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sábado, 23 de noviembre de 2024

La Isla de los surrealistas

"No se trata de que cada cual vaya hacia adelante sin mirar al de al lado. Se trata de ayudarnos entre todos y de levantar un país para el futuro", expresó en entrevista X Alfonso...

Abel Sánchez en Cubasí 23/01/2012
26 comentarios
Concierto X en Camaguey I
Concierto de X en Camaguey.

Aquella noche, la calle más viva de La Habana, había dejado de serlo. G estaba vacía. O al menos la parte que, regularmente, suele verse más poblada. Casi todos bajaban la cuesta, rumbo al mar. Varios metros antes de llegar a Malecón, cruzando Línea, habían cerrado el tráfico. En el centro, un escenario con estructuras de hierro, cadenas lumínicas y pantallas enormes. Detrás, cuatro computadoras en las que todos los que quisieran podían traer su memoria flash y copiar el disco, gratis. Cada cierto tiempo salían algunos ayudantes a distribuir un DVD especial entre el público. Todos trataban de alcanzar uno. Incluso el ambulanciero, que habló a ver si, vaya, de favor, podían separarle dos para él y su chofer.

Y pensar que todo eso: las luces, la calle interrumpida, los discos, la ambulancia, la gente, el escenario; tuvo que ver, de una forma u otra, con un solo nombre, o mejor, con una sola letra: X.

X Alfonso estaba allá, en lo alto, sentado junto a la batería. Preparaba los últimos detalles del concierto. Se veía nervioso. La lluvia puso a todos así, pues podía arruinar, en cuestión de minutos, algo que tomó bastante tiempo preparar. Ni UNICEF, coauspiciadora del evento; ni las centenares de bufandas que hicieron un alto en el 33 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano; ni siquiera el propio X, que parece salir airoso de cada prueba; eran capaces de controlar el clima. Solo quedaba cruzar los dedos, guarecerse y esperar.

Ahora, semanas después, X Alfonso parece mucho más tranquilo. Viste de negro, en el pulóver lleva una imagen de eso que mucha gente piensa que son los artistas: un extraterrestre. Ya no luce tan joven, la barba, bastante poblada, comienza a encanecer. No le molesta, le han dado experiencia y seguridad; las canas no, los años. Con voz morosa, de quien se ha levantado temprano, intenta explicarme cómo surgió la idea de distribuir Reverse gratuitamente:

“Casi todos mis discos los he hecho mediante producciones independientes, dos de ellos con una disquera independiente de Brasil y siempre le facilitamos la licencia a Cuba. A través de esta licencia uno les da el disco a las disqueras cubanas, ellas lo reproducen, pero solo pueden comercializarlo en el territorio cubano. El máximo de copias que puedes hacer de un disco así son de dos mil a tres mil, para 12 millones de cubanos. En todos los contratos que hice con las disqueras cubanas, dejé las licencias en un buen precio para que luego pudieran venderlos a la población. Estoy hablando de cinco o seis dólares, o cien pesos en moneda nacional, por un CD y un DVD con todos los videos, es decir, bastante asequible. Pero cuando se agotaban esas copias, el disco se muere, físicamente ya no queda más.

“Entonces, al terminar Reverse, fui a ver a las disqueras, pero seguían con la misma forma de distribución y ese no era mi objetivo. Este disco tiene un gran contenido social dirigido a todas las generaciones, no solo a la juventud. Uno hace la música para que le llegue a la gente, por eso decidí que no lo iba a vender aquí en Cuba, afuera sí. ¿Cómo lo regalaba si no podía distribuir el disco físico? Pues de varias maneras. Una era la plataforma digital, lo llevé en una memoria flash y lo copié en las universidades donde todo el mundo pudiera descargarlo. En el concierto que di con la UNICEF, ellos me ayudaron a grabar mil copias en DVD, que podían seguirse distribuyendo entre más personas, o sea, no estaban bloqueadas ni nada de eso, la gente podía copiar la multimedia donde quisiera. También puse computadoras en los conciertos donde cada cual podía ir con su flash y copiar el disco. La idea de las bases de datos en las universidades ha funcionado muy bien, porque está en la Intranet, cada uno entra con su cuenta de usuario, lo baja y puede tenerlo.”

¿Esta manera de distribuirlo no tendrá que ver también con las características propias del mercado cubano, que es totalmente sui generis?

