El elemento más característico de las revistas académico-científicas es que solamente publican artículos en el caso de que hayan superado una evaluación a través de un proceso que puede llegar a ser muy complejo y exigente.
De todos los manuscritos que llegan para cada número, solamente se acaban publicado aquellos que han superado una doble evaluación:
- Primero: tiene lugar una selección editorial basada en la calidad percibida del artículo y su adecuación a las políticas y normas de la revista. En este proceso, hasta el 90 por ciento de los manuscritos puede ser rechazado.
- Segundo: tiene lugar una evaluación a cargo de al menos dos expertos externos al cuerpo editorial de la revista, que puede exigir (de hecho, es lo habitual) una segunda versión revisada del manuscrito original, incorporando las propuestas de los evaluadores. Esta segunda versión vuelve a ser evaluada y solamente en caso que los editores consideren que los autores han sabido dar respuesta a las observaciones y cambios propuestos, el manuscrito pasará a convertirse en artículo publicado.
Todo lo anterior, puede exigir diversas rondas de evaluación en las cuales hay un intenso intercambio de ideas y propuestas entre autores y evaluadores, y de una forma que debe quedar perfectamente registrada y documentada.
Esto, además de ser el sello de identidad de una verdadera revista científica, es lo que, por razones evidentes, encarece los costes de la misma.
La idea esencial que debemos retener es que las revistas académico-científicas que merecen este nombre solamente publican trabajos de investigación que han superado procesos de evaluación, porque las verdaderas revistas científicas no publican investigaciones cuya calidad no haya sido examinada.
No existe tal cosa como pagar por publicar
Desde este punto de vista, el supuesto hecho de “pagar por publicar”, siempre que hablemos del ecosistema de las publicaciones científicas, en realidad no existe. La barrera entre publicar o no, no desaparece a cambio de un determinado pago, sino a cambio de superar unos umbrales de calidad.
Ciertamente, en las revistas que cobran a los autores, parece que se paga por publicar, pero no es así desde el momento en que, sin una evaluación superada no existe ni siquiera la mera posibilidad de pagar. Luego, el derecho a publicar se compra con calidad, no con dinero.
Para poner un ejemplo de un ámbito muy lejano, es evidente que nadie obtiene una titulación académica por pagar, aunque las tasas de matrícula sean muy altas, salvo fraude. Pero es un fraude por algo. Se obtiene la titulación por haber superado un número de créditos, no por el hecho de haber pagado la matrícula (aunque no ignoramos que pueda haber quien crea que es así).
Volviendo a nuestro caso, cabe señalar que incluso las editoriales que cobran a sus autores, contemplan vías de exención (APC waivers) del mismo por diversas circunstancias, por ejemplo, para autores de ciertas regiones del mundo y/o que carecen de apoyo financiero institucional.
Pueden verse ejemplos de las denominadas APC waivers (exenciones del APC) en las políticas sobre este tema editoriales como BCM, Taylor and Francis, o Elsevier.
6. ¿Qué son las revistas depredadoras?
Ahora ya podemos decir de forma muy directa que una revista depredadora se caracteriza exclusivamente por publicar artículos sin llevar a cabo procesos reales de selección y evaluación de los trabajos que publica. El aspecto del cobro, aunque sorprenda oirlo, es lo de menos.
Sin duda, desde el punto de vista emocional ¿y legal? es lo más importante: cobran sin hacer su trabajo. Pero desde el punto de vista del verdadero daño a la ciencia, el problema real es que publican sin examinar ni evaluar las supuestas investigaciones que publican. Este es el fraude científico que cometen.
Una revista depredadora no está comprometida con ninguna forma de progreso de la ciencia o del conocimiento. Una revista depredadora tiene un modelo de negocio que consiste en cobrar por publicar, aunque sea basura.
En el punto 4 dijimos que el hecho de “pagar por publicar” en el mundo académico no existe, por la misma razón que nadie obtiene un permiso de conducir por pagar, sino porque ha superado un examen (aunque tenga que pagar las tasas y los honorarios de la autoescuela).
