Febrero de 2017, La Habana. El Departamento de Estado y la Embajada de Estados Unidos en La Habana informaron por primera vez al Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) y a la sede diplomática de Cuba en Washington, la ocurrencia de supuestos ataques acústicos en La Habana desde noviembre de 2016. Las autoridades estadounidenses afirmaban, además, que estos incidentes ocasionaron afectaciones a la salud de funcionarios de la sede diplomática y también a sus familiares.
La reacción del gobierno cubano fue inmediata. Se llevó a cabo una profunda investigación que incluyó acciones de instrucción, periciales, técnicas y operativas. Las conclusiones preliminares llegaron en octubre: no hallaron evidencias sobre la ocurrencia de los alegados ataques sónicos. El equipo de médicos y científicos cubanos, luego del estudio a las muestras sonoras entregadas por Estados Unidos, certificó la imposibilidad de que causaran las afectaciones de salud descritas por los diplomáticos.
Así también lo demostró un informe interino de la División de Operaciones Tecnológicas del FBI tras meses de investigación y cuatro viajes a La Habana. “El FBI probó la hipótesis de que ondas audibles, infrasónicas o ultrasónicas pudieran haber sido utilizadas clandestinamente para herir a estadounidenses en Cuba y no encontró evidencia alguna”, refirió la investigación fechada el 4 de junio de 2017.
En paralelo, un grupo de prestigiosos científicos internacionales de varios campos del conocimiento cuestionaron la posibilidad de que los diversos síntomas presentados por los funcionarios en La Habana hubiesen sido provocados por un equipamiento conocido. Además, dejaron claro que no es posible causar daños cerebrales a partir de estos incidentes.
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UN MAINE SÓNICO: EL PRETEXTO
Septiembre de 2017, Washington. El Secretario de Estado por aquellas fechas, Rex Tillerson, anunció el regreso a Estados Unidos de unas dos docenas de diplomáticos y empleados “afectados”, con el objetivo de someterse a exámenes médicos. Lo lógico hubiese sido que, una vez la salud de estas personas mejorara y a la luz de la falta de evidencias, retornaran a La Habana para continuar con sus funciones.
Sin embargo, la realidad fue otra. En abril de 2018, durante la administración del entonces presidente Donald Trump, Estados Unidos indicó que, para solicitar una visa de tipo migratorio, los cubanos deberían viajar a un tercer país, en este caso a Guyana, debido a la injustificada reducción de su personal diplomático en La Habana. Tres meses después, la Oficina de Servicios de Inmigración y Ciudadanía estadounidense cerró definitivamente su oficina en La Habana. En su lugar, la oficina de México D.F asumiría la jurisdicción sobre los asuntos de inmigración relacionados con las personas radicadas en Cuba.
Además, el gobierno estadounidense exigió la retirada de 17 funcionarios cubanos en Estados Unidos. Cuestiones estas que pasaron a formar parte de las cerca de 240 medidas aplicadas contra Cuba durante los cuatro años de mandato de Donald Trump.
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Conclusión: los supuestos ataques sónicos fue el pretexto utilizado por el gobierno estadounidense de Donald Trump para cambiar el rumbo de la política hacia Cuba y revertir el avance en las relaciones diplomáticas entre ambos países logrado durante el mandato de Barack Obama, después de un camino largo que no quedó exento de diferencias y dificultades. La especulación, la manipulación y la acusación sin evidencias fue la ruta que eligió andar la administración de Trump y en la que otros le siguieron.
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CUATRO AÑOS DESPUÉS
Febrero de 2021, Washington. Un informe del Departamento de Estado, elaborado a solicitud del Congreso (redactado en 2018) destapa los errores y excesos de Trump en la gestión del supuesto ataque sónico en La Habana. Este se suma a otros dos reportes: uno es el resultado de la investigación realizada por el propio Departamento de Estado a las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos y el otro llevado a cabo por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.
La mayoría de la información arrojada por estos informes tienen un punto en común. Así lo explicó Johana Tablada, subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos del MINREX, en el programa Mesa Redonda. “Se revela la falta de información aportada por las instituciones que fueron afectadas, la falta de acceso a las supuestas víctimas, las violaciones en los procedimientos, negligencias y medidas tomadas prematuramente, como la retirada de casi todo el personal de la embajada de Estados Unidos en La Habana y la expulsión arbitraria de diplomáticos cubanos en ese país, sobre la base de síntomas diversos, que es difícil atribuir a una causa común”.
De esta manera, los resultados de investigaciones por instituciones y expertos de Estados Unidos y también de renombradas instituciones de otros países coinciden en que no hay, ni se pueden identificar autores, armas o manera alguna de sustentar la versión de la administración Trump.
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Sobre este tema en particular, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla fue muy preciso a través de un en su cuenta en Twitter. “Algún día se podrá aclarar todo lo que sucedió y no sucedió. Cuba reitera la disposición a cooperar de manera efectiva tanto política, como científicamente para encontrar una solución a este asunto”.
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esther
17/2/21 18:43
Tarde o temprano vence la verdad, gracias a este equipo por el trabajo que realiza
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