De hecho, actualmente en el mundo es muy difícil vivir de la venta del disco y aquí en Cuba más, ahora hay mucha piratería. Entonces, para que alguien se beneficie de mi trabajo y no yo ni el público, porque el público que lo oye tiene que pagarlo. Dije, bueno, da igual, nadie va a poder comprar el disco en la calle porque se va a regalar. Como tampoco ninguna disquera va a venderlo porque yo no autorizo a que se venda. Creo que lo principal de Reverse es la filosofía que trae el disco: volver atrás, al tiempo de los indios y el libre intercambio. A lo mejor para el próximo disco, qué se yo, lo hago de música electrónica y solo puede escucharse a través de los dj’s, no sé. Pero creo que es muy importante que la gente acceda a la música y no tenga que comprarla, más en estos tiempos. ¿Por qué voy a hacerle gastar un dinero que puede invertir en otra cosa?

De todos modos, es una versión que podrás recuperar, porque vas a comercializarlo en el extranjero.

(Se ríe) Sí, lo voy a vender en Internet por iTunes, incluso con la multimedia, pero igual uno no vive de eso. Ni siquiera hablo de las agrupaciones cubanas, sino en el resto del mundo los músicos están viviendo del concierto en vivo y la mejor promoción que le puedes hacer al disco es regalándolo.

Con las nuevas tecnologías la industria del disco está cambiando, ¿crees que sea una manera mejor de que la música llegue a más personas?

Creo que es bueno, pero el problema es que hay tanta que no te enteras. Por tanto, lo veo como algo positivo y negativo al mismo tiempo. Antes lo bonito que tenía era que sacaban una placa o un CD y la gente iba a comprar la música que le interesaba y la distribuía entre los amigos, la compartía. En mi época también existía el casete y uno lo grababa y lo prestaba a los amigos. Y esa magia se perdió un poco con el desarrollo de la tecnología, con Internet. Pero la parte buena es que la gente puede adquirir tus discos en cualquier lugar del mundo. Lo único es que no sé cómo se van a poner de acuerdo para las distribuciones, aunque eso ya no me toca.

¿Por qué este regreso al rock n’ roll?

Tiene que ver con mis raíces. Cuando yo era muy pequeño mis padres hacían rock sinfónico. En casa lo que escuchaba mi tío era Led Zeppelin, Pink Floyd, Black Sabbath, Deep Purple, The Rolling Stones. Todos vivíamos en Luyanó, donde nací, y el resto de la familia tenía gustos distintos. Mi tía era más de Van Van; a mi abuelo le gustaba el jazz de los años 50 incluyendo al Beny; mis padres escuchaban más fusión vocal, The Manhattan Transfer, cosas así. O sea, me crié en un nido de distintos gustos musicales, pero el que más predominaba era el de mi tío y mis padres, por supuesto, que también eran rocanroleros.

Después de esto estudié música clásica, piano clásico, y el primer proyecto que hice independiente fue el grupo Habana, donde tocábamos rock. Entonces, esto como que vuelve a hacer un ciclo de mi vida. Además, me gusta mucho el rock n’ roll y la posibilidad de poder expresarme a través de sus textos.

Me parece que también tiene algo que ver con las características propias del género. Desde los años 60, muchas vertientes del rock n’ roll se han asociado con discursos movilizadores. O sea, los rasgos de este tipo de sonido se avienen más con el mensaje que intentas transmitir en el disco.

Exactamente. De hecho, fue así desde el momento de concebirlo. Yo iba a grabarlo con dos micrófonos de aire como se hacía en los años 50. Pero Fito, mi técnico de audio, me dijo: “No hagas esa locura, yo te doy mi estudio, vamos para allá y lo hacemos igual en una semana, pero bien grabado”. Originalmente lo que pensaba hacer era eso, grabarlo en un cuarto de mi casa, tocando todo el mundo a la vez y después distribuirlo, aunque gracias a Fito se pudo hacer con más calidad. Tenía el mensaje y la mentalidad de revolucionar un poco el ambiente. Es una actitud, más que un género.

En una de tus canciones aseguras: “Todo cambiará, tengo fe en que cambiará”. ¿Qué crees que deberíamos cambiar los cubanos para ser mejores?

