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martes, 27 de mayo de 2025

Martí y la sustancia del héroe

La semilla no estaba plantada nada más para el logro de la soberanía…

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 21/05/2025
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Martí
Exposición ¨En cuerpo y alma¨, del artista santaclareño Mario Fabelo Estrada.

Cada año se cumple un ciclo de honra martiana que está vinculado a los momentos trascendentales de su vida y obra. Los cubanos sienten un orgullo comprensible por un hombre que dio su vida por la virtud nacional y fue una figura descollante de la intelectualidad continental. O sea, se trata de algo que está más allá de las ideologías, de las visiones maniqueas de la existencia, incluso de los tiempos. Con el decurso de las décadas, José Martí se ha vuelto más etéreo, más inmaterial y eso también pudiera ser preocupante para quienes siguen su legado. El héroe necesita de un asidero real que lo sitúe en este tiempo y no que lo separe. A la vez, hay que anotar cada una de las iridiscencias de su alma en el más tangible de los programas de gobierno. Porque todo el drama de la vida martiana iba sobre la política y la realidad nacional.

En la medida en que se ensancha la dificultad para el pueblo y se sienten los embates de una crisis material, corremos el peligro de que la ideología no responda a ello. Siempre voy a recordar aquella película cubana que versaba sobre los peores momentos del periodo especial de los años noventas llamada “Páginas del diario de Mauricio”. Allí, el personaje principal, un profesor de filosofía, insistió en que la asignatura obligada a partir de entonces era la Historia de Cuba. La resistencia no debe traducirse en un horizonte de oscuridad interminable, sino en la posibilidad de la luz. Y José Martí, quien como Lezama se inscribe en la tradición de los Josés cubanos, trae en su magma vital la esencia de ese programa de reivindicación y de dignidad. La luz no como una metáfora solamente o algo que se escribe en los libros con la resonancia de la épica, sino en el sentido más literal, más concreto. Creo que el Apóstol iba por los senderos junto a los pobres de la tierra porque ellos son el motor del cambio y la esencia de la inconformidad. No imagino a Martí sentado en la inacción o el privilegio. A esa vitalidad de la ideología me refiero cuando pienso en el 19 de mayo, no como fecha de la caída en combate, sino como referente de una lucha que no terminó en Dos Ríos.

Martí era un cubano común, que se hizo trascendente a partir de dejar de lado su vida y asumir la de una comunidad en crisis. La primera negación de sí mismo fue la de abandonar el hogar y el cierto sosiego que le daba su condición de hijo de españoles integrados al sistema colonial. Allí, el muchacho solo recibió de su época la reprimenda de las autoridades, el grillete y el dolor. Negaciones que lo llevaban a un camino de martirologio en el cual los beneficios tangibles eran inexistentes. Era ese joven que debió exiliarse, que estudió y escribió a saltos entre una tierra y otra y que llevaba en su alma la deuda de una patria que no era libre.

Ese era el signo del héroe, que no se dirime en cuestiones baladíes como los salones, las prebendas, la buena vida. En realidad, el dolor omnipresente en Martí representa en la historia nacional mucho más que una anécdota. Cuando Mañach lo dibujó en su obra, ya era harto conocido que el Apóstol apenas contaba con pocas monedas para el pelado durante su exilio en Nueva York y que los dineros exiguos pasaban a formar parte del tesoro del periódico Patria, quizás el más sencillo de los rotativos cubanos, cuyo diseño no podía ser más sobrio y carente de superficialidades. De hecho, hay una transformación entre los inicios y los finales de Patria. En los años de Martí, era el pensamiento hondo, la polémica y la palabra encendida. Más allá, cuando el Maestro ya no estaba, los miembros de la junta directiva del periódico comenzaron con los anuncios más abundantes sobre la vida burguesa de la ciudad, los sucesos, los productos y el comercio. Todo en Martí era la patria y en ese dolor se diluyó.

¿Era acaso ese gusto por la apología del mártir algo que pudo ahorrarse el héroe? No lo creo, ya que en la época no había otra manera de echar adelante un proyecto como el que se soñaba. Y en el país que estaba naciendo no todos pensaban lo mismo, ni las resonancias de la historia se concretaban de igual manera en las ideologías circundantes. Martí creó un partido para la unidad en medio de la más necesaria proclamación de la guerra y por ello dio a las generaciones venideras el método de lucha. Ese aunarse entre los hombres en pos de una idea no era nuevo, pero en las tierras cubanas resultada duro, a veces inalcanzable, ya que nuestra insularidad nos dañaba el ego a la par que nos acariciaba el orgullo nacional. Ser de aquí, nacer en la isla, nos hace sentir excepcionales, aunque ello no sea cierto. Hay un brillo más allá de lo que nos impone la vida, que se explica solo con las sustancias más puras.

Cuando la noticia de la caída llegó, fue como una conmoción. España no celebró del todo, ya que había una comprensión metafísica del legado del hombre. No era ya solo el líder de un movimiento, sino su ideólogo, y eso no se puede sepultar. La semilla no estaba plantada nada más para el logro de la soberanía frente a la metrópoli, sino como ideario nacional de un país que se miraba a sí mismo como único.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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