Pero, nos referíamos a las verdaderas revistas científicas. Las revistas depredadoras, en cambio, hacen que esto sea exactamente así, y por eso es un fraude.
Es como si una institución académica proporcionara títulos a cambio de dinero. El problema principal, aunque sea lo que más llama la atención, no es el dinero que han cobrado, el problema principal es que han proporcionado el título a alguien que no ha demostrado tener los conocimientos y habilidades que el título certifica, porque no ha cursado las asignaturas, ni superado las evaluaciones. La prueba del nueve es la siguiente: ¿alguien puede considerar que sería menos fraude si le hubieran dado el título a cambio de cero euros, respondiendo en su lugar, por ejemplo, a un intercambio de favores personales?
Volviendo a nuestro terreno, la suerte es que no se conocen casos de revistas depredadoras que hayan sido admitidas en ninguna base de datos o repertorio de revistas de calidad, por lo cual su impacto en la ciencia por suerte se ha mantenido limitado hasta ahora, y es de esperar que va a seguir siendo así mientras tengamos esta especie de cordón sanitario que forman las bases de datos académicas y los repertorios de revistas que manejan las agencias de evaluación.
Ha existido alguna vez controversia sobre casos muy concretos de revistas que, pese a aplicar auténticos procesos de evaluación, en ocasiones se ha considerado que tenían un exceso de interés por publicar un alto número de artículos, con tal de cobrar por ellos, pero nunca se ha dado el caso de que una revista depredadora ingresara en bases de datos como Scopus o WoS o en los repertorios que manejan tanto las agencias de evaluación como los autores que buscan las mejores revistas donde enviar sus manuscritos.
¿Cómo actúan las revistas depredadoras?
Dado que carecen del mínimo prestigio, raramente los autores enviarán sus trabajos de modo espontáneo a esta revistas, salvo en el caso de autores desesperados o muy mal aconsejados. Es impensable que a un investigador en formación, un investigador predoctoral, por ejemplo, de un buen programa de doctorado, su supervisor le anime a enviar un manuscrito a esta clase de revistas, y si es el predoc que le lleva la propuesta, su supervisor le desengañará (o eso esperamos).
En su lugar, estas revistas captan a los autores a través de intensas campañas de promoción, casi siempre por correo electrónico. Son muchos los autores de todo el mundo que reciben en algún momento un correo de alguna de estas revistas invitándoles a participar en su próximo número.
El problema es que los autores reciben también otras llamadas de artículos a revistas y congresos que son reales, de modo, que nos podemos preguntar, ¿cómo podemos identificar a una revista depredadora?, cosa que nos lleva al siguiente punto.
7. ¿Cómo podemos identificar a una revista depredadora?
La forma inequívoca de identificar a una revista depredadora, pero la menos conveniente, es la siguiente: lo sabremos si aceptan nuestro artículo sin llevar a cabo una evaluación real, y en cambio se apresuran a pedirnos alguna cantidad más o menos prudente o exorbitante según la ambición de los depredadores.
Pero es la menos conveniente porque significa que les hemos mandado un manuscrito, cosa que sería mejor evitar, sin contar la pérdida de tiempo, salvo que se trate de un material sin ningún valor y queramos hacer una prueba.
Por lo tanto, esto nos devuelve la pregunta. ¿cómo las podemos identificar? Hay varias maneras, aunque ninguna por si sola es concluyente, más bien nos ayuda a decidir la suma de varias de ellas:
- Suelen contactar directamente con los autores por correo electrónico, en lugar de mandar las llamadas a la colaboración a través de foros o de listas de correos de autoridad reconocida. Si nuestro único y primer conocimiento de la supuesta revista es por un correo electrónico (es decir, nunca antes habíamos manejado artículos de esta revista o de esta editorial, ni oído mencionar esta publicación) ya es una primera señal de alarma.