Primero nuestra mentalidad, deberíamos pensar más en nosotros mismos. Cuando hablo de cambio me refiero a un cambio entre nosotros y para nosotros. Si nos analizamos podremos avanzar mucho más que respondiéndole a alguien. Creo que es más importante que esa forma de respuesta que tenemos hacia el mundo la apliquemos para arreglar nuestros errores. Y no hablo de errores para remarcar las cosas que hicimos mal, sino pensando que todos los días se aprende algo y si nos comunicamos mejor entre nosotros vamos a aprender mucho más cómo sacar el país adelante. Entre nosotros (insiste).

Es de lo que habla Reverse, cómo empezar a ver a los demás, escuchar a los demás, crear una forma de vida nueva. No se trata de que cada cual vaya hacia adelante sin mirar al de al lado. De eso no va. Se trata de ayudarnos entre todos y de levantar un país para el futuro y de educar a la nueva generación con los mismos principios del 59, pero con una mentalidad un poco más abierta.

La migración es un tema también recurrente en tus textos.

La migración está en el mundo entero, existe hace miles de años y la encasillan como un problema. A Cuba vinieron españoles a trabajar, a cambiar su forma de vida, a hacer fortuna para luego volver a su país. Esto está pasando en el mundo entero, miles de latinoamericanos emigrando a Europa o a EE.UU., es un fenómeno global. Creo que es una de las cosas más normales en el mundo. El hombre fue quien lo complicó todo con la política, las fronteras, las visas. Viajar es algo natural en el ser humano, como en los pájaros, pasa lo mismo que con las aves que emigran. No debería ser un problema tener la posibilidad de ver y comparar donde vives con el resto del mundo, así podrías decidir mejor qué prefieres para tu vida. Siempre lo he pensado porque he tenido la posibilidad de ir a muchos países y conocer distintos sistemas, y quisiera que la gente pudiera ver eso. Pudiera comparar y darse cuenta de las grandes cosas que tenemos aquí, así como las que están mal poder arreglarlas.

Hay un tema en Reverse, “De corazón”, que es bastante explícito al decir que no podemos compararnos porque somos un país con una forma de vida distinta al resto del mundo. Entonces podríamos tomar las cosas buenas de otros países y aplicarlas aquí. También ver lo que no funcionó en otros lugares, como América Latina, y no caer en esos errores. Creo que debemos estar orgullosos de los logros que hemos tenido y la calidad humana que se ha transmitido durante muchos años. Tal vez esa incomunicación nos ha ayudado un poco a conservar esa humildad y la humanidad. Debemos desarrollarnos, pero manteniendo nuestra calidad humana.

En cuanto al bloqueo, son 186 países votando a favor de que lo quiten y solo dos en contra, sin embargo, sigue ahí. Entonces, uno se dice, el mundo está un poco raro. Si sacas la cuenta, matemáticamente, no da. Pero ya que estamos bloqueados, vamos a tratar de no bloquearnos nosotros mismos y creemos una fuerza trabajadora, económica e intelectual, para poder levantarnos a pesar de él. Porque el mundo no lo vamos a cambiar, pero sí podemos cambiar nosotros.

Al escuchar “Noticia” uno podría pensar que tienes una opinión bastante crítica sobre la prensa.

De los medios, no de la prensa. Los medios a veces son demasiado manipuladores. Esta canción lleva muchos años conmigo, pero está en un demo que nunca salió, solo la tocaba en los conciertos. Era un tema que no había querido poner en un disco porque se iba alimentando de la vida. Decidí incluirla en Reverse porque ya tenía una noción bien clara de que esto iba a ser así por muchos años. Critico a los medios porque cuando te manipulan  tienden a cerrarte la visión. Desde que tengo conciencia, el 99 por ciento de las noticias es negativo. Curiosamente, hace un tiempo estuve en Suecia y me entrevistaron para un periódico que solo ponía buenas noticias, esa idea me encantó porque tiene que existir el equilibrio. En EE.UU. o en Europa los medios solo hablan de crisis y terrorismo, te llevan a pensar que todo está mal, cuando lo más importante es saber que estás vivo, que puedes caminar, tomar un vaso de agua, tener una familia, crear, hacer lo que quieras. En Cuba pasa algo parecido, los medios están enfocados en gran medida a la política y la gente rechaza un poco eso.

Una vez te escuché decir que en realidad no sabías tanto de eso de filmar, que lo tuyo era tocar el piano.

