Un ballet como “Cascanueces” en el que los adultos vemos el mundo a través de los ojos de los niños, es más que una historia de fantasía en la que se fragmentan las normas de la realidad con juguetes que cobran vida y se hace viajar a diversos mundos de ensueño.
La tradición proviene del cuento popular alemán “El Cascanueces y el rey de los ratones” de 1816 del escritor Ernst Theodor Amadeus Hoffmann. En 1844, Alejandro Dumas realizó una adaptación infantil de la obra original titulada “Historia de un Cascanueces”, la versión más conocida entre los cuentos navideños y de la cual, la Prima ballerina assoluta Alicia Alonso, hizo una versión hace 25 años atrás. Dicha puesta en escena, se estuvo presentando los pasados 28, 29, 30 de diciembre, y 1ro, 5, 6 y 7 de enero en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba.
El Cascanueces se estrenó en el mes de diciembre de 1892 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, por encargo del entonces director Ivan A. Vsevolozhsky. Nació de una de las colaboraciones más fructíferas de la historia de la danza: la del compositor P. I. Tchaikovsky y el coreógrafo Marius Petipa.
Petipa, que era un trabajador extraordinariamente metódico, comenzó a trabajar en Cascanueces dieciocho meses antes de que se iniciara la producción del ballet, y planificó cada detalle de la puesta en escena: caracterización de los personajes, vestuario, tiempo de cada número, orden de las danzas e incluso las particularidades de la música que necesitaba. Petipa enfermó en 1892, poco antes de que comenzaran los ensayos del ballet, y Lev Ivánov, coreógrafo de gran talento y segundo maître de ballet de aquel teatro, tomó a su cargo la producción de la obra.
Dividida en dos actos y cinco escenas, la historia cuenta cómo Clara, la hija menor de una familia acomodada, recibe como regalo de Nochebuena un extraño juguete, el Cascanueces, que cobra vida mientras ella duerme. Durante la noche se produce una lucha entre ratones y soldados de juguete. Tras la victoria, el Cascanueces se convierte en Príncipe y lleva a Clara al reino de los dulces. Las altas dosis de azúcar, unidas a la tormenta de copos de nieve y al vals de las flores, pasan a ser el centro narrativo.
A pesar de todo, la recepción de la crítica no acogió la obra como se esperaba. De hecho, se eliminó del repertorio durante un tiempo, y no fue hasta que el coreógrafo George Balanchine se apropió de música, libreto y coreografía cuando se legitimó mundialmente en el repertorio.
Algo que caracteriza y hace de Cascanueces una obra maestra, es la música que lo acompaña, en este caso, interpretada por los músicos de la orquesta del Gran Teatro de la Habana Alicia Alonso, dirigida por Yhovani Duarte. Ellos hicieron que el público presente, todas estas noches de espectáculo, se transportara a cada mundo del país de los sueños.
Podemos destacar además la escenografía y el vestuario, que corrió por parte del escenógrafo italiano Guido Fiorato.
La primera vez que el público cubano pudo apreciar al menos un fragmento de Cascanueces fue el 15 de febrero de 1917, gracias a las actuaciones de Anna Pávlova y su compañía en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” (entonces Teatro Nacional)
El 5 de noviembre de 1998, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, durante el 16 Festival Internacional de Ballet de La Habana, y como parte de los festejos por el aniversario 50 del Ballet Nacional de Cuba, se estrenó la versión coreográfica de la obra integral concebida por Alicia Alonso. Para elaborar dicha puesta en escena, Alonso partió de los elementos coreográficos que se conservan de la original, y sobre todo, el peculiar estilo concebido para este ballet por el coreógrafo y bailarín ruso Lev Ivánov.
Aunque cascanueces se refiere al utensilio en forma de pinzas para romper nueces, dentro de la decoración este término se refiere a una pequeña figura con forma de soldado de grandes dientes. Originarios de Alemania en el siglo XV, estas figuras se consideraban amuletos, aunque después se asociaron a la Navidad gracias a la literatura.
Posteriormente, estas figuras quedaron grabadas en el libro Mitología Germana de Jacob Grimm en 1835. Sin embargo, Ernst Theodor Amadeus Hoffmann había escrito ya El Cascanueces y el Rey de los Ratones en 1816. A su vez, la versión de Theodor Amadeus inspiró a Heinrich Hoffmann en 1851 para publicar un cuento muy popular entre los niños en Alemania gracias a sus ilustraciones, las cuales fueron tomadas por Wilhelm Friedrich Füchtner, un carpintero y artesano alemán, para crear en 1870 las figuras de soldadito que conocemos hoy en día.
Willy Salazar
10/1/24 23:36
Periodista Inquieta e Intrépida. Gracias por tan excelente trabajo, detallado con Pinzas para qué todos conozcan esa gran Obra....gracias Expectacular trabajo... Alguien dijo....El periodista es la verdad de la realidad Cotidiana ....pero hay qué saber hacerlo....y a usted le sobra para seguir haciendolo....siga así llena de éxitos....Gracias
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