Cuba enfrenta un complejo escenario epidemiológico con la circulación activa de arbovirosis como el Dengue, el Chikungunya y el virus Oropouche. Está situación presenta una tendencia al alza en todo el país, con las provincias de La Habana y Matanzas con el panorama más complejo.
Este panorama se ve agravado por la confluencia de otras infecciones respiratorias y digestivas. Las lluvias heredadas del paso del huracán Melissa por constribuyen a un período de alza para las enfermedades transmitidas por mosquitos, especialmente el Aedes aegypti, cuyos índices vectoriales se mantienen muy elevados. La Viceministra de Salud, Carilda Peña García ha explicado durante sus diversas intervenciones en el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana que uno de los principales síntomas de estas arbovirosis es la fiebre, y que durante los primeros días de la enfermedad no es posible definir cuál de los virus está incubado en el cuerpo. Cómo dato poco conocido la funcionaria hacía referencia a que una persona es capaz de tener en su cuerpo a más de uno de estos virus a la vez, lo que podría ser muy peligroso.
Cuba es un país con endemia de dengue, lo que significa que reporta casos durante los doce meses del año. Sin embargo, los casos de dengue que están predominando en la actualidad son diferentes a los que la población ha experimentado anteriormente. Aquellas personas que ya han sido afectados por las sepas anteriores del dengue tienen ahora más posibilidades de mostrar signos de gravedad si vuelven a contagiarse con la enfermedad.
Por su parte, el chikungunya, cuyos primeros casos en la isla se evidenciaron en 2014 según reportes del mismo noticiero, es conocido clínicamente como “la enfermedad del jorobado” . En la actualidad es un virus con alertas epidemiológicas a nivel mundial por parte de la Organización Mundial de la Salud, especialmente en la región de las Américas. Este virus es el más sintomático de los tres, presentando una fase aguda con fiebres altas y una inflamación de las articulaciones que impide a muchas personas desarrollar sus actividades cotidianas con normalidad, le sigue una fase subaguda y otra crónica que puede extenderse por hasta tres meses. A diferencia del dengue, que puede tener desenlaces fatales, la evolución del chikungunya no se asocia comúnmente a estados graves, aunque sigue siendo una enfermedad muy molesta para el cuerpo.
Ante esta situación, las instituciones del país trabajan en una estrategia diferenciada en tres momentos: la incidencia directa en el vector, aliviar los síntomas en los pacientes y manejar las secuelas. El Presidente de la nación ha recalcado la importancia de contar con un protocolo para evitar picos epidemiológicos. La Viceministra Peña García establece que la clave, a diferencia de la COVID-19, no es el aislamiento sino la eliminación del vector, mejor conocido como mosquito. Las acciones concretas incluyen la utilización de abate para evitar la reproducción de larvas y la planificación de fumigaciones con adulticidas (insecticidas para mosquitos adultos) en los lugares de mayor afectación, utilizando los equipos con los que cuentan las instituciones, estas medidas han demostrado efectividad para bajar los índices vectoriales, como sucedió en el caso de Perico en Matanzas. En estos momentos el país no cuenta con los recursos necesarios para realizar las labores de fumigación en el 100% del universo,recalcaba la ministra en su intervención en televisión nacional, por lo que se le da prioridad a las áreas donde los números de incidencias son más elevados.
Para el diagnóstico, se realiza la prueba IgM para dengue o monosuero a partir del sexto día de la aparición de los síntomas. Por otro lado,las autoridades sanitarias insisten en la importancia de acudir al médico ante cualquier síntoma, destacando que en la actualidad la mayoría de los casos, exceptuando a embarazadas y niños, se atienden desde el hogar. La magnitud del desafío se refleja en una tasa de 24.3 casos sospechosos de fiebre por 100,000 habitantes, según una publicación del periódico Granma. En medio de esta situación se ha reportado la llegada de enfermeros desde provincias como Santiago de Cuba para apoyar las atenciones en la capital.
El enfrentamiento a estas arbovirosis debe ser una lucha multisectorial. Existen entidades dedicadas a ayudar a la población con el ordenamiento del medio, realizando acciones como fumigar, abatizar, destruir posibles focos, limpiar zanjas y resolver salideros, con el objetivo de mejorar el ambiente y evitar la proliferación del mosquito. Dado que él vive dentro de la vivienda, el rol de los individuos es crucial para su eliminación. Las medidas personales incluyen el saneamiento de los hogares, el cambio de agua en vasos espirituales y floreros, verter abate en los tanques, y la vice ministra ha hecho referencia incluso al uso de métodos caseros como la quema de cáscaras de cítricos. También se recomienda el uso de mangas largas en ambientes de exposición y, al fumigar, mantener el insecticida dentro de la vivienda por al menos 45 minutos.
La situación epidemiológica con las arbovirosis en Cuba es crítica y el paso del huracán Melissa con sus intensas lluvias complejiza aún más el escenario, haciendo indispensable el saneamiento de vertederos y la recogida de basura. La combinación de una estrategia estatal robusta, un trabajo comunitario organizado y la responsabilidad individual en la protección de los hogares es la fórmula para reducir los índices vectoriales y controlar la transmisión de estas enfermedades.
 
                        
 
                
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