¿Cómo, cuándo fue eso? (Se ríe sorprendido).

Hace años, en un concierto. Ahora, después de tantos videoclips premiados, de un documental. ¿Sientes que la cámara es un medio de expresión que se te da tan bien como la música?

A la hora de expresarme es un medio más fuerte que el piano. No se trata de que la imagen supere al piano, sino que puedo incorporarle el piano a la imagen y decir dos cosas a la vez. Eso seguro también lo dije por ignorancia, por desconocer muchas cosas que luego vas aprendiendo. De hecho, me encanta cada día hacerme más viejo, vas ganando experiencia, vas perdiendo el miedo. Empiezas a darles solución a las cosas más fácilmente. Puedes lograr cualquier cosa. En ese momento yo no era tan consciente de mi propio trabajo, de lo que podía lograr hacer.

En realidad, importa más el presente. ¿Cómo te sientes ahora detrás de una cámara?

Bastante realizado. Siento un ciento por ciento de realización cuando me pongo detrás de la cámara, porque ya escucho la música y voy pensando en la edición. Es un milagro que haya existido ese invento y que yo tuviese la posibilidad de vivir en una época en la que con una cámara pueda reflejar tantas cosas.

En la presentación del documental Sin título, en el teatro Mella, era interesante notar la reacción del público cuando veía reflejada una imagen de la cubanía un tanto diferente a la convencional, esa que muchas veces apela a los estereotipos. ¿Crees que esta imagen deba repensarse?

Creo que deberíamos replantearnos renovar un poco esa imagen de Cuba. Pero esta renovación no debe ser en un sentido turístico-vendible-comercial, sino la vida real. Nosotros somos un país auténtico. Conservamos la arqueología de hace años, en la Habana Vieja hay construcciones de 1910 que todavía están intactas. Este es un lugar privilegiado en el mundo entero, esta ciudad es un lujo. Esa es la imagen que debería exportarse, y no solo eso, sino también nosotros, la gente. Es lo que va a atraer el turismo hacia la Isla, enseñar lo que somos de verdad, no como quieren que nos vean.

He tenido la oportunidad de ver Cubavisión Internacional fuera de Cuba y hay tanto que enseñar que ahí no muestran. Sobre todo la cantidad de cosas hechas de manera independiente por muchos jóvenes realizadores: ficción, no-ficción, documentales, hasta animados.

Además, los medios fuera de Cuba sobredimensionan cualquier cosa y solo te hablan cuando pasa algo negativo, eso es lo que me jode. La otra parte son los hoteles turísticos que nada tienen que ver con Cuba. Entonces son dos embustes: uno, la problemática política; el otro, la parte turística. Lo que pasa con la otra parte es que puedes estar vendiendo lo mismo Cancún que Santo Domingo, pero la Cuba real no se ha exportado como es.

Me gustaría preguntarte lo mismo que les preguntaste a tus entrevistados. Para ti, ¿qué es Cuba?

(Largo silencio, se recuesta en su silla, piensa. Luego se incorpora) Tener el privilegio de vivir todos los días en una película de Fellini o de Buñuel.

Ese documental fue el primer experimento de lo que después se convertiría en Fábrica de Arte, un proyecto muy interesante que intentaba buscar un espacio donde las personas pudieran crear, expresarse. ¿Crees que el arte deba trascender los espacios tradicionales, las instituciones y tocar más la vida cotidiana de la gente?

Esa es la base de la cultura. Con Fábrica de Arte, no digo que esté inventando el agua caliente, las Casas de Cultura tuvieron y tienen un papel fundamental en la comunidad, para que cada cual pueda expresarse, culturalmente hablando. Mi intención no es hacer una Casa de Cultura más, pero sí darle la posibilidad a mucha gente que no tiene los medios o la infraestructura para poder presentar su obra. De hecho, desde que empezó trabajamos con plásticos que no son conocidos ni siquiera a nivel nacional. También le dimos la posibilidad a la gente de provincia enviarnos sus trabajos o mandamos a alguien a esos lugares para ver las obras, sobre todo aquellos que estén por un futuro mejor y que tengan un mensaje social.