- Si accedemos al sitio web de la revista, normalmente veremos sitios de poca calidad, aunque cada vez son capaces de simular mejor la apariencia de revistas de calidad. De todos modos, puede haber indicios reveladores, por ejemplo, una cantidad absurda de anuncios, o una verdadera dificultad si no imposibilidad de encontrar un archivo con números anteriores.
- Mencionan índices de impacto o repertorios de revistas, de los que supuestamente forman parte, pero que no corresponden con las manejadas habitualmente por los académicos o las agencias de evaluación. Suelen ser índices ficticios o repertorios de revistas falsos, si conviene creadas por las mismas revistas depredadoras. Podemos comprobar con una búsqueda independiente en la web que estos índices o factores de impacto solo aparecen en sus propios sitios.
De todos modos, si queremos una guía más certera, que no dependa de la posibilidad de que chequear puntos como los anteriores sea concluyente (puede no serlo) podemos deducir que una revista es seguramente depredadora si no aparece en ninguna de las bases de datos ni repertorios habitualmente utilizados en el mundo académico, cosa que consideramos en el siguiente punto.
Un eficaz cordón sanitario formado por los repertorios
Una de las prácticas habituales del mundo académico consiste en crear repertorios de revistas académicas. Un aspecto especialmente importante de los mismos es que para que una revista pueda formar parte de tales repertorios debe superar alguna clase de evaluación de calidad.
Otro fuente de información son las bases de datos que indexan los contenidos de las revistas, ya que siguen un criterio parecido: no incluyen revistas en sus índices sin antes proceder a alguna forma de evaluación o de selección de calidad.
A continuación, indicamos las fuentes (6 en total) donde se puede hacer la consulta: si no aparece la revista en ninguna de ellas, entonces es muy probable que sea una revista depredadora. De todos modos, si la revista no aparece en los dos primeros de entre los siguientes, es casi imposible que lo haga en los demás, por lo tanto la consulta puede resolverse de forma rápida (por este motivo, las destacamos). Solamente si, por alguna razón, necesitamos una enorme cantidad de evidencia, podemos agotar la lsta:
Recientemente, hemos sabido de un caso concreto de uso de revistas depredadoras en un Departamento de una universidad española. Resulta que un candidato a un puesto estable de profesor utilizó revistas depredadoras para inflar su currículum. Hubiesen evitado el fraude si solamente aceptaran artículos de revistas que figuren al menos en alguno de los 6 repertorios y bases de datos señalados de uno de los puntos anteriores. No sería ninguna imposición restrictiva ni elitista, porque el conjunto de tales repertorios cubre prácticamente cualquier tipo de revista, independientemente de su índice de impacto, eso sí, las depredadoras quedan excluidas.
En toco caso, la prueba anterior, sería una prueba por ausencia: si no aparece en ninguno de los repertorios o bases de datos anteriores, puede ser una falsa revista académica. Pero aún nos queda la prueba por presencia, que consideramos en el siguiente punto.
8. Lista de revistas posiblemente depredadoras
Finalmente, podemos consultar directamente si la revista aparece en una lista que registra los títulos de las revistas depredadoras y de sus editoras. La lista en cuestión es la siguiente:
Puede parecer la solución definitiva, y el lector podría preguntarse porque no hemos empezado por aquí. Pero no es la solución definitiva porque a esta lista no se apuntan las revistas depredadoras para decir, “atención, no te confundas, no nos envíes artículos”, sino que es una lista mantenida por voluntarios a los que se les puede escapar casos, ya que es lo que intentan estas revistas precisamente. Esto sin contar que las editoras crean nuevas revistas ficticias de forma continuada.
No obstante, es importante que esta lista exista, primero porque hace la vida más difícil a los perpetradores de este fraude académico, y segundo porque puede solucionar nuestras dudas si se da el caso que la revista que deseamos chequear efectivamente aparece aquí.
Es una lástima que debido a la naturaleza de su misión, los responsables de la labor de mantenimiento de esta lista deban mantenerse en el anonimato, cosa que limita necesariamente la fiabilidad, pero supongo que es lo máximo que podemos tener en este espinoso terreno, No debe salir gratis dedicarse a denunciar estas revistas y darte a conocer tu identidad a la vez.
