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sábado, 12 de abril de 2025

Una habanera de la clandestinidad

La anfitriona Sonnia Moroo compartió su tarde familiar para contarnos una historia que quizás muchos habían conocido, pero era necesario recordar desde su voz...

Dayrosy Clavelo Zayas en Exclusivo 06/04/2025
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Una habanera de la clandestinidad
Una habanera de la clandestinidad

Comenzaba la tarde de un viernes habanero. Después de una semana de arduas labores, la entrevistada había accedido con mucha gentileza a nuestra visita. Justo a la entrada de su apartamento, nos recibió una muchacha que ya cruzaba las ocho décadas, con un típico café caliente. Ya en nuestros asientos, la anfitriona compartió su tarde familiar para contarnos una historia que quizás muchos habían conocido, pero era necesario recordar desde su voz. 

Sonnia Moro, una habanera del Cerro, comenzaba su diálogo con una interrogante que sorprendía y a su vez dejaba una pizca dulce para la imaginación.          ¿Sabes qué edad teníamos cuando nos incorporamos a la clandestinidad? Esa pregunta, formulada en voz baja y suave, mostraba la lucidez de su mente. Nos dimos cuenta de que estábamos ante una mujer que más allá de una historia tenía una vida que contar.      

La mayoría provenía de familias de la pequeña burguesía, amantes de la literatura, de la música, que resaltaban la importancia de la buena educación; en algunos casos eran estudiantes provenientes del Colegio Privado Academia Pitma, con edades entre 12 a 18 años. En la generalidad de los casos, se unían a la clandestinidad a partir de la influencia de su círculo de amigos. En esta etapa conformaron asociaciones de estudiantes que se convirtieron en brigadas juveniles; las cuales para septiembre de 1957 se integraron como milicias. 

Sonnia, hija de madre enfermera, nos revela que sólo confiaba a su madre su participación en estas acciones. En un primer momento sus compañeros velaban constantemente por su cuidado y seguridad; con su implicación en estas acciones, las intrépidas muchachas asumieron tareas y misiones de mayor responsabilidad y envergadura, lo que permitió demostrar sus cualidades y fortaleza.    
A modo de historia, explica que en estos años, las mujeres crearon organizaciones femeninas como la Federación Democrática de Mujeres Cubanas (FDMC), el Frente Cívico de Mujeres Martianas (FCMM) y Mujeres Oposicionistas Unidas (MOU). Algunas participaban en el traslado de armamentos, pistolas, balas, junto a sus compañeros; buscaban casas para la seguridad de acciones que por su riesgo y magnitud ponían el temor a flor de piel. Algunas, aunque conocían que sus padres participaban en acciones similares, no revelaban su vinculación con las agrupaciones como el MNR, la Triple AAA, la FEU, el MR26J y el DR; otras tantas eran incomprendidas por sus familias y parejas.    

Eran tiempos difíciles para el país. Desde 1956 hasta 1959, muchas tenían el compromiso con la causa insurreccional. La vinculación con el activismo político que afloró en los primeros años de la vida de estas jóvenes, fue decisiva para que conformaran su ideología y pensamiento en etapas venideras de la juventud y la adultez. Con sus acciones marcaron un nuevo hito dejando a un lado la visión de que las mujeres sólo se desempeñaban como amas de casa, domésticas y madres.  Mostraron su papel como elemento esencial para los movimientos de liberación y proyectos sociales de la humanidad. 
 
¿Si fuéramos a renombrar mujeres de esa época en la Habana, qué nombres no deberían faltar?
Muchas han quedado grabadas en la historia de la capital y de Cuba: Natalia Bolívar, Zoila Lapique Becali, Norma Porras, María Trasanco, Rosa Mier Febles, Mirtha Rodríguez Calderón, Pilar Sa, Telvia Marin Mederos, Isabel Monal, Consuelo Elba Álvarez, quienes han dejado su impronta en la Cuba actual y participaron en disímiles momentos importantes de la vida cultural y social de la isla. 

De la realizadora audiovisual Consuelo Elba recordó su incansable trabajo para visibilizar el protagonismo de la mujer cubana en las luchas de liberación, y como el cine logra captar estas historias en el Documental Mujeres de la clandestinidad, estrenado en el 2016 en el cine Chaplin. 

Cuando parecía que terminaba de nombrar a todas, miró con detenimiento como si quisiera decir con sus ojos lo que su mente recordaba, y dijo: “Gudelia García”; se tomó un respiro, y afirmó: “una mujer negra capitalina de la clandestinidad, integrante del Directorio Revolucionario, ella fue un ejemplo que no podemos dejar de mencionar”. 

En Cuba se había abolido la esclavitud hacía muchos años, pero en la mente y en el conocimiento popular existía el racismo. Ella y otras tantas mujeres negras, no tan jóvenes como nosotras, también tuvieron una lucha difícil por el color de su piel.   

Después del triunfo revolucionario, ya existía una conciencia de la posición de la mujer; la historia mostró todo lo que podía ser capaz de alcanzar, y cómo la lealtad y firmeza desdibujaba los modelos tradicionales que la sociedad le había impuesto. 
Con el paso del tiempo, se ha mostrado un mayor equilibrio en temas de género, los nuevos criterios feministas redundan en un medio social donde hombres y mujeres tienen igualdad de criterios y posición. A pesar de que el machismo constituyó una expresión que caracterizó la sociedad cubana desde generaciones anteriores, hoy el panorama es diferente. 

Sobre la mesa de centro de la sala, conservaba su libro “Nostalgias de una habanera del Cerro”, Premio Memoria 2006 del Centro Pablo de la Torriente Brau, una obra que narra sus anécdotas como combatiente de la clandestinidad y participante en la huelga de 9 de abril, que sugiere una mirada interesante a un período de la historia marcado por el tránsito de la Revolución y los cambios en la vida social de los habaneros.  

Como toda cubana culta, compartió su gusto por la música y el arte, de cuánto disfruta participar en eventos de género y feminismo, de lo que hemos avanzado en lograr que un gran porciento de mujeres integren los más altos niveles de la política, que participen en la toma de decisiones, que el color de la piel y la orientación sexual no sean aspectos que vulneren y compitan con las capacidades o cualidades humanas, que defendamos a la mujer de la violencia, del acoso y sobre todo que sean protagonistas de los principales procesos sociales. 

Sonnia, hoy Doctora en Historia, resalta que esta batalla comenzó sus cimientos desde aquellos años de lucha, q es un orgullo que la mujer sea baluarte, hoy el reto está en mantener las conquistas alcanzadas. Como expresó Mirtha Rodríguez Calderón: “queda mucho por andar” Conscientes de que estamos en deuda con muchas otras mujeres y hombres que participaron en la lucha clandestina e insurreccional en Cuba, en los movimientos de liberación en el exterior, así como con quienes aportaron y acompañan la consolidación de la vida cultural, política, económica y social de Cuba hasta la actualidad, constituye faena y compromiso impulsar el conocimiento popular de estas historias.


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Dayrosy Clavelo Zayas


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