Ese tipo de espacio donde se pueda mostrar el arte, no solo como una galería, sino como un lugar de intercambio, donde todo el mundo pueda compartir desde el arte, incluso discutirlo con los propios artistas, creo que es una forma de que el público conozca el arte. Es más que pararte y ver el cuadro, sino conocer al pintor que lo hizo, estar allí, hablar con él, darte cuenta de que se despierta a las siete de la mañana y toma café igual que tú, pero que simplemente tiene inquietudes diferentes. Se trata de que el público sepa que existe la persona, más allá del artista.

Lo que planeamos hacer en el apartado de cine es que al proyectar una película estén allí la mayoría de los actores y el equipo de realización para que el público les pregunte cómo se hizo la película. Un diálogo donde la gente pueda acercarse al actor o al director y aprenda cómo se hace arte en Cuba. También quiero entrevistar a artistas con público y filmarlo para luego hacer una especie de programas que se puedan pasar por la televisión. Creo que si la gente conoce a la persona y la entiende, va a entender mucho más su obra. Esa es la base de Fábrica de Arte.

A nivel musical planeo lo mismo, tratar de buscar proyectos diferentes, arriesgados, porque a veces es difícil conseguir músicos o pertenecer a una empresa, si tienes un proyecto que valga la pena allí mismo en Fábrica de Arte se pondrá y tendrá su programación. Con la danza igual, no solo pondremos las obras, sino que se darán talleres explicando cómo y por qué se hace eso, la deconstrucción de las obras de danza, de teatro. Viene siendo como una escuela.

¿Y la literatura?

También estará ahí, así como la fotografía. Nosotros teníamos un lugar los sábados en Pabexpo, muy lejos, y tratábamos de dar todo lo que podíamos en seis horas. Pero en este nuevo lugar, que será en la antigua Fábrica de El Cocinero, ya no abriremos solo los sábados, sino todos los días, con programaciones distintas, talleres literarios, todo aquello que pueda hacer que la gente entienda la cultura.

¿Cuándo tendremos todo eso?

Si dependiera de mí estaríamos haciendo la entrevista dentro de la Fábrica de Arte. De hecho, ya he tenido proposiciones para hacerla en EE.UU., pero no quiero porque me interesa abrirla primero aquí y después hacer sedes en otros lugares del mundo, así como crear colaboraciones entre jóvenes artistas de distintos países. Creo que es una forma de abrir mucho más el diapasón. Una de las bases de Fábrica de Arte es trabajar en equipo, teatristas, plásticos, músicos, cineastas, escritores, todos juntos. Esa es la idea, mezclar todas las artes. Así saldrán muchos proyectos de Fábrica de Arte. Ese es mi sueño.

En mi opinión, existen dos tipos de artistas: el que se encierra en la torre de marfil y el comprometido. Obviamente tú perteneces al segundo grupo. ¿Compartes el criterio de que ese deba ser un requisito del arte, comprometerse con el hombre e intentar mejorar su condición?

Si no partes de ahí estás perdido, para mí es lo primero. Es una de las cosas que exijo a la hora de captar a alguien para Fábrica de Arte. Primero la calidad humana y luego, si pinta regular, ya veremos. Porque puedes ser un genio y estar en una torre de marfil, ¿y qué?

¿Crees, como algunos, que incluso donde fracasa la política puede triunfar el arte?

Eso está más que visto. Piensa que la política es una carrera y el arte otra, eso es lo que muchos tienen que acabar de entender. Cuando abres un periódico en cualquier parte del mundo, en las primeras páginas a una sección de política, otra de economía, otra de deportes, otra de cultura y así, tenemos que ver las cosas separadas. Si lo hubiésemos visto distinto hubiéramos llegado mucho más lejos, porque el arte no tiene fronteras, la política sí. No creo que deba verse unido, como un solo fenómeno. Creo que son dos cosas distintas.

Crees que cuando un individuo común, que es al final para quien trabajas, sale de tu concierto a enfrentarse a la realidad, ¿le quedó algo de ese mensaje que escuchó?

Cada persona es un mundo. Pero, primero que todo, compartió algo conmigo. En el concierto compartió sentimientos con los que puede estar o no de acuerdo, aunque si fue a verme quiere decir que ya teníamos algo en común. Creo que siempre algo queda, aunque sea un uno por ciento, y algo cambiará en su manera de ver o de resolver su realidad. Creo que para eso lo hago.

