y comercialización si por cuestiones de gustos o desconocimiento de cómo prepararlos, no son de aceptación mayoritaria.
Fue por allá por los finales de la década de los años 70 del siglo pasado cuando en las Escuelas Secundarias Básicas en el Campo se organizaban una especie de festivales en los cuales se presentaban platos confeccionados con hortalizas.
Recuerdo que en uno de esos centros, en el municipio de Cabaiguán, algunos miraban una ensalada mixta con brócolis y los separaban para comerse los tomates y pepinos que eran los más conocidos.
Lo mismo sucedió con una especie de la acuicultura: la tilapia, que fue rechazada inicialmente, y hubo hasta sugerencias de trasladar sus crías en el mar porque no gustaba el sabor de los peces de agua dulce.
También el yogur sufrió igual suerte, pues atletas de alto rendimiento e integrantes de equipos nacionales en centros de entrenamiento capitalino se negaban a consumirlo aunque les explicaban las bondades del alimento.
Tanto hay que cultivar plantas, como las del caimitillo y el marañón, como los hábitos alimentarios, sobre todo, los perdidos.
Aram Joao Mestre león
30/4/21 9:52
Es muy cierto, vivo en Las Tunas y hace años que no como un dulce de marañón, el níspero si aparece de vez en cuando. Una fruta que no consumo desde hace años es la guanábana. Hay mucha incultura respecto a la alimentación, por suerte mis padres me enseñaron a comer de todo.
Arturo Chang
1/5/21 23:25
Usted, Aram, ha tenido la suerte de que sus padres le hayan enseñado a comer de todo, pero lo cierto es que no se puede enseñar a comer lo que no existe. Por cierto ¿conoce usted ese estudio hecho en Las Tunas sobre el marañón?
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