Los de ahora no son los mismos retos de los años iniciáticos. A una década de su aparición, la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas, en la medida que ha superado importantes barreras, suma a los desafíos de otros tiempos, los vinculados con la profunda crisis que vive hoy el país.
Diez años cumplió la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas, creada el 29 de octubre de 2014. Diez años en los que la Oficina ha crecido, se ha fortalecido en cuanto al equipo de trabajo, sus funciones y alcances. Si tuviera que hablar de esos crecimientos, de esos logros, ¿cuáles serían?
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Cuando la Oficina comenzó a trabajar su estructura era muy pequeña. Éramos solo seis o siete personas. Después crecimos a veintitantos trabajadores. Así afrontamos el 325 aniversario de la ciudad. Esa fue la prueba de fuego de la Oficina del Conservador de Matanzas. A partir de ahí comenzamos nuestra labor. El trabajo tenía primero que enfocarse hacia los decisores, a este pueblo que había perdido la esencia de qué era una ciudad patrimonial, había perdido la convicción de que esta es una de las ciudades más importantes fundadas en la isla y en el Caribe Occidental de América.
Lo primero fue restaurar ese espíritu de la ciudad. A la gente había que encantarlas de nuevo, hablarles de Matanzas, de sus valores e historia para reconquistar el orgullo del lugar donde vivían.
Un trabajo muy difícil, con muy pocas personas, con muy pocos recursos y, sobre todo, con la mirada de todo el pueblo y las autoridades sobre nosotros, esperando a ver qué íbamos a hacer.
Lo primero que hicimos fue decirle a todo el mundo que los recursos, los materiales, la planificación, las prioridades, había que centrarlas en un núcleo importante de la ciudad y a partir de que ese núcleo estuviera perfectamente rescatado, extender la restauración al resto de la ciudad. Ese punto dinamizador fue la Plaza de la Vigía.
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Poco a poco logramos una plaza con todos sus monumentos y edificios restaurados o en restauración, convertida en espacio peatonal pues los espacios peatonales públicos habían desaparecido para darle paso al automóvil desde el año 1913. Se logró una Plaza de la Vigía abierta al público y totalmente cultural.
Logramos también que cada plaza de la ciudad se convirtiera en un espacio temático: La Plaza de la Vigía, patrimonial; el Parque de la Libertad, gubernamental y de servicios hoteleros; la Plaza de la Catedral, religiosa y cultural. Con esos elementos también seccionamos la Calle de Medio, que era la vía comercial fundamental que también se convierte en peatonal y renovamos igualmente el paseo de Narváez, el corredor peatonal cultural más importante de la ciudad. A cada elemento de ese espacio: los garajes, los sótanos, los edificios del lugar, fueron entregándose a cuentapropistas, artistas y emprendedores.
Quiere decir que en estos diez años la Oficina se ha centrado en el trabajo público, histórico, arquitectónico, urbanístico de la ciudad de Matanzas, logrando una visión integral de la ciudad, también enfocada en las autoridades, en los que tienen los recursos, los que llevan adelante proyectos en la urbe, los que planifican, deciden o autorizan y legalizan esas transformaciones y proyectos.
Durante todos estos años necesitamos un lugar que fuera nuestro campo de experimentación. Esa fue entonces la Zona Priorizada para la Conservación, la ZPC, a partir de la cual incidimos en cada punto para lograr las transformaciones. Eso provocó primero, que Matanzas fuera declarada Ciudad destino turístico.
Resumiendo, hemos logrado incidir en nuestro centro histórico y su urbanismo para lograr espacios importantes, tanto turísticos como patrimoniales, que hoy son galardones de la ciudad y creo que hemos logrado rescatar el espíritu de pertenencia y el amor del matancero hacia su ciudad. Eso es lo más importante.
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Usted se refería al 325 aniversario de la fundación de la ciudad de Matanzas, en octubre de 2018. Ese fue, en mi opinión, un momento clave, un antes y un después en el rescate de los valores de la reconocida como la primera urbe moderna de América. No ha sido así más recientemente…
El momento del aniversario 325 fue lo máximo, la batalla de fuego y no precisamente por el trabajo de la oficina, sino por las circunstancias. El 330 quedó un poco más solapado porque en 2023 eran otras las condiciones existentes en cuanto a lo económico. Ya los presupuestos no eran iguales y por tanto ese no estuvo a la altura del 325 que provocó una revolución constructiva, patrimonial y urbanística en la ciudad de Matanzas como no se había visto antes aquí.
Sin embargo, en el 330 logramos también que se articulara lo que ya habíamos hecho en el 325. Gracias a eso se recuperó la calle Comercio porque de aquella experiencia aprendieron cómo había que hacerlo tanto las autoridades como las instituciones que tenían que ver con la restauración y puesta en valor social.
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Cada territorio tiene sus particularidades. Matanzas no es una ciudad tan compleja, digamos, como La Habana, pero en nuestra Oficina durante sus cinco primeros años se lograron objetivos fuertes que en otras instituciones del país han requerido muchísimo tiempo o todavía no se han alcanzado.
No, pero nosotros tenemos en pequeño todo lo que tiene La Habana: una bahía, un teatro magnífico, una historia y un desarrollo cultural que emula con muchas países a nivel mundial; tenemos música, creatividad, un urbanismo neoclásico. Somos pequeños, pero tenemos de todo. Pero La Habana es más compleja en cuanto a las dinámicas sociales.
Pienso que, primero, esta Oficina no se heredó.
Esta no era una Oficina que existía, y que, ante una situación determinada, se puso en función de eso y lograron cosas. No, esta oficina nació en el momento en que se gestaban esas cosas y todos sus integrantes fueron escogidos para los importantes procesos que se avecinaban.
Fueron entrenados para esa gestión. O sea, esta oficina no heredó problemas, heredó personas con una capacidad máxima de desarrollo ante un momento histórico importante de la ciudad. Y todos generaron esa fuerza para ponerla en función de lograr que la ciudad fuera diferente.
Aprendiendo de las otras experiencias del país.
Aprendiendo de las experiencias de las demás ciudades patrimoniales de Cuba; de La Habana, en primer lugar, de Trinidad, Santiago de Cuba, Camagüey, Cienfuegos, que eran las ciudades que ya tenían más de 10 años de trabajo. Con todas esas enseñanzas y ayuda, empezamos a trabajar en Matanzas.
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