sábado, 28 de septiembre de 2024

Sembrar: la garantía de un futuro sin hambre (+Fotos)

Tener en cuenta el precio de los alimentos en el mercado mundial evidencia que para satisfacer las demandas alimenticias en cualquier lugar del planeta es necesario producir...

Adianez Fernández Izquierdo en Exclusivo 16/10/2014
2 comentarios
CPA Ubaldo Díaz
Es mucho lo que se puede hacer en cada territorio, aprovechando el clima y las condiciones del suelo.

Alimentarse es básico para la supervivencia de los seres humanos, de ahí que desde su surgimiento el hombre cazó, pescó y recolectó como vía para acopiar las provisiones que le permietieran incorporar a su organismo nutrientes, vitaminas y minerales imprescindibles para su desarrollo. Con el decursar del tiempo, aprendió que para tener siempre todo cuanto necesitaba en cualquier época del año, podía y debía sembrar y criar animales.

Conseguir comida era entonces y es todavía hoy una cuestión de vida o muerte, y con el desarrollo de la humanidad se ha convertido también en negocio para los grandes productores y en un dolor de cabeza para los más desposeídos, en particular los habitantes de zonas pobres del planeta que sufren a diario la carencia de alimentos y la desnutrición.

El acelerado crecimiento demográfico, unido al uso de alimentos para la producción de biocombustibles, el acaparamiento por parte de unos pocos y su encarecimiento, entre otros factores, obligan a cada cual a tomar medidas y generar iniciativas desde lo local para garantizar en alguna medida la soberanía alimentaria, un tema que cada vez está más presente en la agenda de los países subdesarrollados que deben erogar sumas de dinero exorbitantes para comprar al menos lo básico para la nutrición de sus habitantes.

De ahí que la Asamblea General de las Naciones Unidas haya decretado el 2014 Año Internacional de la Agricultura Familiar, por el protagonismo que han de tener los pequeños productores en la producción de alimentos a mediana escala que garanticen provisiones a los miembros de cada comunidad y contribuyan al abaratamiento de los costos.

Pero, con las pequeñas iniciativas no basta. A nivel de asentamientos y de países deben trazarse estrategias para cubrir las demandas de poblaciones en crecimiento, aprovechando disciplinada y concientemente el recurso suelo y reduciendo al máximo el uso de plaguicidas y fertilizantes químicos, muy dañinos para los seres humanos.

En Cuba, una de las iniciativas que se acometen con tal finalidad es el proyecto Bases Ambientales para la Sostenibilidad Alimentaria Local (BASAL), auspiciado por la Agencia de Medio Ambiente, El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el Ministerio de la Agricultura, y financiado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación. Es puesto a prueba en tres municipios del país con potencialidades diferentes: Los Palacios, fuerte en arroz; Güira de Melena, importante productor de viandas y hortalizas; y Jimaguayú, destacado en la producción de leche y carne vacuna.

En el caso particular de Güira de Melena, municipio ubicado al sur de la provincia de Artemisa, produce una parte importante de los alimentos que consumen los dos millones de habitantes de La Habana, capital del país, y de sus provincias aledañas y posee una de las mejores infraestructuras de riego a nivel nacional.

En este territorio, los suelos se han visto afectados por la salinización y son visibles los impactos del cambio climático, de ahí que las acciones del proyecto se han centrado en revertir sus efectos y elevar los volúmenes productivos y los rendimientos.

Aplicando la ciencia y la técnica, de conjunto con la sapiencia de los campesinos, se ha incentivado allí la siembra con semillas de calidad, al tiempo que los campesinos aprovechan con más eficiencia los sistemas de regadío e implementan el uso de fertilizantes biológicos. Asimismo, se valen de las predicciones agrometeorológicas a fin de racionalizar el riego y evaluar las etapas más favorables para cada cultivo.

Uno de los problemas más frecuentes en este municipio era debido a los abarrotamientos en época de picos de cosecha, de ahí que incentiven la creación de minindustrias en la localidad para procesar frutas y vegetales, unas vinculadas a las BASAL y otras a campesinos o formas productivas. Así han logrado abaratar los costos y reducir importaciones, además, cuentan con la materia prima al alcance de la mano.

Gracias a estas iniciativas locales se ha logrado aprovechar al máximo cada producto del campo y asegurar que los pobladores de los alrededores tengan a su alcance, en moneda nacional, encurtidos, mermeladas, dulces de frutas, y otros productos mucho más baratos que en la red comercial en moneda nacional y en divisas.

También las nuevas formas de comercialización de las producciones agropecuarias que se experimentan en el territorio y han eliminado intermediarios, deben contribuir paulatinamente a la disminución de los precios en los mercados. Y aunque no es visible todavía una reducción considerable, al menos no han crecido y síes apreciable mayor calidad y variedad en las ofertas.

A eso se suman movimientos como el de frutales, en crecimiento a nivel de país y gracias al cual se han incentivado las fincas de este tipo, ponderando en estas no solo las especies de origen tropical sino también otras poco usuales en suelo cubano o casi desaparecidas de nuestros campos, pero de gran valor nutricional y fáciles de cultivar.

Sin embargo, estos son apenas ejemplos de lo que se puede hacer desde cada territorio, aprovechando el clima y las condiciones del suelo. Si tenemos en cuenta el precio de los alimentos en el mercado mundial, satisfacer las demandas alimenticias de más de 11 millones de habitantes es casi imposible sin producir, máxime para un país pobre. Nuestra tierra ha probado en discímiles ocasiones que sirve si los hombres y mujeres que la habitan ponen empeño en hacerla parir. Sea este, el Día Mundial de la Alimentación, fecha propicia para elevar la conciencia y entender que cuanto sembremos y produzcamos hoy es la garantía de un mañana sin hambre.


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Adianez Fernández Izquierdo

Se han publicado 2 comentarios


qbano
 16/10/14 12:58

yo creo los huertos organopónicos etc podrían de ser ayuda pero no la solución! si pretendemos sembrar para obtener los alimentos debemos propiciar la migración hacia las zonas productoras etc! creo en nuestra situación uno d elos principales factores que podrían propiciar el  crecimiento de los indices de producción es el crecimiento de la mano de obra... y para ello no basta con los salarios que hoy obtienen el trabajador campesino, las condiciones de vida y de trabajo del campesino no son las mejores para ello etc etc!

creo las personas trabajaran donde mejores remoneracion obtengan, siempre que ello no signifique una perdida demesiado elvada de sus condicones de vida etc o sea 1ro deberiamo promocionar crear las condiciones para que en las temporadas -siembra, cosecha-  las personas  se dirijan...

Eva María
 16/10/14 11:08

Buen artículo, soy hija de guajira y da pena ver como hay mucha, mucha tierra en los pueblitos y repartos de la periferia que tienen mucha tierra en las que se pudieran hacer organopónicos o huertos intensivos, que tributen  a las propias comunidades frutas y vegetales frescos a menos precios, porque no habría que trasladarlos, además de ofrecer nuevas fuentes de trabajo en esas comunidades, en las que hay pocas fuentes de empleo, ejemplo Cojimar, Villa Panamericana; Rpto. Camilo Cienfuegos, Casablanca, por qué no se hacen? 

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