9. Conclusiones
Pese a todo, la situación no es tan grave como podría parecer, ni como su reflejo en la prensa nos puede hacer creer en alguna ocasión, ya que cuando aparece en los medios, lo hace con un cierto dramatismo.
La motivación principal para denunciar a las revistas depredadoras es separarlas de la idea del open access, lo que hemos intentado hacer aquí.
En cuanto al peligro real que representan para la ciencia, tal vez estamos delante del famoso vaso medio lleno y medio vacío: sin duda es un fenómeno que no se puede ignorar, incluso que hay que denunciar y combatir. Pero tampoco es el apocalipsis.
Por ejemplo, en la sección Para saber más, encontrarán los dos casos: el vaso está medio lleno (“el tema es grave”), y el vaso está medio vacío (“no hay para tanto”), bien representados con sendos artículos cada uno de ellos.
Por tanto, algunas posibles preguntas: (1) ¿hay que alarmarse o no?, (2) ¿está en riesgo el open access por culpa de las revistas fraudulentas?, (3) ¿tenemos en marcha un fraude masivo en la ciencia?, (4) ¿cómo debemos actuar?
Mis respuestas: (1) creo que hay que estar atentos, sin necesidad de alarmarnos, básicamente porque no sirve de nada, pero también por lo que diré a continuación. (2) El open access goza de buena salud, y cada vez hay más editoriales que publican en modo abierto, además tiene el pleno apoyo del grueso de la comunidad científica. (3)
El posible fraude masivo que estas revistas perpretarían… si pudieran, está frenado por las barreras y controles de la mejor ciencia. Las bases de datos y los repertorios como los mencionados más arriba ayudan mucho, y de forma muy eficaz, en esta función sanitaria.
Lo mejor que podemos hacer es ayudar a difundir la existencia de las revistas depredadoras, pero sin confundirlas con el open access, y por supuesto, alertar a los investigadores para que (4) jamás publiquen en revistas que no llevan a cabo procesos de evaluación, por tanto, para que jamás publiquen en revistas depredadoras.
Otro puntos que me gustaría dejar claros son los siguientes:
- Publicar en abierto implica algún pago por los autores, o no. La relación acceso abierto / pago por parte del autor no es ni directa ni unívoca.
- Publicar en revistas tradicionales exime de pagos a los autores, o no. Algunas revistas cerradas de gran prestigio, solicitan igualmente al menos un parte del APC a sus autores.
- Revistas en open access que no anuncian cobro por APC, pueden sin embargo solicitar igualmente a los autores aportaciones por otros conceptos, como traducciones, maquetación, impresión de ejemplares, etc.
- Lo que caracteriza de modo unívoco a las revistas depredadoras es que no evalúan los trabajos que publican, o que tal evaluación es una farsa, ya que aceptan todos los trabajos, aunque el término depredadora se justifica por el cobro.
- Open access no tiene relación con el cobro a los autores ni de forma necesaria, porque solamente es una de las opciones, ni exclusiva porque también cobran a los autores revistas que no son open access.
- Open access no evita la evaluación, sino todo lo contrario: la exige en la medida en que es una revista científica.
- Open access solo tiene relación necesaria con una cosa: acceso libre.
- Las bases de datos y repertorios, entre estos últimos en especial los de mayor rango y amplitud, como MIAR, DOAJ y otros, cumplen una labor de primera magnitud, actuando como la barrera sanitaria más eficaz contra las revistas depredadoras y a favor de la mejor ciencia.
- Probablemente, la existencia de una industria sólida de bases de datos académicas de una gran autoridad, así como de iniciativas académicas relacionadas con grupos de investigación, capaces de producir y mantener los repertorios tantas veces mencionados, es la razón de que las revistas depredadoras, al menos por el momento, no sean una amenaza real para la ciencia. Como sea, denunciemos con energía a esta lacra, pero no la confundamos nunca con el acceso abierto.
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