La cabeza de Nicolás Maduro, legítimo Presidente de Venezuela para el periodo 2025-2031, cuesta hoy -de entregársele a Washington- 50 millones de dólares. La cifra, que ha ido en ascenso desde los 15 millones, no es más que una técnica reutilizada para desestabilizar al país.
Según la Casa Blanca, es Maduro líder del Tren de Aragua, el Cártel de Sinaloa y el Cártel de los Soles. No podemos obviar que de este último no se tienen pruebas irrefutables de su real existencia.
Se trata, según el inquilino del Despacho Oval y su séquito, de que el Gobierno de Venezuela es un narcoestado y, por tanto, debe ser combatido. Para ello dispuso de un poderoso arsenal destructor en aguas del sur del Caribe, justamente apuntando hacia la nación sudamericana. Y constantemente suma fuerzas, por lo que ha llegado a ser calificada por muchos, como una operación antinarcóticos sin precedentes.
Ese despliegue militar, que va en ascenso, y que se ha extendido recientemente hacia playas del sur de Puerto Rico, supone una amenaza no solo para Venezuela, sino también para América Latina y el Caribe, declarada como Zona de Paz en 2014, por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), pues sabemos que esas pretensiones intervencionistas tienen detrás afanes de ampliar la presencia estadounidense en el continente.
Tales movimientos trascienden ya la mal llamada, por la Administración Tump, lucha antidrogas, pues para combatir el narcotráfico no se requeriría de una concentración naval tan amplia - más de 4 000 efectivos, aviones, buques, submarinos, lanzamisiles… Mucho menos en un área donde solo el 5% del narcotráfico internacional la usa como ruta, y que es, además, territorio libre de cultivos ilegales desde hace cinco años, según el Reporte Mundial sobre Drogas 2025, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd).
Como demostró el informe, no es Venezuela trampolín principal para el tráfico de sustancias ilícitas, sino que el 87 % de la droga de la región se mueve por el Pacífico, y es Colombia el mayor productor, desde que en las décadas del 50 y el 60 del siglo pasado, consolidó un amplio mercado de exportación de marihuana y cocaína a la nación norteña, que hoy figura en el apartado de los mayores consumidores. ¿Por qué no hay barcos y submarinos nucleares estadounidense en el Pacífico?
- Consulte además: La increíble fábula del Cartel de los Soles
Precisamente, EE. UU. resalta como el mayor mercado mundial de drogas ilícitas y no ilícitas, y se sume en una profunda crisis sanitaria y social debido a esa situación. Entonces, ¿dónde está el combate contra el narcotráfico allí?
Para todas las interrogantes existe una misma respuesta. La acusación contra el Gobierno bolivariano y sus líderes no es más que un pretexto político para justificar agresiones de todo tipo: sanciones económicas, intromisión en asuntos internos, deportaciones, y ahora, un nuevo capítulo caracterizado por amenaza militar, de la que no se descartan incursiones selectivas u otras misiones contra Caracas.
Es la continuación de la guerra que ha llevado a cabo el imperio desde que en 1999 fue electo Hugo Chávez como Presidente y triunfó así la Revolución Bolivariana. De ahí que a la anterior lista podamos sumarle: intentos de magnicidio, financiación de guarimbas, apoyo a golpes de estado, robo y desmantelamiento de aeronaves y usurpación de activos fijos.
Esa actividad subversiva tiene como centros la desacreditación del chavismo y la desinformación en torno a la realidad que vive esa nación. La técnica que hoy vemos consiste, primero en demonizar a los líderes de Estado a través de narrativas que demuestren una supuesta ingobernabilidad, para luego asesinarlos y entrar físicamente en el país.
Es una estrategia reciclada que les funcionó en Irak y Libia, ricos en petróleo. Venezuela es la nación con mayores reservas de crudo del mundo, y posee, además, otros tantos recursos naturales que son objetivos del imperio, cuyo carácter expansionista y hegemónico no sorprende ya.
“La mentira es la madre de todas las violencias y Donald Trump la emplea contra los pueblos que se oponen a la política y los intereses de Estados Unidos”, dijo recientemente, el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Y es lo sucede por estos días con la cuna de Bolívar y Chávez, el más claro ejemplo de su sentencia.
Luego, no asombra que buena parte de la comunidad internacional alce su voz en contra de esta agresión militar y que, por su parte, el pueblo de Venezuela no dude en organizarse -como ya lo ha hecho en las Milicias Nacionales Bolivarianas y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana- para defender, a cualquier costo, su soberanía y derecho a la libre autodeterminación.
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