(Guarda silencio, mira al vacío y sonríe) A lo mejor es una fantasía mía, pero creo que ayuda un poco, no a resolver los problemas, sino a mostrar otra forma de verlos. La realidad es siempre mucho más grande que todas mis canciones, pero creo que en algo estoy aportando para hacer que haya valido la pena que ese hombre fuera allí.

En un mundo donde el capital simbólico es tan importante, podría decirse que te has convertido en un símbolo, ¿cómo asumes esa responsabilidad?

(Se revuelve, incómodo) Bueno, no sé si un símbolo. Una de las cosas que más me gusta de todo esto es el cariño que me muestra la gente en la calle. Porque al final hago lo mismo que cualquiera, voy al agro, monto bicicleta, boto la basura. Cada día me despierto a las seis de la mañana, llevo a las niñas a la escuela, trabajo como un mulo en lo que hago, pero no soy una persona diferente al resto. Lo único distinto es que tengo la posibilidad de expresarme a través del arte. Entonces, ¿símbolo? No sé, creo que mejor llamarme una vía de escape o un reflejo de ellos mismos.

De acuerdo, no le llamemos símbolo, pero cuando X Alfonso dice algo la gente lo escucha. ¿Cómo se asume eso?

Con un grado de responsabilidad muy grande. Porque cuando escribo un texto saco algo que llevo dentro, que comparto con más personas. Entonces, cuando voy a decir algo, debo tener muy claro que hay varias formas de interpretarlo, tratar de dejar abierto un campo a muchos tipos de pensamiento. Según como yo lo veo, una frase no debe estar encasillada en una sola idea, debe poder verse de muchas maneras, que vaya al mismo mensaje, pero desde distintos puntos de vista. No soy como el líder que habla a la multitud, formo parte de ella y grito hacia un lado. Porque tampoco soy el único, aquí hay mucha gente con textos buenos, con mensajes buenos y me siento como parte de un movimiento de personas que hacen algo.

Has logrado ser un artista bastante multifacético, que se mueve en diferentes lenguajes y logra articularlos, algo sumamente difícil. En medio de esta posmodernidad en la que todos vivimos, ¿crees que ese sea el futuro, la imbricación de varios lenguajes en un solo producto?

Sí, porque ya ha desaparecido esa noción del cantante que solo hace eso, cantar. Eso cada día cuesta más trabajo. Como mismo pasa aquí, que puedes ser un ingeniero genial, pero a lo mejor has tenido que hacer muchas otras cosas, ser taxista, carpintero o portero. Algo similar ocurre en el arte. Para mí creo que es una forma de ampliar tu modo de pensar. Porque el que solo es cantante-intérprete, simplemente tiene buena voz y se acabó, nunca va a decir nada, a transmitir algo que haya pensado él, siempre va a ser el portavoz de alguien. Es muy importante que los artistas, los músicos y los cineastas se abran a todas las manifestaciones del arte. Es una forma de nutrirse y de aprender a ver con otros ojos. Es importante ser multifacético para hacerte de un mejor basamento en todo lo que quieras hacer. Incluso una palabra tiene un sentido, una imagen, un color, un movimiento. Es muy importante convertirse en una persona así.

Y remarca: “Una persona así”.

Aquella noche, poco antes de que dieran las diez, la lluvia, milagrosamente, paró. Por imposible que parezca el cielo se aclaró en cuestión de segundos y el concierto se hizo. X, empuñando un bajo con pegatinas, volaba sobre el escenario. Habló de salvar el mundo, o al menos lo mejor que tiene esta Isla: su gente. Después, poco antes de terminar, él, su esposa y los músicos, arrojaron cientos de girasoles al público. No tocó la última canción, no en vivo, sobre las pantallas del fondo se proyectó el videoclip de “Cambiará”.

En aquel concierto llegaron a repartirse mil DVD y 355 flash fueron conectadas a las computadoras. Cuando ya X se había marchado y empezaba a llover una vez más, aún quedaban personas, memoria en mano, intentando llevarse su disco. Mientras, esa misma ciudad que mira al cielo, al mar, al infinito, más parecida que nunca a la del video, olía a girasoles.


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Abel Sánchez

Periodista de la Revista cultural cubana "La Jiribilla"

Se han publicado 1 comentarios


Osvaldo Jimenez desde Fb:
 24/1/12 13:06

ESA ES LA TALLA AL FIN AGUIEN QUE CONCUERDA CON MI IDEA.

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