En varias ocasiones mis seres más allegados me han dicho que yo debía dedicarme a las “relaciones públicas”. Ello obedece a que frecuentemente me encuentro con algún conocido. Entonces vienen los saludos, recuerdos, comentarios… Y si estamos apurados, claro que nos atrasamos. No obstante, disfruto ser así.
Y es que las relaciones humanas se basan en las interacciones entre los miembros de una sociedad, gracias a la comunicación (visual o no verbal; oral, afectiva; y también los lenguajes creados a partir del desarrollo político, económico y gestual, entre otros).
ABRIENDO ENTRETELONES
Ellas resultan fundamentales para el perfeccionamiento intelectual e individual del hombre. De esta forma se constituyen las sociedades, tanto las pequeñas (simples: las aldeas), como las grandes (complejas: ciudades gigantescas).
Dicho concepto incluye el reconocimiento y respeto de la personalidad humana, lo que conlleva crear y mantener entre los individuos relaciones cordiales y vínculos amistosos, basados en ciertas reglas aceptadas por todos. Ellos pueden trabajar eficazmente en grupos, con el propósito de satisfacer los objetivos de organización y las necesidades particulares.
Independientemente de las discrepancias razonables entre las personas, se debe realizar un esfuerzo por lograr una atmósfera de comprensión y sincero interés en el bien común.
Como aspectos que influyen en la mejoría de las relaciones se encuentran: el respeto, la comprensión, cooperación, comunicación y cortesía.
Existen tres actitudes fundamentales en comunicación como respuesta a los demás:
1.- La aceptación (respeto y aceptación de la otra persona como ser humano distinto y único);
2.- El rechazo (puede afectar la autoestima del prójimo y herirlo, por lo que se pierde la relación positiva)
3.- La descalificación (es la más dañina; le estamos diciendo al otro individuo que no nos importa, que no nos interesa ni sabemos que existe; éste se disminuye, se encierra en sí mismo y sufre serias afectaciones, con lo cual se pierde la comunicación).
REGLAS FUNDAMENTALES
La dinámica de las relaciones humanas es la empatía y la humildad, o sea, ponerse en el lugar del otro y ceder en aras de una buena convivencia, sin menoscabar la mutua dignidad como semejantes. Siempre que aceptemos a los demás tales como son, también nos aceptarán a nosotros. Si rechazamos al prójimo también nos hará lo mismo por nuestras actitudes.
Es cierto que “el que siembra, recogerá sus frutos”. No hay nada más placentero que una agradable y alegre frase al saludar; sonreír; llamar a las personas por su nombre, no con apodos; ser amigables, cordiales y corteses; proponerse simpatizar con los demás; mostrarse generosos para hacer resaltar las buenas cualidades, y mostrarse cuidadosos al criticar; solidarizarse con los sentimientos de los demás; respetar los puntos de vista ajenos; y lo principal, estar dispuestos a prestar servicios: lo que más cuenta en la vida es lo que hacemos por los demás.
IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES HUMANAS
Cuantiosas necesidades solo pueden ser satisfechas con la acción de otros. Debido también a que el hombre no es autosuficiente precisa de los demás para obtener abrigo, alimento, protección. Con el fin de que una sociedad pueda funcionar, sus componentes deben interrelacionarse y concentrarse en las tareas para las que cada uno es más apto.
Por ende, las relaciones humanas se consideran una guía de amistad, educación (buenos modales), hacer el bien y no mirar a quién.
Es desagradable encontrar a individuos apartados de estos preceptos, a los cuales también les es más fácil ofender que pedir disculpas. Debemos valorar a las personas con defectos y virtudes. La paciencia y la tolerancia son dones maravillosos que la vida nos ofrece para que aprendamos a luchar, a no darnos por vencidos. No siempre debemos reaccionar ante cosas que nos pueden perjudicar después, aunque todos no poseemos el mismo temperamento. Dicha conducta la adoptamos desde pequeños; obtenemos costumbres de nuestros padres, familiares, vecinos, compañeros… y si ellos nos enseñan bien la reproducción futura será un ejemplo a seguir, porque la educación comienza en la casa.
Se impone saber quiénes y cómo somos: esa es también la mejor manera de conocer y comprender a los demás. Y así seremos, de paso, un ejemplo para nuestros hijos, hermanos, vecinos y demás.
Este campo es muy significativo en el ámbito laboral, ya que si no se desarrollan en forma amistosa, pueden afectar la productividad y la eficiencia de las empresas.
No sabemos de quién vamos a necesitar en algún momento de nuestras vidas… ¡Por ello es mejor tener un millón de amigos!
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